Comparto esta semana una entrevista muy especial, la concedida al filósofo, docente y escritor Fidel Tomás. Acaba de publicar un libro de relatos El mar y otros inconvenientes (Arena). Tendré el honor de asistir a la presentación de esta antología en el acto a celebrar el viernes 10 de mayo en Valencia. Reseñé hace poco el libro, con lo que os dejo sin más preámbulos la entrevista.
P.: El mar y otros inconvenientes es una antología de relatos de distinto pelaje y condición. De hecho, los has agrupado en varias secciones. Ya habías publicado narraciones cortas en otras antologías, ¿qué te ha llevado a escoger justo estas 22 historias y lanzarlas al proceloso mar de la crítica y los lectores?
R.: He agrupado los diferentes relatos que muestran cierto aire de familia, y alguno incluso se ha quedado fuera de juego esperando otra oportunidad. La primera parte tiene tres relatos de ambientación marina. La segunda parte del libro, la que lleva por título “Algo ahí abajo”, articula diferentes temas bajo la idea común de un elemento más o menos soterrado que se muestra, o se oculta, o desde el que se habla: pozos, trincheras, raíces, topos, etc. La tercera: “Otros inconvenientes” está más ceñida a temas sociales y en ella la ironía juega un papel fundamental, y la cuarta es sin duda la más íntima, se llama “Personal y transferible”.
P.: En la portada, si no me equivoco, encontramos a una de Las Parcas, de Francisco de Goya, de sus pinturas negras. Me sirve para preguntarte por alguno de los temas que hilvanan estos relatos. Por ejemplo: las decisiones tomadas, lo efímero de la existencia humana o el silencio, ya por acción o por omisión... ¿Nos lo comentas?
R.: Sí, se trata efectivamente de una Parca de Goya en concreto de Láquesis, que en la mitología griega es la que tira la suerte, la que decide el futuro de los humanos y la longitud del hilo de la vida, por eso Goya la representa con unas tijeras en la mano. No creo en el destino, pero sí que me resulta sugerente la idea de que somos pequeñas criaturas bastante más frágiles de lo que generalmente estamos dispuestos a reconocer. Y déjame añadir que no considero esto como algo negativo, de hecho creo que reside cierta grandeza en esa fragilidad, de eso trata el relato “Splendet dum frangitur”, brilla o resplandece cuando se quiebra. En todo caso, para mí, tiene más belleza el hilo que la tijera. Ah y además ese título no deja de ser un homenaje a la segunda de “Las semanas del jardín” de Rafael Sánchez Ferlosio.
P.: Hallamos relatos, en su mayoría breves, de unas pocas páginas. Esa brevedad que caracteriza ya a nuestra sociedad. Casi se antepone a los dos lustros transcurridos, creo, entre la gestación del relato más bisoño y el más talludito. Querría preguntarte por las bambalinas de estas veintidós historias. Por su parte real y la ficcional; por la labor de reescritura una vez rescatas el relato tras un tiempo en el cajón y, quizás, se revuele, algo arisco a los cambios.
R.: Bueno sí, no los he datado con exactitud, pero desde luego te puedo asegurar que llevo no menos de diez años escribiendo y reescribiendo, tocando y retocando estos relatos. El tema de las correcciones y las diferentes versiones ha sido un poco obsesivo. Flaubert decía que un texto está acabado cuando te descubres poniendo una coma donde la acababas de quitar. Poco me parece. El relato corto se la juega en los detalles más nimios. Yo he tratado aquí de cuidarlos al máximo o bien de cribarlos al mínimo. Escribir es muy fácil, lo difícil es corregir. En ese proceso ha habido algunos relatos que han cambiado de tono, de intensidad, de cierre, etc. Unos han crecido, otros han menguado, confío en que todos hayan mejorado. Y casi todos ellos se basan efectivamente en hechos ficticios…
P.: Frente a la literatura de disipación -y no solo ella, en el arte-, estos relatos parece que juegan a susurrarle algo al oído a quien se les acerque. Hay reflexión, no diré que moraleja; me atrevería, quizás sí, con aquello de cierta crítica social. Mejor preguntárselo abiertamente a su autor.
R.: Si alguno de mis relatos consigue motivar algún tipo de reflexión en el lector, que se pregunte algo que no había pensado o lo había hecho de manera confusa… entonces todo el esfuerzo volcado en ellos habrá valido la pena. No aspiro a entretener. Entretener es sinónimo de distraer, y distraer es sinónimo de engañar. Además, como forma de entretenimiento, la literatura tiene todas las de perder respecto a otros medios como la televisión, las redes sociales o internet. Pero creo que el valor de un texto, un relato, por ejemplo, puede ser otro, tal vez insinuarle algo al lector, algo que tal vez más o menos sabía pero no se daba cuenta, poner palabras a sus pensamientos, instalar algo de orden (y puede que algo de belleza) en el caos de su propia vida. Me gusta mucho eso que dices de susurrar algo en el oído del lector…
P.: Me interesa el tema de los nombres de los personajes, el proceso de su bautizo. No en vano “aparece” por ahí Wittgenstein y me da en la nariz que cuidas detalles como el lenguaje, algo que no solo se ve en las metáforas y otros recursos de estilo.
R.: Pues he de decirte que los nombres de los personajes de mis relatos han ido sufriendo una evolución a lo largo del proceso de reescritura. Al principio, no le daba mucha importancia, pero poco a poco me he visto atrapado en el juego de la onomástica. Me gusta que los nombres de los personajes tengan una función en la historia que cuenta cada relato. En ese sentido, hay en este libro toda una gama de juegos o acertijos, unos explícitos otros implícitos. Desde la Esperanza de “Topos”, hasta el Felix Fallax (feliz impostor) en “Después de nunca”. Me gusta que unos nombres tengan algún tipo de resonancia en otros, como Fede y Félix en “Asimetría”, o Javier, Jorge y Joaquín en “Tres tristes triunfos”. Ángela es una mensajera en “El sofista”. El Cristóbal de “Piernas y no raíces” existió realmente y es mi pequeño homenaje. Don Serafín, es el mismo personaje que se desdobla en “El abrazo del castaño” y en “Más negro, más, que la noche”.
»El protagonista de “De lógica y barro” es, efectivamente Wittgenstein, ahí he puesto las cartas encima de la mesa, desde la cita que encabeza el relato; las he ocultado en la alusión a ese italiano que era demasiado perspicaz para ser feliz, aunque te confieso ahora que se trata de Leopardi. Dejemos que el lector entre al juego de los nombres…
P.: En uno de los relatos, en los que la ironía, otro de los recursos que usas, se comenta algo así como que los finales cerrados no venden. Es curioso, porque a pesar de que leemos en otro que: “a veces la vida se asemeja demasiado a un maldito juego de trileros”, creo que entre el pesimismo y la esperanza has optado por esta última a la hora de plantearlos. ¿Es así?
R.: Sí, he utilizado el doble sentido y la ironía como una especie de omeprazol que facilite la digestión de ciertas cuestiones. La ironía y el humor tienen un rendimiento excelente en literatura, algo de ello sabía Cervantes. Un lector que es capaz de reírse de sí mismo al ver algún aspecto personal reflejado en un texto, es un lector que al acabar un libro es un poco mejor o más sabio que antes. Respecto a los finales… ahí hay de todo pelaje y condición. Esa es una ventaja de los libros de relatos sobre las novelas, ¿puedes imaginarte una novela que tenga 22 finales?
P.: Retomo otro pasaje de uno de los relatos en El mar y otros inconvenientes. Concretamente: “la comodidad es enemiga de la creación, la destruye suavemente, la convierte en un capricho superfluo.” Habiendo dado ya el salto a la publicación de un libro, ¿qué expectativas tienes en tu horizonte literario?
R.: Estoy acabando un trabajo sobre el Nietzsche joven que se mueve entre la filosofía y la filología, esto se publicará como un capítulo de un libro colaborativo que trata de explorar las relaciones entre filosofía y literatura. Por otra parte daré, el próximo día 6 de junio una conferencia en la UNED, en la que voy a explorar las relaciones entre Kafka y Beckett. Y ya para el verano, que es mi época preferida para escribir, van asomando por el horizonte algunas ideas que tal vez se conviertan, quién sabe, en alguna nueva historia… esos son los tres proyectos que espero sacar adelante en estos meses próximos.
P.: He leído que Valencia y el Mediterráneo son la cuna inspiraticia de gran parte de estos relatos. Ese mar, cuna de la Filosofía, también transita aquí, como un archipiélago de pensadores, reflexiones, citas y algún guiño entre sus páginas.
R.: Sí, así es, casi todos estos relatos nacieron y crecieron a la orilla del Mediterráneo, entre Valencia y Castellón, impregnados de ese mar al que culturalmente pertenecemos, como bien señalas. Así que es de justicia poética que a él vuelvan. El 10 de mayo lo presentaremos en La Ardilla Literaria, en Valencia.
P.: Para terminar, si en la mesa de novedades de una librería vieras titilar a un lector entre tu libro y otro, ¿qué le dirías para terminar de convencerlo por El mar y otros inconvenientes? Puedes usar el comodín de llamar al protagonista de tu relato El sofista.
R.: Sí que voy a optar por un comodín, no el de “El sofista”, pero sí el del relato que abre el libro: “Sin temor al mar”. Le diría a ese lector que, como el protagonista de este texto, le estoy esperando apoyado en el puente a que me vea reflejado en su propia corriente. Que llevo mucho tiempo imaginando qué ocurriría si nos encontráramos, y que sepa, con la precaria certeza de lo que se comprende demasiado tarde, que no estoy esperando a nadie más que a él para entender, por fin, lo que significa navegar.
Fidel Tomás Ferrer es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Su trayectoria docente se distribuye desde la educación secundaria hasta la universitaria. Sus intereses se han centrado en el estudio de los vasos comunicantes que permean Filosofía y Literatura. Fue miembro del Jurado del Premi Tardor de Poesía y finalista del XXI Premio Literario Bodegas Olarra & Café Bretón. Ha publicado además de diversos artículos en revistas especializadas, los relatos “Contemplación” y una primera versión de “El abrazo del castaño” en “Incorregibles” (Urania) y “La última carta”, dentro de la antología “101 relatos de la enseñanza” (Vinatea).
El mar y otros inconvenientes. Fidel Tomás. Arena libros.
Fidel Tomas estará presentando el libro, este viernes 10 de mayo a las 19h en La ardilla literaria, c/ Explorador Andrés, 49 bajo, en Valencia. Entrada libre hasta completar aforo.