lunes, 26 de diciembre de 2022

El crimen de Malladas. Luis Roso

Hay que remontarse al verano de 1915 en una finca remota de un municipio al noroeste de Cáceres para ubicarnos en El crimen de Malladas (Alrevés), de Luis Roso. Una noche trágica perdieron la vida cinco personas, entre ellas dos niñas y una embarazada. No se tardó mucho en detener a cinco campesinos del lugar y, tras un juicio plagado de sombras y dudas, condenarlos a cadena perpetua. Unos años antes se había producido el conocido como Crimen de Cuenca, en el que se llegó a torturar a los detenidos por una muerte que en realidad no fue tal. 

  En El crimen de Malladas, en el libro de Luis Roso, lo que encontraremos es una narración concienzuda y bien documentada, expuesta en cinco partes desde el crimen en sí, pasando por el juicio al silencio y olvido de los condenados. Porque, como he dicho, aún hoy, más de un siglo después, quedan interrogantes sobre lo que sucedió esa noche y las razones que llevaron a condenar a cinco campesinos a los que se les privó de libertad de por vida. Roso es natural de una región donde ocurrieron los hechos y, en este libro, se ha propuesto de alguna manera sacar a la luz una verdad tan terrible como necesaria y, con ella, honrar la memoria de las víctimas, de los inocentes condenados y de las familias implicadas. 

  En ese intento de saldar una deuda histórica, Roso no ha querido escribir una novela al uso, ficcionando allí donde el desconocimiento o la fragilidad de los hechos hubiera permitido eso, novelar. Fiel a las fuentes bibliográficas y a los textos que aún se conservan,  El crimen de Malladas es un apasionante viaje a principios del siglo XX, es sumergirnos en un contexto sociopolítico capaz de silenciar voluntades y testimonios. No olvidemos que tuvo en su día tal trascendencia mediática que de una u otra forma llegaron a tomar partido Miguel de Unamuno, la masonería, las asociaciones feministas de comienzos del siglo XX o el mismísimo rey Alfonso XIII

  “La verdad raramente es sencilla de contar o hasta de creer”, confiesa Roso en la introducción de  El crimen de Malladas. Una razón más para que sea yo quien deje aquí mi palabra e invite a leer el libro sin más añadiduras. La verdad por encima de todo, algo que leeremos en el libro me parece un excelente broche si tenemos en cuenta que mi apellido, Vera, también tiene algo de ese lema heráldico con el que se le representa: Veritas vincit, “la verdad vencerá”.


  Luis Roso (Moraleja, Cáceres, 1988) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y en Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su primera novela, Aguacero, fue elogiada por la crítica y galardonada con el premio Tuber Melanosporum en el festival Morella Negra a la mejor novela negra novel del año 2016. A esta le siguieron Primavera cruel, publicada en 2018, Durante la nevada, ganadora del Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real (Alrevés 2020) y Todos los demonios (Alrevés 2021). Es comisario del festival de novela Gata Negra, que se celebra cada verano en la Sierra de Gata (Extremadura).


  El crimen de Malladas. Luis Roso. Editorial Alrevés.

jueves, 22 de diciembre de 2022

Entonces supe que iba a morir Entrevista a Fernando de la Cierva

Comparto con vosotrxs la entrevista que me concedió Fernando de la Cierva (Murcia, 1958). Ha publicado recientemente la novela Entonces supe que iba a morir (Alfar). Si el apellido os suena, os diré que sí, que su abuelo paterno fue Juan de la Cierva

  En cuanto a la novela, la idea al parecer partió de un lugar en Murcia que el autor recorre frecuentemente haciendo ejercicio. Ese será el punto de partida de esta historia, una joven haciendo footing y alguien que la vigila con aviesas intenciones. De la Cierva me contó que es un firme defensor de que en el mundo hay más bien que mal. Le creo. Por eso, habrá que leer no solo esta entrevista, también su novela Entonces supe que iba a morir.


  P.: Creo que en sus dos novelas, Un invierno en Filadelfia (Alfar, 2020) y esta, hay un gran componente de verosimilitud, de referencias verídicas. No en vano Entonces supe que iba a morir está ambientada en Murcia —ciudad que conoce bien— y algunos de los personajes inspirados en personas reales. Coméntenos esos guiños a compañeros de oficio y, en especial, al del personaje de la doctora Pearson. “...No deja de ser en ciertos aspectos un reflejo mío”, comenta en las notas del autor. 

  R: Pienso que todos los escritores, en mayor o menor medida, basamos ciertos aspectos de nuestros personajes en otros reales. Al menos en mi caso, acaban resultando como un puzle en el que cada característica la he sacado de alguien a quien conozco. He querido al principio de la novela despejar las dudas al respecto (también por los equívocos que en ese sentido pudiesen surgir entre los compañeros del hospital). Como digo al principio del libro en la doctora Pearson, por ocupar en la ficción el mismo puesto que ocupo yo en la vida real, he volcado mis experiencias laborales y buena parte de mi personalidad. 

  P.: Frente a las rural noir y la novela criminal localista —que parece haber tenido cierto tirón en nuestro país—, en Entonces supe que iba a morir la trama no solo mira a la bella ciudad de Murcia. Nos traslada también al frío escandinavo. ¿Qué le llevó a tramar esta línea a la hora de plantear esta historia?

  R: Precisamente porque no quise hacer una novela localista elegí hacerles un homenaje a los escritores nórdicos de novela negra. Me aproveché de un viaje que realicé hace unos años a los países escandinavos, desde Dinamarca hasta Finlandia pasando por Noruega y Suecia, para describir y ambientar parte de la narración en unos escenarios que tengo todavía muy frescos en mi memoria.

  P.: Le propongo que nos comente un pasaje bastante representativo de los temas de su novela. Concretamente ese en el que leemos: “...la mayoría de la gente piensa que el mal no existe y cuando se dan cuenta de su error, lo que más les cuesta asimilar es que el causante de algo horrible sea alguien a quien conocen”.

  R: Creo que de alguna manera todos somos conscientes de que el mal existe. Lo leemos en los periódicos y lo vemos y escuchamos en los informativos. De cualquier forma, soy un firme convencido de que en el mundo hay mucho más bien que mal, aunque el mal es noticia y el bien pocas veces lo es. Lo que en ningún caso tenemos asimilado es que el mal pueda producirse en nuestro entorno. Eso nos descoloca.

  

  P.: Como imagino que habrá tenido que documentarse para la parte técnica, la jurídica y policial, querría preguntarle por la labor actual de la investigación científico-pericial enfocada a bucear en las redes sociales de los sospechosos o las víctimas. Casi parece que estas sean o se hayan convertido en un arma de doble filo; no sé qué opina sobre ello dentro y fuera de su novela. 

  R: Pienso que la novela policíaca se va transformando a medida que los medios para obtener pruebas de los delitos van evolucionando. Después de las deducciones racionales y los testigos pasamos a las huellas dactilares, luego llegó el ADN y los reactivos y ahora estamos en la época del rastro que todos dejamos en el ciberespacio. Seguro que el futuro nos deparará nuevas sorpresas. La delincuencia también se irá adaptando a los nuevos tiempos, y lo que primero fue limpiar las huellas o eliminar a los testigos, más tarde fue limpiar los restos humanos con lejía, y hoy corremos el riesgo del hackeo y para la eliminación de pruebas o para la inculpación de un inocente.

  P.: De algún modo creo que hay un guiño a la literatura nórdica negra, no en vano introduce una cita del escritor Henning Mankell… No muy lejos de otros nombres entre los que se encuentra el del también murciano Jerónimo Tristante. Háblenos de esas alusiones y, si gusta, de la ávida lectora Ana que escogió la cita en cuestión.

  R: Tengo la suerte de tener unos hijos que son unos ávidos lectores. Entre ellos Ana, mi hija menor, es la que más novela negra y policíaca lee y le pedí que me echase una mano. No dudó en buscar esa cita de Henning Mankell que tenía tan reciente. “La barbarie siempre tiene forma humana”. “Eso es lo que hace que sea tan inhumana.”



  Fernando de la Cierva Bento nació en Murcia en 1958. Estudió Medicina y se especializó en Otorrinolaringología. Entre 2009 y 2016 fue profesor asociado de la Universidad de Murcia. Actualmente trabaja en el Hospital General Universitario Reina Sofía de su ciudad, del que es el Director Médico. Ha escrito numerosos relatos breves, entre los cuales “La tapia” y “Asquerosas palomas” fueron premiados en sendos certámenes de la Academia de Médicos Escritores y Artistas de la Región de Murcia. En 2015 publicó un compendio de relatos cortos bajo el título de “Catálogo de buenos recuerdos” (Editorial Dauro). También es autor de la novela corta “La niña que hablaba con las águilas”, así como de las novelas “El Patólogo” y “La muerte súbita”, esta última escrita conjuntamente con el periodista y escritor Enrique Morales Cano. En 2020 publicó con Ediciones Alfar la biografía novelada “Un invierno en Filadelfia. Juan de la Cierva y su Autogiro”. En 2021 ha sido coautor del libro “Murcia a vista de haiku”, de Editorial La Fea Burguesía.


  Entonces supe que iba a morir. Fernando de la Cierva. Ediciones Alfar.


lunes, 19 de diciembre de 2022

La voz de Nueva York. Entrevista a Ezequiel Ramos

Mi entrevistado esta semana es el ilustrador de los relatos La voz de Nueva York (Traspiés), del escritor norteamericano William Sidney Porter, más conocido por el seudónimo literario de O.Henry

  Ezequiel Ramos (Barcelona, 1971), es Técnico Superior en Educación infantil y Graduado en Bellas Artes. Su pasión por el dibujo y la pintura está estrechamente ligada a su pasión por los niños. Es colaborador de diversas publicaciones, como La Tundra revista, editada en Londres. Ha publicado como ilustrador, entre otros, los siguientes álbunes: «Arturo y las manzanas» (Editorial Uno), «Cosita y Bichejo aventuras en Madrid» (Editorial Nube de Papel) y «Peloestrella». 


  P.: ¿Cómo llegaste a este proyecto, a La voz de Nueva York, de la editorial Traspiés?

  R.: Pues llegué a través de una ilustración que hice como propuesta a un fragmento de texto de este libro que nos mandó Traspiés a un curso de álbum ilustrado en Madrid, hace dos años, justo antes de la pandemia. Al final del curso, Traspiés que colabora con Billar de letras, buscaba un ilustrador para este libro y varios del mismo nos presentamos como candidatos, siendo yo elegido como el ilustrador de los textos de O.Henry.

  P.: No sé si ya habías leído antes al autor de estos relatos, a O.Henry

  R.: No lo conocía, ni había leído nada suyo antes. Y para mí fue un giro a mi carrera como ilustrador, porque hasta el momento sólo me había dedicado a ilustrar libros infantiles y álbumes ilustrados.

  P.: En todo caso, ¿qué te parecieron los recogidos en esta antología cuando los leíste?

  R.: Me gustó ilustrar algo totalmente diferente. Y al mismo tiempo, fue un reto para mí cambiar mi estilo de ilustración para acompañar los relatos de O.Henry tan llenos de ironía.

  P.: La imagen de la portada coincide con una interior, de uno de los relatos. ¿Por qué no pensaste en una diferente o independiente para la portada?

  R.: Pues resulta que la hice como ilustración interior para uno de los textos de este libro y cuando terminé y tuve que hacer la portada, me parecía que era muy adecuada para resumir en la cubierta todo el interior del libro y por eso la propuse como portada y a la editorial les pareció buena idea.

  P.: En las ilustraciones vemos a los personajes con vívidos detalles, a todo color, no sé si atreverme a utilizar el adjetivo naif. ¿Cómo te imaginas esa ciudad, en la época en la que están ambientados los relatos de O.Henry?

  R.: Me la imagino en blanco y negro o en tonos grises. Pero quise darle un contrapunto y utilizar colores para no hacer el libro demasiado “gris”

  P.: Además de los personajes aparece, obviamente, la ciudad. Destaco esos segundos planos, esas sombras de los edificios, algunos elementos icónicos como en las de La derrota de la ciudad, Extraditada de bohemia o Una comedia elástica? Coméntanoslo, desconociendo, de igual modo, si has estado alguna vez en La Gran Manzana.

  R.: No he estado nunca en New York. Pero me encantaría conocerlo. Algún día sé que viajaré a esa maravillosa ciudad donde todo es posible. 

  »Y los edificios de mis ilustraciones en este libro son sombras alargadas que aparecen en un segundo plano marcando la verticalidad de una ciudad como es New York en la que la gente vive y trabaja en enormes rascacielos que rozan el cielo y dan esa sensación y ritmo de vértigo en la que está inmersa esta ciudad y sus habitantes.

  

P.: Hay una frase peliaguda en el relato El asesino de tontos. Me refiero a «No hay nada más despreciable sobre la tierra que un artista visto con los ojos del autor cuyas historias ha ilustrado.» Por una parte me ha recordado aquello de: “Traduttore, traditore” o a cuando se lleva al cine con poco éxito una buena novela. Háblanos de los desafíos del ilustrador, del compromiso, a la hora de poner imágenes a un texto literario tan abierto a la imaginación.

  R.: Creo que los desafíos son siempre los mismos, se ilustre lo que se ilustre. Siempre el autor se imagina lo que escribe de una manera y el ilustrador de otra totalmente distinta o a veces muy parecida, pero siempre aportando algo nuevo. Esto es muy enriquecedor porque así le damos al lector otra perspectiva de la historia. 

  P.: En la sinopsis de contraportada leemos que tus ilustraciones ofrecen una perspectiva “irónica” de la ciudad de New York. ¿Hay ironía en tus ilustraciones? ¿Cómo las describirías en su conjunto?  

 R.: Son irónicas y un tanto burlescas. Pienso que era la mejor forma de acompañar el texto de O.Henry.

  P.: Creo que a la hora de dar forma y color a una ilustración literaria habrá que tener en cuenta aspectos tales como el espacio, la composición, el encuadre, el punto de vista o la perspectiva… Dado que el título del libro es La voz de Nueva York, ¿cuál sería para ti la voz de la ciudad si tuvieras que describirla con un sonido, una canción, una fotografía, una palabra...

  R.: A la hora de ilustrar un libro es muy importante saber el espacio que ocupa el texto y donde va a ser colocada la ilustración para hacer una composición y encuadre de la imagen que resalte siempre el texto y armonicen ambas a la par. Es complicado conseguir esta simbiosis, pero cuando se produce ocurre la magia…

  »La voz de Nueva York creo que es un grito, un sonido atronador como el claxon de un taxi en medio de un atasco en la gran manzana. Una canción de amor bajo la luna en el último piso del rascacielos más alto de la ciudad. La foto de la estatua de la libertad. O la palabra “vértigo”.


  La voz de Nueva York. O.Henry. Ilustr.: Ezequiel Ramos. Trad.: María Teresa Sánchez. Ediciones Traspiés.


jueves, 15 de diciembre de 2022

Figuras ocultas. Jason Rekulak

Nada más seductor para las y los amantes de la literatura de terror que las historias de casas encantadas. En la narración de Figuras ocultas (Nocturna), de Jason Rekulak, hay una casa aparentemente normal, con piscina y una casita contigua a esta en la que se hospedará Mallory Quinn. Ella será la protagonista de esta historia de la mano del pequeño Teddy. 

  Mallory ha aceptado ser la niñera de Ted y Caroline Maxwell. Y todo irá genial al principio, claro. A sus cinco años, Teddy es adorable, tímido; fascinado por cuanto le rodea, lo plasmará en su cuaderno de dibujos. He ahí otro elemento subyugante para los amantes del género: los niños y sus dibujos. Sobre todo cuando esos inocentes dibujos empiezan a volverse... siniestros. La edición de  Figuras ocultas en España viene con ilustraciones de Will Staehle y Doogie Horner. 

  En uno de esos dibujos de Teddy, aparece, por ejemplo, una mujer de aspecto extraño, ¿quizá su amiga imaginaria? A través de la narración de Mallory comenzaremos a sospechar de la autoría de esos dibujos. En especial cuando uno de ellos muestre a un hombre que va arrastrando un cuerpo en medio de un bosque. Y de una manera tan realista y de una destreza inusual para la edad de Teddy. Las leyendas de la casa comenzarán a tomar protagonismo aunque Mallory no se nos muestre muy fiable como narradora. También ella como la propiedad en la que viven tiene su pasado. 

  

  Antes de aceptar el trabajo de niñera para los Maxwell salió de un proceso de rehabilitación por su pasada adicción a las drogas. ¿Dónde empieza la realidad y dónde la imaginación? ¿Son realmente de Teddy esos dibujos? ¿Quién es la siniestra mujer que aparece en ellos? 

  Si te gustan las historias como Cuando el círculo se cierra, del recientemente fallecido Peter Straub; La maldición de Hill House, de Shirley Jackson; Otra vuelta de tuerca, de Henry James o El misterio de Wraxford Hall, de John Harwood… te gustará Figuras ocultas. Esta novela ha obtenido un gran éxito de crítica y ventas habiendo sido traducida a una veintena de idiomas. 


  Jason Rekulak nació en Nueva Jersey, Estados Unidos, y en la actualidad reside en Filadelfia. Ha sido durante muchos años editor del sello independiente Quirk Books. En 2017 publicó su primera novela, La fortaleza imposible


  Figuras ocultas. Jason Rekulak. Trad.: Ana Isabel Sánchez. Nocturna Ediciones.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Borrachos. Edward Slingerland

Desconozco si Edward Slingerland, el autor de Borrachos. Cómo bebimos, bailamos y tropezamos en nuestro camino a la civilización (Deusto, 2022), mientras tecleaba el contenido de su libro en el ordenador tenía sobre la mesa una copa de vino. Lo cierto es que le ha salido un libro muy resultón, muy sesudo y con un enfoque de los que quita el hipo. Valga el guiño, claro. 

  Borrachos… es una obra divulgativa que ‘bebe’ de diversas fuentes sin llegar a embriagar, pues para eso ya nos invita Slingerland a pasarnos al final del tomo por la barra libre de bibliografía y alrededores. Como digo, este sinólogo y filósofo canadiense-estadounidense escancia entre las páginas de Borrachos... una serie de argumentos a partir de evidencias no solo de la de genética, sino de la arqueología, la literatura, la historia, la neurociencia, la psicofarmacología o la psicología social. Y todo para llegar a responder o respondernos, la gran pregunta: ¿por qué nos emborrachamos? En realidad, la pregunta más amplia sería la de por qué los seres humanos hemos recurrido desde siempre a sustancias alteradoras de la conciencia. 

  Ya en la introducción, Slingerland pone un trago corto al debate sobre si la embriaguez es algo genético, adaptativo. “Somos buscadores de placer desde tiempos inmemoriales”, prorrumpe con un sentido del humor que salpica este libro sin perder rigor científico en sus postulados. Su argumento central, comenta, es que “emborracharse , colocarse o alterar la cognición debe de haber ayudado a las personas a sobrevivir y prosperar, y a las culturas a perdurar y expandirse.” Ahí es nada. No solo no cree que el alcohol no es un error evolutivo. 

  Slingerland cree que “fue un factor crucial para desencadenar el auge de las primeras sociedades a gran escala.” No es de extrañar así que afirme que quedan muchas incógnitas por desvelar o que “hemos de reevaluar los beneficios históricos de la intoxicación, en el ámbito personal y colectivo.” En resumen, un libro sobre cómo el alcohol en particular y algunas sustancias intoxicantes de rondón han tenido su función (alguien diría que también su utilidad) en el moldeo de nuestras sociedades tal y como las conocemos. Toca así ponerse cómodo y paladear este Borrachos... solos o en buena compañía, la siguiente ronda corre de mi parte. 


  Edward Slingerland (Nueva Jersey, 1968) estudió en Princeton, Stanford y Berkeley. Es académico universitario distinguido y profesor de filosofía en la Universidad de Columbia Británica, donde también ostenta cargos en los departamentos de Psicología y Estudios Asiáticos. Ha publicado numerosos libros y artículos especializados en revistas académicas, además de participar en la edición de distintos monográficos de psicología, ciencia cognitiva o estudios sobre religión. Es un firme defensor del diálogo y la integración entre las ciencias y las humanidades.

  Borrachos. Cómo bebimos, bailamos y tropezamos en nuestro camino a la civilización. Edward Slingerland. Deusto.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Una historia de agua. Gonzalo Calcedo

Gonzalo Calcedo firma Una historia de agua (Traspiés). La obra fue presentada al Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite 2022 quedando finalista por su calidad literaria. 

  Lo primero que descubrimos en esta novela ambientada a mediados de los años cuarenta en un pueblo del país vasco francés es a unos cuerpos varados en la playa. Las autoridades locales sospecharán que son soldados alemanes a pesar de que no lleven uniformes. El frente de batalla está lejos y Phillippe, el jefe de la resistencia contra los nazis, parece señorearse entre los habitantes del pueblo. 

  El mar y su rudeza también se imponen en la forma de ser de los mariscadores y gentes ariscas labradas por el paisaje y, con la guerra como telón de fondo, frente a los desertores y los colaboracionistas. Ahí surge otro personaje clave: la adolescente Lisette, hija de unos padres a los que el pueblo desprecia por esa deslealtad. 

  Como en la propia vida no hay malos ni buenos perfectos; hay miedo y castigo, la ambigüedad y la avaricia medran como un mar oscuro, como una ola gigante que parece cubrir a quien se acerque demasiado a su orilla. La búsqueda de la esperanza, de la felicidad, no se ve igual ante los escépticos ojos de Lisette que ante los de su hermana Marion, quien mantiene una relación con Phillipe, ansiando escapar a París. O ante los del brigada Climent, a quien le tocará investigar el hallazgo de los cuerpos a la playa. 

  El mal y la tragedia navegan en el mismo mar, en la misma frágil embarcación de madera donde se agarran como pueden los personajes de esta historia, enfrentándose a sus decisiones quizá egoístas, hipócritas o decepcionantes. Cada personaje de Una historia de agua es una gota de agua salada, no un grano de arena, se apoya en el resto en un pueblo tan pequeño como Le Crozac, fronterizo, como lo es -o lo será- el final de la guerra. Una contienda que ha hecho surgir las miserias escondidas de la naturaleza humana como el marisco que recogen con sus manos cuando se retrae la marea.  

  Una historia de agua es un ejercicio de libertad, de crítica a la sociedad actual y, en cierto modo, a lo más telúrico y atávico de los seres humanos incapaces a menudo de enterrar a sus muertos y a sus fantasmas personales.


  Gonzalo Calcedo Juanes nació en Palencia en 1961, y actualmente reside en Santander. Autor de dos docenas largas de obras, publicó su primer libro de cuentos, “Esperando al enemigo” en 1996, le siguieron: “Otras geografías” (1998) y “La madurez de las nubes” (1999), “Apuntes del natural” (2002), “La carga de la brigada ligera” (2004), “El peso en gramos de los colibríes” (2005), “El prisionero de la Avenida Lexington” (2010). También ha publicado la novela “La pesca con mosca” (2003). Ha obtenido, entre otros galardones, el  premio NH Vargas Llosa al mejor libro inédito (1996), el Premio Alfonso Grosso al mejor libro de relatos (2005), el Premio Tiflos de cuentos, el Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real (2017) o el Premio Caja España.

  Una historia de agua. Gonzalo Calcedo. Traspiés.

  Puedes leer la reseña de Senectus Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real aquí.

lunes, 21 de noviembre de 2022

La medusa inmortal. Nicklas Brendborg

Uno de los retos científicos más antiguos, sin duda, es el tema de fondo de este ensayo divulgativo titulado La medusa inmortal (Destino), de Nicklas Brendborg. Me refiero al de la búsqueda de una vida larga y saludable. 

  Los investigadores han estudiado a seres grandes y pequeños aportando valiosos conocimientos a la medicina moderna. Aunque quedan muchos más por sernos revelados. Brendborg plantea este libro como un viaje, usa un lenguaje cercano, hasta divertido, pero bien apoyado en fuentes bibliográficas para llevarnos hacia ese reto de conseguir sino la inmortalidad, al menos vivir más y mejor. No todos envejecemos igual en nuestro planeta azul, nos ilustra Brendborg desde los primeros capítulos. Los humanos envejecemos de manera exponencial. A partir de la pubertad empieza el envejecimiento. Tras esta, lo creamos o no, el riesgo de muerte empieza a incrementarse año tras año. Un riesgo que llega a duplicarse aproximadamente cada ocho años. 

  ¿Y nuestros vecinos los animales? ¿También envejecen por igual? La respuesta es obvia. Por norma general, los animales grandes viven más que los pequeños, aunque hay honrosas excepciones y ahí es donde los científicos sacan la lupa, metafóricamente. Hay animales, por ejemplo, que pasan largos periodos de tiempo sin envejecer o que envejecen hacia atrás. La pequeña medusa que da título a esta obra, la Turritopsis es capaz de invertir su proceso de envejecimiento, incluso podría repetir ese proceso de antienvejecimiento una y otra vez. 

  Cabría pensar en la posibilidad de que el envejecimiento estuviera determinado genéticamente. Ello explicaría no solo que algunas especies animales (y vegetales) vivan más, sino la posibilidad de alterar a nuestro favor estos genes para lograr el objetivo de fondo. ¿Por qué hay personas que viven más que otras? ¿Verdaderamente hay zonas de nuestro planeta donde la esperanza de vida es mayor? Y, si es así, ¿por qué razón? ¿Serviría con mudarnos a esas zonas para alargar nuestra esperanza de vida? 

  Justamente si nos fijamos en ese parámetro afín al envejecimiento, el de la esperanza de vida, a los países del sur de Europa les va mejor que a los del norte según las estadísticas. Por ejemplo, España, Chipre e Italia tienen esperanzas de vida más alta que países como Alemania, Reino Unido o Dinamarca. Volviendo a los genes, tan en boga las últimas décadas por los descubrimientos científicos publicados y divulgados, podría pensarse eso, que hay un fuerte componente genético en lo relacionado con la longevidad y la esperanza de vida. 

  Leemos en La medusa inmortal que según algunos estudios, la heredabilidad de la longevidad no está tan influenciada por los genes como podría pensarse tentativamente. En esa línea de investigación, lo que sí parece claro es que existe cierta relación entre longevidad y el sistema inmunitario. Como también parece existir otra relación: la que une al metabolismo y el crecimiento. Como no dejan de ser datos y cuestiones técnicas, me toca animaros a seguir leyendo este libro, a descubrir que es eso de las células zombis y cómo librarnos de ellas. O a zambullirnos en la tercera parte de libro, la que habla de consejos para una vida larga y feliz, por ejemplo, cuidando nuestra alimentación y nuestra mente. 

  Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario. Arthur Schopenhauer.


 Nicklas Brendborg (Dinamarca, 1996), estudiante posdoctoral de Biología Molecular en la Universidad de Copenhague, es uno de los científicos investigadores más prometedores de su campo. Es miembro del Programa de Talento Científico Internacional Novo Nordisk y del Programa Novo. Publicó su primer libro, Top student, en 2015, y es coautor del bestseller internacional Supertrends, con más de 40.000 ejemplares vendidos. La medusa inmortal, su primer ensayo divulgativo en solitario, ha sido un bestseller en Dinamarca y se ha traducido en dieciocho países.

  La medusa inmortal. Nicklas Brendborg. Ediciones Destino.

lunes, 14 de noviembre de 2022

La llamada de Cthulhu. Entrevista a Ángel Pareja

Esta semana quiero compartir con vosotros una entrevista muy interesante porque gira en torno a un tema que me fascina y, de fondo, a un autor de culto para quienes sentimos fascinación por la literatura de terror. Que mi entrevistado mencionase a Kafka ha sido el summun. 

 Desde aquí expresar mi agradecimiento a Ángel Pareja y a David Grande, de Verbum editorial. Un saludo muy especial a Beatriz Troitiño, fan incondicional de El solitario de Providence. 


  P.: Empecemos por el principio, ¿cuándo y cómo surge la idea de llevar al cómic la novelette La llamada de Cthulhu, de H P Lovecraft, publicada por primera vez en febrero de 1928? 

  R.: Me atraía la idea de adaptar uno de sus relatos. Lo comenté con el editor y estuvo de acuerdo. Luego tuve que decantarme por cuál de ellos hacer. Los que llegaron al final con opciones fueron La sombra sobre Insmouth y La llamada de C'thulhu. Cada uno tenía pros y contras. Finalmente, me decidí por el segundo por algo tan banal como que me apetecía dibujar a C'thulhu, ofrecer mi visión del primigenio.

  P.: Siento curiosidad… ¿cuándo leyó a Lovecraft por primera vez? ¿Qué le llamó la atención del peculiar estilo narrativo de El solitario de Providence?

  R.: Tendría yo unos veinte años. En cuanto al estilo narrativo de Lovecraft, recuerdo que al principio no me gustó demasiado, su prosa era recargada, bastante anticuada. Tiempo después, leyendo su biografía, entendí muchas cosas. Supe que apenas pisó una escuela y que sus maestras fueron las antiguas novelas que estaban en la biblioteca familiar.

 

  P.: El inicio de la obra original, la de 1928, casi parece evocar una idea contenida en el Génesis bíblico. Me refiero a la de la felicidad asociada con la ignorancia, solo que Lovecraft hace hincapié en el daño hecho por la ciencia y el que aún podría hacer si se revelasen ciertos secretos. ¿Qué opina?

  R.: Nunca se me había ocurrido verlo de esa manera. Habría que preguntarle a Lovecraft si esa era su intención. Haciendo una Ouija, tal vez.

  P.: Con la publicación de La llamada de Cthulhu, Lovecraft hizo aparecer por vez primera a la criatura C´thulhu. Posteriormente le dio continuidad con el ciclo de Los mitos de Cthulhu. ¿Qué recomendaría leer a continuación de este cómic a quienes se sientan atraídos por el horror cósmico de Lovecraft?

  R.: La mayor parte de los relatos de Lovecraft giran sobre la misma idea. La horrible realidad que permanece oculta e ignorada por la mayoría de la gente y de cómo, por casualidad o accidente, una persona tropieza con ese horror y generalmente acaba enloqueciendo. La mayoría de los protagonistas de los relatos de Lovecraft acaban suicidándose o encerrados en un psiquiátrico al no poder su mente soportar aquello que han descubierto. El propio padre de Lovecraft murió encerrado en una de esas instituciones para enfermos mentales cuando él era un niño y probablemente esa circunstancia condicionó toda su vida.

  P.: C´thulhu, la ciclópea entidad cósmica se representa a la vez como un pulpo, un dragón y la caricatura de un ser humano... ¿Cree que hay algo en ella de otra criatura, también mitológica, como el Kraken

  R.: En verdad, Lovecarft era muy vago en las descripciones de sus criaturas. Lo hacía a propósito, ya que consideraba que intuir, vislumbrar el monstruo produce más miedo que verlo claramente. En eso coincide con Kafka y su Metamorfosis.

 P.: ¿Qué tiene C´thulhu para que desde su “aparición” en 1928 haya sido referente en la música (especialmente en el thrash metal) en la literatura, en juegos de rol, videojuegos o en el cine?

  R.: En cuanto a su influencia posterior y adaptación a diferentes formatos, cine, televisión, música, cómic, juegos de rol...(yo mismo fui asiduo jugador del RPG La llamada de C'thulhu) entiendo que es debida a que somos muchos a los que su obra nos parece fascinante. Lovecraft fue un escritor adelantado a su tiempo, demasiado adelantado. Tal vez por eso no obtuvo el reconocimiento que merecía en vida.


  Ángel Pareja contaba quince años cuando escribió y dibujó su primer cómic. A la edad de veintiún años gana el segundo premio organizado por Josep Toutain, siendo su primera publicación una serie de historietas para Ediciones B, en la revista Super Zipi y Zape, de un personaje llamado Sustito, trasunto de niño vampiro que mora en un cementerio abandonado con un zombi bonachón llamado Franky, concretamente el de la revista Creepy. En la segunda época de este mensual aparecen sendas historias cortas de terror que llevan su firma en Zona 84, Creepy, Totem… Publicando también en el suplemento dominical infantil del diario ABC Blanco y Negro GUAY, con la cabecera Los Vampérez.


   La llamada de Cthulhu. Ángel Pareja. Verbum editorial.

jueves, 10 de noviembre de 2022

La colina del Telégrafo. Entrevista a José Luis Muñoz

Siempre es un placer leer a mi colega José Luis Muñoz. Cuánto más poder disfrutar intercambiando impresiones, como en este caso, en forma de entrevista. Al caer en mis manos su última novela La colina del Telégrafo (Distrito 93), no he podido resistirme a compartir con vosotros esta entrevista mucho mejor que una reseña subjetiva acerca de la novela. Agradecido a José Luis y a la editorial, no menos agradecido a vuestros comentarios y sugerencias. 


  P.: ¿Por qué escribir una novela negra situándola en San Francisco a finales de los 80? 

  R.: Quería ser fiel a mí mismo. Fue en esa época, ya lejana, cuando viajé a la ciudad, así es que esa era la visión que yo tenía de San Francisco en el año en que se ambienta la novela. Por otra parte, esa época me daba mucho juego para introducir una serie de temas subyacentes: la epidemia del SIDA, que entonces era muy virulenta, y especialmente en el barrio en el que se ubica la novela, el Castro, que era, además, el barrio de los gays y lo sigue siendo; una situación muy complicada a nivel social derivada de que el anterior inquilino de la Casa Blanca, el ultraliberal Ronald Reagan, había abierto las puertas de los establecimientos psiquiátricos, con lo que el número de vagabundos de la ciudad, particularmente alto, creció de forma exponencial; y, por último, los coletazos de esa guerra absurda y tan cruenta que fue la de Vietnam, que, aunque hacía muchos años que había terminado, estaba muy viva en el imaginario colectivo estadounidense.

  P.: No me ha pasado desapercibido que el protagonista de La colina del Telégrafo sea un agente de policía afroamericano homosexual. Querría preguntarte por los estereotipos en la literatura, en especial en el género negro clásico y en el actual.

R.: Quería que el protagonista tuviera esas características raciales y sexuales que apuntas para romper los estereotipos que abundan en el género, con policías con características muy masculinas, fornidos y violentos.  Quería que llamara la atención del lector ese personaje que se va a ligar a saunas y tiene una pareja más o menos estable con la que tiene discusiones como sucede con cualquier pareja heterosexual. Situándolo en el contexto de San Francisco y en el Castro, que es el barrio gay de la ciudad, no es tan chocante. Lo de que fuera negro era romper una lanza por la integración racial en ese país que vemos un día sí y otro también que no funciona. Mad Walker es desenfadado, a veces encantador, sofisticado, odia los métodos violentos, se equivoca muchas veces en sus intuiciones, acepta sus fracasos y es, en definitiva, muy humano, muy lejos de los superhéroes a los que nos tienen acostumbrados las novelas policiales o las películas. Pero tampoco es un angelito. Tiene su pasado oscuro, precisamente en la guerra de Vietnam en la que combatió. 

  P.: Nuevamente, hay un buen puñado de referencias cinematográficas en esta novela. Casi un sello de la casa, a ninguno de tus lectores fieles nos sorprende ya. Hoy sí quiero preguntarte por la relación entre la industria cinematográfica y el sida. Lo leemos en un pasaje, al hablar de un actor norteamericano mítico. Que nos dieras tu opinión al respecto contextualizando la trama de La colina del Telégrafo.

R.: Con el tema del SIDA, que sobrevuela en La colina del Telégrafo, la sociedad fue muy hipócrita en general. Recuerdo, al principio, que era fácil escuchar en ambientes conservadores que los homosexuales se tenían bien merecido esa especie de castigo divino que los diezmaba por su conducta inmoral y prácticas contra natura. Este discurso duró hasta que el SIDA también empezó a hacer estragos entre los heterosexuales y personalidades como Rock Hudson, el eterno galán que iba de macho alfa, o Freddy Mercury lo contrajeron y fallecieron. Conviene recordar esa epidemia letal y el comportamiento ambiguo de la sociedad que fue muy diferente frente al Covid. Hay quien todavía cree que el SIDA fue una plaga divina para limpiar de pecadores la faz de la tierra. Al enfermo de SIDA se le estigmatizó a conciencia, haciéndolo sentir culpable de su propia enfermedad. De hecho, conocidas personalidades que murieron de esa enfermedad en nuestro país ocultaron la causa de su muerte.

  P.: Uno de los personajes de La colina del Telégrafo echa pestes de su ciudad. La tilda de “asquerosa, putrefacta”. Es más, añade que es “la ciudad más europea del país. La ciudad está infectada de maricas y de sida”. No sé si el concepto que tenían entonces de Europa en los EUA ha cambiado. Me consta que hay quien piensa que Frisco es la una de las ciudades más bellas del mundo. 

  R.: Frisco, como dices, es una de las ciudades más bellas del mundo. Esa opinión, que pongo en boca de un personaje secundario, todavía persiste en buena parte del país, en esa América profunda, ultrarreligiosa y ultraconservadora, mayoritariamente blanca, que desprecia a los recién llegados latinos que ponen en peligro su identidad wasp (white anglo-saxon protestant) de la que se sienten tan orgullosos. Es ese segmento social que en el siglo pasado linchaba negros que ahora asesinan policías de gatillo fácil que actúan con una total impunidad salvo puntuales excepciones. El caso Floyd acabó con la condena de sus asesinos por las protestas sociales que generó a raíz de la difusión del video, pero más tarde asesinaron en Ohio a Jayland Walker por una infracción de tráfico con sesenta disparos, que ya son, y no pasó nada. La sociedad norteamericana es mucho más compleja que la europea porque todavía no se ha labrado una verdadera identidad por su misma composición tan heterogénea a nivel cultural y racial. Para una parte de los estadounidenses, Europa es una entelequia incomprensible, nuestra laicidad choca frontalmente con sus constantes invocaciones a Dios por parte de esos sectores conservadores herederos directos de los pioneros que conquistaron el país a sangre y fuego.  Pero hay una infinidad de naciones dentro de Estados Unidos. Uno viaja a Nueva Orleans y cree estar en una ciudad del Tercer Mundo, y lo mismo ocurre con determinadas zonas de Nueva York. 

 

P.: “Es importante asumir el pasado”, dice uno de los personajes. Gracias a asumirlo dice no tener pesadillas y poder dormir tranquilo, aunque también leamos un crudo relato sobre ese “pasado” en Vietnam. En el caso del detective Walker, no es así. Una experiencia traumática le persigue. ¿Qué podemos contarle a los lectores al respecto sin desvelar en exceso?

  R.: Dos formas de enfrentarse a la pesadilla, la del psicópata fanático y patriota que obtiene un oscuro placer matando por su país, y la del que aquello le horrorizó y traumatizó. Mad Walker, el detective protagonista de La colina del Telégrafo, estuvo en Vietnam y protagonizó, o fue testigo, de determinadas acciones de las que no se sienta nada orgulloso. Tiene pesadillas recurrentes, duerme mal, los asesinatos de las muchachas vietnamitas le hacen revivir de nuevo ese horror con el que debe vivir. Hay otros personajes, en cambio, que se enorgullecen de lo que hicieron, de los crímenes de guerra que cometieron por el bien de Estados Unidos. Patriotas sin entrañas, que los hay. Toda guerra en sí, salvo si es para defenderte de una agresión, es criminal, y lo estamos viendo ahora con la invasión de Ucrania y esos soldados rusos que asesinan a civiles impunemente porque la guerra les da carta blanca para hacerlo, desata los peores impulsos. 


  Para quienes no le conozcan, pues ya es un “viejo” inquilino de Maleta de libros, os dejo estos enlaces.

  La bahía humeante. Entrevista a José Luis Muñoz

  El mokorero del Okavango. Entrevista a José Luis Muñoz


  La colina del Telégrafo. José Luis Muñoz. Distrito 93.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

El legado. Entrevista a Miguel Pajares

A menudo hay títulos de libros que nos evocan a otros libros, películas, etc. Si llegáis a El legado (Alrevés), de Miguel Pajares (Palencia, 1950), lo primero es comentar que nada tiene que ver con la saga literaria de fantasía heroica escrita por Christopher Paolini. Ni con los films dirigidos por Richard Marquand o por Marco Serafini em 1978 o en 2018, respectivamente.  

  Pajares es un experto em migraciones climáticas y aborda em esta novela muy bien tramada el tema de la explotación del continente africano por grandes corporaciones y cómo eso nos afecta al común de los mortales. Os dejo la entrevista y como de costumbre, un enlace si queréis seguir leyendo más sobre El legado y su autor. 


  P.: Entre los personajes que mueven la trama de El legado tenemos, por una parte, a Tony Barcino y, por otra, a Arcadio Rosales. Aunque no llegarán a conocerse se me antojan que tienen más cosas en común que lo aparente: su “amor” por Pepa Rosales. ¿Es así?

  Inicialmente, esos dos personajes masculinos tienen pocas cosas en común, uno, Arcadio Rosales, es un científico de renombre mundial muy implicado en la lucha contra el cambio climático que ha estado ayudando a las grandes multinacionales a definir sus objetivos climáticos; mientras que el otro, Tony Barcino, es un hacker que procede de la mafia italiana. Pero, como usted señala, van a verse vinculados por Pepa Rosales. Ella es la que impulsa la investigación sobre el pasado de su padre  después de muerto, y establece una relación con Tony que, inicialmente, tiene mucho de sexo pero poco de amor. Es esto lo que va cambiando en la novela. A su vez, Tony Barcino llegará a comprender, al menos en parte, las reflexiones de Arcadio Rosales sobre lo que se hace y lo que no se hace en la lucha contra el cambio climático. Al final, la acción climática emerge como interés de Tony Barcino y eso es algo que acabará teniendo en común con Arcadio Rosales.

  P.: El legado está contada en contrapunto, con una narración en presente y pasado intercalada. Una trama con numerosos secretos, algunos personales. Ello me lleva a preguntarle, también un poco al hilo de su profesión, por la naturaleza humana y los secretos que solemos guardar y solo desvelamos a veces en la intimidad y, otras, cuando ya no estamos aquí, como sucede en su novela.

  Los secretos son parte indisociable de nuestro desarrollo humano y cultural. Nadie lo cuenta todo, ni siquiera a los seres más cercanos, porque el relato que hacemos de nosotros mismos ayuda a configurar cómo nos vemos. Explicamos las cosas de forma que podamos reforzar ese relato y, a menudo, de manera casi inconsciente, nos guardamos aquello que no nos gusta de nosotros mismos. Pero, además, en la literatura los secretos son una de las fuentes que la alimentan. Cuando leemos un libro, vamos encontrando aspectos poco explicados que nos invitan a seguir leyendo para acabar de conocerlos al completo. Y, a menudo, los secretos personales solo son desvelados cuando profundizamos en la intimidad de los personajes. En esta novela lo que vamos descubriendo es quién fue Arcadio Rosales, qué evolución tuvo como persona y quién le influyó en esta transformación. Y descubriremos algo más íntimo: una historia de amor de la que ni siquiera su hija había sabido nada mientras él estaba con vida.

   P.: Como buena novela social, nos descubre gracias a los personajes realidades que muchas veces silencian los medios de comunicación. Háblenos de ese término llamado minería artesanal relacionado con niños y mujeres embarazadas.

  Si al mirar el teléfono móvil que llevamos en la mano viéramos todo lo que hay detrás de su proceso de fabricación, tendríamos que soltarlo porque nos abrasaría. En este caso, la novela se fija en la minería de los metales necesarios, no solo para los móviles, sino también para los ordenadores, las pantallas de televisión, etcétera. Hay dos metales tecnológicos de gran importancia, uno es el tantalio, que se obtiene de ese mineral al que llamamos coltán, y el otro es el cobalto. En ambos casos, el país que tiene las mayores reservas y la mayor producción es el Congo. Quienes acaban llevándose esos metales son las multinacionales mineras, pero quienes lo extraen del suelo son los congoleños y a menudo lo hacen en condiciones infrahumanas. Lo que se explica en la novela sobre la minería artesanal es real. Hay niños ganando miserias que extraen la tierra mineral para venderla en almacenes que luego se la venden a las multinacionales. Esto también lo hacen mujeres embarazadas, y lo resalto porque la minería del cobalto es extremadamente radioactiva. Tanto los niños como los fetos de las mujeres embarazadas se ven dañados por la radioactividad. En el Congo también hay minería industrial que realizan trabajadores con la maquinaria adecuada, pero la llamada minería artesanal sigue siendo importante.

  

  P.: Volvemos a Tony Barcino, en un momento de la novela comenta: ¡Gracias Google, por darnos my activity! Dado que aquel ha sido hacker, me surge la pregunta de si también hay alguna irónica alusión a cómo Google y otras corporaciones nos tienen “fichados” a lo largo de nuestra vida, como en un moderno Gran Hermano orwelliano. ¿Es así?

  Desde luego. El control que las grandes tecnológicas tienen sobre nosotros es brutal. En algunos aspectos saben más de nosotros que nosotros mismos. Y hacen negocio con ello: ahí están las ventas de datos que Facebook hizo para facilitar que Donal Trump y Bolsonaro ganaran las elecciones en sus respectivos países. Los avances en tecnologías de la información y en inteligencia artificial conducen a algo parecido a la distopía de Orwell, pero mientras en aquella el control sobre los ciudadanos era impuesto por un Estado totalitario, ahora es un control que consentimos en cada uno de los pasos que damos por internet. Nosotros damos el OK. 

  El ejemplo que sale en la novela, my activity, lo que supone es que Google conoce todos nuestros pasos; sabe donde vamos en cada momento. Y si sabe eso, también sabe si vamos al teatro o no, si frecuentamos centros comerciales o no, de modo que conoce nuestros gustos y nuestras aficiones. Pero, además, sabe con quiénes nos reunimos, y por tanto, sabe si nos juntamos con gente de derechas o de izquierdas, o sea que conoce nuestra tendencia política, o si asistimos a una iglesia o una mezquita, y con qué frecuencia lo hacemos, con lo que conoce nuestra postura religiosa. En fin, si nos paramos a pensar todo lo que puede saberse al conocer dónde vamos en cada momento, veremos que la lista es larga.

  P.: El amor, junto a la intriga y la denuncia social está también muy presente en esta novela. Me gustaría que nos hablase de esa parte romántica en El legado. Me ha llamado la atención una frase en la que un personaje reflexiona sobre si una semana completa de convivencia podría dar al traste con la relación que mantiene con otro personaje.

  En El legado hay dos historias de amor, pero son muy diferentes entre sí. Una es de amor profundo, y podemos hablar poco de esa historia sin hacer spoilers. De la otra podemos hablar más porque se inicia al principio de la novela, pero no es exactamente una historia de amor. Es más de sexo y de conveniencia; a ambos participantes les interesa relacionarse entre ellos por distintos motivos y también se atraen sexualmente. Pero esa relación de sexo va evolucionando, de modo que surgen algunas contradicciones. Creo que es lo normal en cualquier relación. Lo que ha señalado como dicho por un personaje es lo que surge cuando una relación basada en dormir juntos de tanto en tanto tiene que pasar de golpe a la convivencia. Eso crea muchas dudas que son las que van aflorando en la novela.


  Miguel Pajares (Palencia, 1950) es antropólogo social y presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado. Su primera novela, Cautivas, publicada en el año 2013, fue finalista al Premio Nadal en su 68.ª edición y al premio a la mejor primera  novela de género negro en la Semana Negra de Gijón de 2014. El tema que en ella abordó fue la trata de mujeres. Con su segunda novela, La luz del estallido, continuó cultivando el género negro de denuncia social, adentrándose esta vez en el racismo más extremo. Ha escrito varios libros de ensayo y numerosos artículos. El primero de sus libros, La inmigración en España, se publicó en 1998, y después le siguieron otros ocho títulos, centrados en temas como la lucha contra el racismo, la inmigración, el asilo y los derechos humanos. En los veinticinco años que lleva trabajando sobre esos temas, ha sido asesor o miembro de distintas instituciones, como el Foro para la Integración Social de los Inmigrantes, el Comité Económico y Social Europeo, o el Sistema de Observación Permanente de las Migraciones de la OCDE.

  El legado. Miguel Pajares. Alrevés editorial. 


  Continúa la entrevista aquí.

lunes, 17 de octubre de 2022

El vals de la Gata. Entrevista a Elga Reátegui

Este semana comparto con vosotros una entrevista de lujo. La periodista y escritora Elga Reátegui ha publicado recientemente El vals de la Gata y tuve la oportunidad de departir con ella. Nos une una larga amistad además de ser colegas de letras y proyectos literarios. Se da también otra circunstancia, y es que esta semana presentará su libro en Valencia, con firma de ejemplares, en un local muy querido para mí: el Club de lectura La ardilla literaria. No os perdías ni la entrevista ni la oportunidad de asistir a la presentación de El vals de la Gata


  P.: Coméntanos, Elga, ¿por qué has titulado a esta novela El vals de la Gata? He recordado que otra de tus novelas también tiene relación con la música, me refiero a Y te diste la media vuelta.

  Las canciones están de una u otra manera presentes en mis novelas. A veces las muestro de una manera  directa, con intención expresa, aunque también lo han estado de un modo sutil, casi desapercibido. Tal como ocurre en la vida real, nuestras existencias poseen una banda sonora, canciones que están vinculadas a una persona, un hecho o un sentimiento. 

  En el caso de El vals de la gata, Lourdes, la protagonista de la novela, se identifica con el tema Que somos amantes del compositor José Escajadillo, un vals muy popular que pertenece al cancionero criollo peruano. Narra la historia de una pareja que vive un amor prohibido. De allí surge el título del libro, del vínculo que se establece con una canción, cuando la haces tuya, porque habla de ti. 

  P.: Es una historia basada en hechos reales, la protagonista fue alguien que conociste, tengo entendido. También que has esperado a un momento en particular para que viera la luz. Coméntanos ese detalle. 

  Ellas existieron. La humana y la gata. Lourdes y Mikita vivieron siendo la una para la otra. La idea de contar esta historia nació de la misma protagonista. Si bien antes había escrito algo basado en un hecho real, que me pasó con El santo cura, nunca se me había ocurrido ni presentado esa posibilidad. Yo accedí a su petición por tratarse de ella,  una mujer excepcional que tenía mucho que decir acerca de la vida que le había tocado dentro de una familia compuesta por mujeres víctimas de una sociedad machista, que se autoreprimía y procuraba no dar qué hablar con su comportamiento.  A Lourdes, cuyo nombre no es el real, se le negó saber su origen, llamó madre a quien no lo era y se sometió a los designios de los otros con una mezcla de miedo y amor. 

  El manuscrito estuvo listo en 2016, aunque el material para la historia se recogió en los dos años previos, durante los viajes que suelo realizar a Perú anualmente para visitar a mi familia. En esas ocasiones nos veíamos seguido en su casa de Barranco para que ella me proporcionara una serie de documentación impresa como cartas, poemas, postales y fotos. Solo acepté copias de algunas misivas personales dirigidas a otros y a mí, donde ampliaba lo que me relataba en los audios de las entrevistas. Nuestras charlas están grabadas.  Si todo estaba listo para la publicación, ¿por qué no salió antes?  Solo se me ocurre una explicación, que las historias manejan sus propios tiempos. Lourdes recibió el manuscrito y estuvo conforme.  E incluso sé que le hubiese gustado que se hablara de ella con nombres y apellidos, pero yo decidí proteger no solo  su identidad y sino parte de los hechos que se relatan. Ella estaba muy entusiasmada con la salida de la obra y barajaba la idea de mostrarse tal cual en alguna presentación. Lo asumía como un acto de liberación, como una valiosa oportunidad para dejar sentir su voz y verdad.  

  P.: Creo que el amor es uno de los temas vertebrales de El vals de la Gata. El amor, el desamor, el afecto, la libertad y los convencionalismos sociales. Hay una pregunta que me surge, ¿es necesario haber vivido ciertas emociones para poder plasmarlas con efectividad en el papel? ¿Qué ha sido lo más complicado de hacerle llegar a los lectores?

  Quizá no para escribir, pero sí  para entender a tus personajes y retratar mejor sus vidas. Yo creo, y lo digo con absoluta honestidad, que para ponerse en la piel de los otros hay que haber padecido tu cuota de sufrimiento o, por lo menos, haber visto o sentido el dolor de alguien a corta distancia. No es lo mismo imaginar frente a tu ordenador y escribirlo con absoluta solvencia o genialidad, que escuchar una historia de boca de alguien y ponerle algo de tu emoción y empatía. Sigo pensando en que es importante vivir para contarlo (apelo al título de la obra del gran Gabriel García Márquez), de alguna manera. 

  ¿Lo complicado?  Decirle que la gente de la tercera edad también puede ejercer su sexualidad y enamorarse como una adolescente. O hallarse con amores o pasiones de la juventud en la vejez y retomarlas libremente. O ponerle fin a relaciones postergadas, que se quedaron a medias. 

  P.: Comentaba antes cierta afinidad por la música en los títulos, incluso diría que hay más música de la que podrías hablarnos en tus obras. Pero quiero darle voz por una parte a Mikita en esta novela y a ciertos animales también protagonistas de algún modo de tu narrativa y poética. Sin olvidar a una ardilla, claro.

  Es muy obvia mi relación con la música, y como, apunté antes acompaña, mis historias. Siempre hay una canción para darle marco a un momento mágico, a la soledad,  la pérdida o la traición. 

  Mika o Mikita conserva su nombre verdadero, es el nombre que le dio su madre humana. Fue una gata siamesa que murió de vieja, dejándole un profundo dolor a Lourdes.  Ella había jugado todos los roles en su vida: hija, amiga, confidente, compañía; se constituyó en su alma gemela, la única que podía entenderla y con la que podía mostrarse tal cual era. Me consta que entre ellas dialogaban con un lenguaje para mí imperceptible, un sistema de gestos, miradas e incluso suspiros que ambas intercambiaban cuando la una requería del consejo de la otra. Aunque me parece que Lourdes era quien más dependía del cariño y la atención de Mikita. La gata complementaba a su madre, sin sacrificar su independencia; lo que no hacía Lourdes, quien se hallaba sometida a las necesidades de su hija gatuna. 

  En cuanto a la presencia de los animales en mis obras literarias, créeme que no fue adrede. Más bien podría afirmar que ellos fueron los que me buscaron en mis pensamientos solicitando aparecer. Forzando una explicación hasta me animaría a creer o declarar que es un llamado o imposición de mis ancestros ligados a la naturaleza. Quizá haya una interpretación mística o esotérica, pero no lo sé. 

 

  P.: Una frase que leemos en la sinopsis de tu novela es: “Tres hombres le dieron su amor y ella los amó. Pero solo por uno esperó viviendo en paralelo su realidad.” Esos tres hombres tienen algo en común, no solo a Lourdes; no obstante, también son antagónicos en otros aspectos. Háblanos brevemente de ellos para poder encajar a la protagonista en esta historia de historias.

  Después de haber escuchado a la verdadera gata hablar de sus amores y la forma en que los amó durante nuestras largas conversaciones, puedo dejar abierta la posibilidad de que hay gente que ama profundamente más de una vez en su existencia. El hecho de que puede tratarse de un sentimiento gestado al interior de una relación complicada, imposible o de corta duración, no le resta validez, autenticidad u otros méritos. Lo claro es que el sentimiento existió, fue cierto y dejó huella. Eso le sucedió a Lourdes, quien amó de verdad a tres hombres en distintos momentos de su vida, pero que por las  actuaciones individuales de los involucrados, la intervención de terceros o los caprichos del azar no pudo concretar en una relación estable y duradera. No siempre la decisión de seguir adelante estuvo de su parte. Y, en muchas ocasiones, su familia recortó su libertad. 

  Néstor constituyó la ternura del despertar, Lorenzo, el amor de piel, y Gonzalo, la obsesión de un sentimiento. 

  P.: Sin duda, Lourdes está en el centro de la narración de tu novela, pero hay un hilo conductor que tiene mucho que ver con las mujeres de la familia y, lo que es más interesante, con el papel de las mujeres en una época en la que su rol era uno muy concreto. Quizá suene a pasado, pero ¿qué  rasgos, actitudes y creencias que se han seguido perpetuando injustamente en la sociedad actual.

  Sin duda las mujeres de la novela son víctimas de una época en la que prevalecía la moral y las buenas costumbres. Por tanto debían que mostrarse decentes a como diera lugar para ganarse el título de personas honorables. La autoexigencia era extenuante tanto como la necesidad de complacer a una sociedad mojigata e hipócrita. Lourdes pertenecía a una familia compuesta solo por féminas, un modelo extraño y poco adecuado que llamaba la atención y se criticaba con dureza. En su caso, no se lo cuestionaban a la cara, pero la ausencia de una cabeza principal  en el hogar, o sea un hombre, constituía una situación anómala que no pasaba desapercibida y ellas lo percibían en el lenguaje no verbal de sus allegados. 

  A pesar de la desventaja de su situación, tan atípica en ese grupo social, fueron unas adelantadas a su época, porque con una gran dignidad se las arreglaron para mantenerse y sacar adelante a sus integrantes. No fueron libres ni por dentro ni por fuera, pero se hicieron respetar, aunque viviendo con un perfil muy bajo. La consiga estipulaba evitar el escándalo a toda a costa;  ya tenían bastante a la hora de explicar el rol de Lourdes en sus vidas.

  Mi madre sigue diciendo que el hombre, haga lo que haga, siempre cae bien parado. Se quita el polvo del traje y sigue adelante sin problemas. No ocurre lo mismo con la mujer, que en circunstancias similares, es sometida a juicio público sin averiguar lo que sucedió. Se la juzga y condena en un santiamén. Duele decirlo, pero en la mayoría de los casos, la guardiana de la moralidad suele ser otra mujer. Y ocurre a lo largo y ancho del mundo, sin importar que sea Latinoamérica, Europa o el resto de continentes. 

  Yo sigo creyendo en el papel de los padres en el hogar, criemos y eduquemos a nuestros hijos en igualdad de condiciones. Basta ya de estereotipos femeninos y masculinos. El ser humano es lo que cuenta. 

  P.: Quizá estamos acostumbrados a protagonistas, femeninos y masculinos, jovencitos o de mediana edad. Lourdes se nos aparece a una edad madura, con mucha vida vivida. ¿La sociedad tiende a ensalzar la juventud y a arrinconar a las personas con arrugas, en el otoño emocional… aunque El vals de la Gata venga a desmontar este y otros tópicos?  

  He conocido a varios hombres y mujeres en el otoño de sus existencias con mucho que aportar.  Con más ilusión y curiosidad que cualquier joven. Que ejercían su derecho a amar, no tenían problemas con su sexualidad y que se animaban a aprender cosas nuevas. Hay vida por supuesto en la senectud,  pero, obvio,  no todos llegan al cien por cien con salud y energía a esa etapa. Sin embargo, podemos ayudarlos a que saquen provecho de los años que le quedan. Es un error verlos como meros cuidadores de nietos o ciudadanos de quinta categoría, carentes de vida propia, y hasta despojados de su humanidad en cuanto a sus derechos fundamentales. 

  A Lourdes le motivaba rodearse de gente joven, estudiaba filosofía, entre otras materias, no le era extraña la Internet, navegaba muy por el ciberespacio y leía obras literarias a diario. También conocí a un caballero que escribía décimas, era promotor cultural y le gustaba recitar poemas en los colegios. Entró en el mundo literario a una edad avanzada, y eso no le impidió editar libros e incursionar en el mundo de la declamación formando parte de un veterano grupo que tuvo éxito en la televisión nacional.  

  P.: No sé si hemos mencionado que en tu novela también palpitan la hipocresía, el postureo -como se le llama ahora-, la violencia psicológica o la represión. Te invito a que nos hables del paralelismo entre el amor romántico y el amor-odio de las y los autores por sus obras. ¿Hay también grandes pasiones, expectativas, decepciones e ingratitudes hasta que asumimos que puede existir una parte de arbitrariedad y casualidades ajenas a nosotros mismos?

  Supongo, y se lo dejo a los lectores, que algunas de mis historias están mejor contadas que otras. No me he puesto a pensar en eso como si fuera una evaluación de mi conducta pasada. Cuando retorné a ellas para considerar la salida de una nueva edición, no alteré en nada la narración de la historia.  Respeté su resultado final.  A lo sumo corregí alguna que otra errata. Mis libros son como mis hijos (y yo solo tengo uno en la realidad), y, es probable que alberguen defectos y virtudes en su contenido. No son perfectos como yo no lo soy, pero me animo diciéndome en que su gestación puse lo mejor de mí, apelando a la experiencia y conocimiento que disponía en ese instante. No puedo renegar de ellos o detestarlos, porque erré al escoger la historia, la narración me condujo por otro lado o fracasé en mi intento de enganchar al lector. Ya he dicho que aunque mis temas sean impopulares, siempre voy a serme fiel como escritora. Quizá vaya contra la corriente con mis historias, pero nunca me verán apelando a los géneros de moda en un intento desesperado por captar la atención de los lectores. 

 


 P.: Presentas este libro oficialmente el 21 de octubre en Valencia. Imagino que también lo harás en Lima. ¿Qué tienen en común y qué de singular tus lectoras y lectores a un lado y al otro del Atlántico? ¿Brindarás con champán por coincidir con el día internacional de esta bebida o con horchata y pisco sour respectivamente? 

  Habrá dos presentaciones en Valencia, el día 21 de octubre en el local de La ardilla literaria, y el 23 de noviembre en la Biblioteca de la Dona. No he considerado brindis alguno. Al menos, no por el momento. En cuanto a Lima, también serán dos los actos para dar a conocer la novela: el día 14 de diciembre en la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP), y el 15 de diciembre en el Centro de Desarrollo Integral Frieda Holler.  En cuanto al denominador común entre ambos lectores, creo que es la curiosidad, el hecho de descubrir qué historia les presento y a quiénes me refiero. En cada publicación entrego algo distinto. Espero nunca repetirme. Ese es mi deseo. 


  Elga Reátegui nació en Lima (Perú) aunque actualmente reside en la Comunidad Valenciana (España). Ha publicado siete poemarios y cinco novelas. Produce y conduce tres espacios literarios: VíaLibros, Reunidos y El Blog. Dirige la revista literaria y cultural La ardilla literaria y el club de lectura del mismo nombre. Es embajadora del idioma castellano (Fundación César Egido Serrano y el Museo de la palabra; Madrid, marzo 2018). En octubre 2019 recibió un reconocimiento otorgado por la Red Cultural de Chiapas (México) por su aportación a la literatura y a la cultura. En diciembre 2012, participó por vez primera en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), dando a conocer su novela De ternura y sexo; volvió  a presentarse a dicho evento en 2016, con su novela A este lado y al otro. Fue finalista de los Premios de la Crítica Valenciana 2019 por su libro La fugacidad del color. Su poemario El ecosistema de las hormigas y su libro de relatos La fugacidad del color formaron parte de la lista de los mejores libros de 2019 en Perú. Obtuvo un  Internacional Latino Book Award 2020 (primer puesto) por su libro La fugacidad del color, en la categoría Best Collection of Short Stories (Estados Unidos). Varios de sus cuentos fueron incluidos en la obra El microrrelato peruano (2021), publicada por el Dr. Ricardo González Vigil, miembro de Academia Peruana de la Lengua, con motivo del Bicentenario de la Independencia del Perú. 

El vals de la Gata. Elga Reátegui 

Nota: Recordad. 21 de octubre 19h. La ardilla literaria (C/. Explorador Andrés, 49, Valencia 46022).