Entrevisto a Antonio Pérez Henares. Ha publicado otras novelas históricas, pero quizá su faceta más conocida es la de
periodista y colaborador habitual en televisión como comentarista político. Reviso mis preguntas sobre su reciente novela ‘El Rey Pequeño’ (Ediciones B,
2016), pero rápidamente nos ponemos a hablar sobre
Historia y otros derroteros antes y tras la entrevista.
Una novela con casi setecientas páginas, notas a pie y algunos planos al final del
libro. Como alude la contraportada, es 'una gran novela sobre Alfonso VIII' que se
desarrolla en el siglo XII, época de la Reconquista, una etapa clave que
culminó con las Navas de Tolosa, ¿quién no ha oído hablar de esta batalla
aunque sea de recuerdos escolares? Por eso le pregunto por su decisión por
este siglo y por la Reconquista para ambientar este novelón. Sonríe y comienza a
contarme que, de alguna manera, ha nacido en esta novela, en esa época.
«Te
explico: yo nací en un pueblo que se llama Bujalaro, que aparece además en la
novela, es más, hay guiños continuos: mi abuelo se llamaba Valentín y es uno de
los que repueblan Bujalaro. Su hermano se llamaba Julián, que es el abuelo de
los primos estos de los que te hablo. Provenían del común de la tierra de
Atienza como nosotros… ». Pérez hace una pausa antes de continuar. «Vamos
a ver, mi abuelo está en el origen de mi vocación literaria, es el mejor
narrador que he conocido, el ‘Romance de la loba parda’ es un romance que yo me
sabía de memoria cuando tenía ocho años, cuando luego lo leí a los quince cerraba
el libro y aún lo seguía recitando. Es un romance del XIII o del XIV, un
romance medieval castellano de la trashumancia. Entonces, el paisaje en el que
yo me criado es un paisaje donde un castillo es parte de ese paisaje, en donde
hay leyendas… El sitio donde no haya una cueva mora es que no existe. Encima de
mi casa hay un sitio que se llamaba ‘El castillo’ y creíamos que nunca había
habido un castillo, pero los últimos estudios topográficos desde el aire han
confirmado que sí, que esto se llama ‘el castillo’ porque había una torre, la
torre del Albujalar y de ahí el nombre del pueblo, de buj, torre».
Aquí asiento y le comento que conocía lo de buj o burj por la proximidad a Valencia de un municipio, Burjasot, y
cuyo topónimo podría provenir de burj y asoto, (siendo burj,
en árabe, torre o castillo, y asoto del último rey musulman de València, Aben-Zeyan, conocido por Asoto).
Le pido que continúe.
Le pido que continúe.
«Pero
mucho más que eso soy de las gentes. Cuando digo he nacido ahí es que la clave de la novela no son tanto los hechos,
el personaje me resulta profundamente atrayente, sino las gentes, porque la
epopeya para mí de esa conquista castellana es la gente de a pie, la gente del
común, la gente que hubo de vivir en esa frontera y eligió vivir en esa
frontera. Una frontera en la que estabas al alcance de la caballería ligera de
los árabes en una noche, que esa noche podías perder tú la vida, tu familia la
vida o no y la esclavitud, el cautiverio; en el mejor de los casos tus cosechas
quemadas, tu ganado robado, tus árboles talados. Y claro, tenías que vivir con
una mano en el arado y con otra en la lanza, sí, pero tenías fueros y eras
libre, ya no dependías de un señor, ya no eras un siervo, aunque no fueras un
siervo como lo eras antes ya no tenías que trabajar para un señor y tal, eras dueño de tu hacienda y de tu
vida. Y además frente al rey, que era el único ante el que respondías, tenías
el fuero. Eso significaba que en ese atrio, en esa iglesia románica elegías tu
juez y tu alcaide, y si además tenías un caballo y armas ibas a la batalla a la
defensa o a la caza, porque tú hacías lo mismo con los otros. En las
incursiones a una rafia se respondía con una daga. Elegías eso, eras lo que no
me ha hecho falta ir a los textos.»
Claro, pienso al escucharle, no habrá tenido
que ser fácil documentarse para pergeñar este gran libro, o quizás sí. Como si
me leyera el pensamiento añade:
«Se
nota que yo me documento muchísimo porque me apasiona, pero es que no me ha
hecho falta, es que yo sé exactamente qué dignidad se consigue con eso, yo no
soy más que nadie pero tampoco menos que ninguno. Y eso estoy seguro que alguno
de mis ancestros se lo han dicho a algún conde que aquí a Alarcos: Hemos ido los dos, que ha muerto tu mesnada
y la mía y allí en las Navas hemos combatido los dos. Yo
me siento heredero en ese sentido, yo no tengo sentido de la tierra como
propiedad sino al revés, eso para mí es muy recurrente. Cuando yo digo ‘esta es
mi tierra’ lo que quiero decir es que yo formo parte de ella.»
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Antonio Pérez Gómez, más conocido
como Antonio
Pérez Henares o simplemente "Chani" nació en Bujalaro, Guadalajara en 1953. Comenzó
su labor profesional como periodista en el diario Pueblo. Ha trabajado después
como redactor jefe en Mundo Obrero, y como redactor político en las revistas
Tiempo y El Globo, y en la Cadena SER. Ha sido director de la revista Tribuna,
desde 1989, durante 10 años, y colabora habitualmente en diversos programas de
radio y televisión, y en la agencia Fax Press. A los quince años obtuvo el 2º
Premio Nacional de Literatura Juvenil, al que siguieron el "Plaza
Mayor" de París y el "Emilio Hurtado" de cuentos, así como el
"Tigre Juan" y el "Flor de Nieve de los Pirineos" de
novela. Es autor de más de una docena de libros, entre los que destacan sus
obras de narrativa: ‘La piel de la tierra’, ‘Las bestias’, ‘La cruzada del
perro’, e investigación sociológica: ‘El poder militar en España’, ‘La conducta
sexual de los españoles’, ‘Nobles y plebeyos’, ‘Los nuevos señores feudales’ y ‘Así
será España’. En enero de 2000 inició su trilogía sobre la vida de los
primitivos pobladores de la Península Ibérica con: ‘Nublares’, la segunda parte de esta
novela, fue ‘El Hijo de la Garza’ en
2002 y en 2008 completó la trilogía con ‘El último Cazador’ (Premio de Novela
Histórica Ciudad de Cartagena). En 2010 publicó: ‘Cuaderno de Memorias del
Perro Lord’ y "La mirada del lobo", y en 2014 la novela histórica
"La Tierra de Alvar Fáñez”.