Esta
entrevista es en parte una deuda literaria, por eso aprovecho estas fechas para
saldarla. Entrevisté hace poco a Eva García Sáenz de Urturi de promoción por
Valencia con su última novela. Hace dos años también coincidimos, en aquel caso
de promoción con su novela ‘Pasaje a Tahití’ (Espasa, 2014). Siendo así, a
continuación comparto la entrevista que me concedió por esta novela que, como
digo, se presta ya desde el título a evocar lugares exóticos de veraneo, no en
vano la historia alterna entre el Pacífico sur y Mallorca.
El argumento de esta novela nos plantea la
historia de dos hermanos mallorquines y la hija de un cónsul inglés que fundarán el imperio de las perlas
cultivadas en el Tahití de 1890. Los hermanos son Bastian y Hugo Fortuny, que
parten a Tahití en busca de una oportunidad después de perder su trabajo como
sopladores de vidrio en su Mallorca natal. Durante la travesía conocen a Laia
Kane, la hija de un cónsul inglés corrupto en Menorca al que han desterrado a
la isla de la Polinesia. Un encuentro que marcará la vida de los hermanos
Fortuny y de Laia para siempre.
Sobre el tema de los dramas familiares y
las rencillas entre hermanos empiezo a preguntarle a Eva García, un tema
recurrente y tan antiguo como Caín y Abel.
Sí,
no deja de ser un argumento universal, yo creo que siempre que ficcionas si te
vas a las familias y a los dramas familiares siempre empatizas mucho más con el
lector porque todo el mundo tiene familia y en todas las familias, como se dice,
cuecen habas.
También
es una forma de tejer la premisa
original de los protagonistas, si tú pones al principio un protagonista y un
antagonista que son vecinos o que no se conocen nunca tendrán ese vínculo
emocional que tienen los hermanos y demás, se intensifica mucho más la premisa
dramática.
Precisamente de la estructura formal de la
novela, casi a modo de diario también le pregunto; concretamente por esa
alternancia de las voces protagonistas y en distintas épocas, como un collage
frente al lector.
Sí,
así es, quería que fuese ágil en el sentido de que si pones solo una voz
narrativa todo es mucho más lineal y además costaría mucho más enganchar al
lector a lo largo de una narración que fuese simplemente contada
cronológicamente. Sin embargo, primero al alternar las voces, si alternas los
puntos de vista, a cada escena le das al lector que puede verse o que puede
tener varias lecturas.
Y
también al alternar, en este caso 1890 y 1930, y una generación posterior, que
es el hijo, que es Denís, yo creo que le das un poco más de profundidad y les
vas viendo como familia, qué es lo que ocurre 40 años después con los hechos
principales de la novela, cuáles son las consecuencias de lo que han hecho, de
la primera aventura que ellos han tenido.
Vemos la cuidada parte histórica de esta
novela, la importante labor documental, ya con la vida del pintor Paul Gauguin
a la filoxera en España en 1887.
Importantísima,
los personajes principales no existen, son totalmente inventados, pero quería
que todo lo demás fuera real. Si sale Paul Gauguin, las escenas en las que sale
y en las que está efectivamente es porque él estaba allí, si dice que tiene una
cabaña en la orilla y está con Tejemana, que era su tercera mujer, era porque
en aquella fecha era como estaba si hablo del gobernador Papinau era porque
efectivamente estaba ahí, todo, toda la historia es real.
Imagino que también la parte de los
vidrieros que desde el Pacífico vinieron a Mallorca.
Todo,
todo, todo. Por supuestísimo, todo lo que tiene que ver con la fundación de la
empresa de Hugo Fortuny todo es exactamente igual.
Incluso veo que ha incluido palabras
autóctonas que leemos en cursiva.
Si,
el tema del tahitiano, claro, imagínate encontrarte a alguien que te traduzca
del tahitiano. Bueno, tuve suerte y lo tradujo la exministra de cultura de Papeete
que ahora es profesora de la universidad de Papeete allí en Tahití, la máxima
experta a nivel académico. Las veinte frases que hay las ha traducido ella al
tahitiano con lo cual tenemos la cosa de que el tahitiano que aparece es
académico.
Cuidando todos los detalles.
Totalmente,
si no, no hay coherencia; si no se nota, hay huecos.
Una de esas expresiones tahitianas es, aita peapea, sin fastidio, con
tranquilidad, algo que sí que asociamos con los decorados exóticos de los mares
del Sur de ‘Pasaje a Tahití’ tan distintos a nuestro ritmo de vida occidental,
¿deberíamos leer a lo aita peapea, su
novela este verano?
Los
lectores no lo están leyendo a lo aita
peapea, lo están leyendo como se lee ahora que es en tres días y a grandes
atracones que es como los lectores voraces
hacen, pero yo creo que podría leerse de las dos maneras. Se podría
saborear, porque hay mucho detalle y hay mucho mimbre y quien quiera demorarse saboreando
y viviendo la escena puede saborearla y quedarse en cada capítulo, y se puede
leer como estamos diciendo, a la manera rápida, que te enganche y empieces uno
y otro y otro y quieres saber lo que ocurre al final. También es uno de los
objetivos cuando escribes, no quieres que lo dejen, la novela, si la dejan a lo
mejor no la retoman, ahora tenemos todos tanta prisa, tanta ficción para
consumir que cuidado, hay que escribir ahora de determinada manera.
Eso me suena, tengo amigos que si les gusta
una novela que están leyendo al ver que faltan pocas páginas leen más despacio.
Sí,
hay lectores que dicen es que no quería
que acabase, lo van dejando cuatro o cinco días.
Y eso que su novela es recia, es una novela
‘castellana’.
Eso
me gusta, eso de castellana, tengo raíces castellanas, mi padre era zamorano y
me mola que me digas eso, al él le hubiera gustado. Me alegro mucho.
Lo digo además porque ahora llega el verano
y hay quien va a la librería y ha de comprarse un libro y tiene que elegir
entre toda la oferta que se le presenta, que es mucha y, hay quien -no sé si
por la crisis o a lo aita peapea-,
medita si escoger entre un libro más recio, con más páginas u otro que le va a
durar menos si se va a gastar veinte o veintitantos euros. Los libros se
compran por impulso. Luego están los que se llevan los libros en un reader, aunque yo soy más de libro en
papel, es más sufrido, si se cae, sin batería, a la hora de prestarlo…
Sí,
yo pienso igual como lectora. No sé si era Borges el que decía que el libro es
un objeto perfecto para lo que es y para lo que sirve.
Muchas gracias y mucha suerte, Eva.
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