Maleta de libros tiene el honor de entrevistar esta semana al
escritor Manuel Vicent. Aunque muy vinculado con Valencia nació en Villavieja
(Castellón) en 1936, tras obtener la Licenciatura en Derecho y Filosofía por la
Universidad de Valencia, estudió periodismo en Madrid. Escritor, periodista,
articulista, autor de biografías, artículos periodísticos, libros de viajes,
apuntes de gastronomía o entrevistas entre otros géneros. Ha publicado numerosas
novelas como por ejemplo: ‘Tranvía a la Malvarrosa’ (1994), ‘Jardín de Villa
Valeria’ (1996) ‘, Pascua y naranjas (1993), Son de Mar (Premio Alfaguara
1999), La novia de Matisse (2000), Cuerpos sucesivos (2003), Verás el cielo
abierto (2005), León de ojos verdes (2008). También es autor de la antología
Los mejores relatos (1997) y de las colecciones de artículos Nadie muere la
víspera (2004), Las horas paganas (1998), Viajes, fábulas y otras travesías
(2006), Póquer de ases (2009) y Mitologías (2012). Le entrevisto tras la
publicación de ‘Desfile de ciervos’ (Alfaguara, 2015) una novela continuación a
‘Aguirre, el magnífico’ (2011) y ‘El azar de la mujer rubia’ (2013).
Con ‘Desfile de
ciervos’ completa la trilogía iniciada con ‘Aguirre el magnífico’ en 2011, ¿cuáles
son los hilos conductores y qué va a sorprender al lector en esta tercera
entrega?
Yo me imagino que si se leyeran las tres de una tirada yo
creo que lo que les une será: un estilo de narración, un tejido social, una
historia de todos los días, de sucesos concretos, parte de política, parte de
la sociedad, y en el primero que es Aguirre el magnífico eso está vertebrado
alrededor de una figura irrepetible que es el Duque de Alba, que primero fue
sacerdote, después fue intelectual y después duque. en la segunda, que es La
mujer rubia, es más política porque se está vertebrada sobre un triángulo
político que es el rey, Suarez y la chica rubia que es Carmen Díaz de Ribera
pero empleo un bosque lácteo que es la memoria perdida de Suarez, y en esta la
historia sigue y lo que sirve de metáfora aquí es el cuadro de la familia real
como una antítesis del mito de Dorian Grey, en que todo se corrompe, se
destruye alrededor y el cuadro queda intacto tal como era cuando los sueños
solo estaba en la gente, yo creo que lo que une es la historia de España, una
historia contada desde el punto de vista literario.
Se menciona el retrato
de Dorian Grey, en alusión al personaje de la novela homónima de Oscar Wilde,
quizá haya gente que no la haya leído, ¿aconseja leerla antes o después? ¿Con
qué mito, idea o sensación quiere que se quede el lector de ‘Desfile de
ciervos’?
La sensación de un cuadro, de cualquier obra de arte ya sea una
pintura, una música, un poema o un libro, siempre lo completa el que lo lee, el
espectador, el oyente, etc. En este caso en ese cuadro de la familia real que está
pintado inicialmente en 1994 están los personajes tal cual eran entonces; de hecho,
cuando el espectador ve ese cuadro ¿qué ve? Ve a unos personajes que no han
envejecido, pero el espectador sabe perfectamente lo que ha sucedido en los
últimos veinte años. Y claro, esa sensación, esa vivencia que tiene en la vida
la incorpora al cuadro y al espectador. No es necesario que se lea la historia
de Dorian Grey que es un mito que continua, que está perfectamente a nuestro
alcance al ver fotos antiguas nuestras y como envejece todo mientras que en las
fotografías no envejeces. Es jugar con esa doble mirada, como una metáfora.
Personajes reales con
otros de ficción, realidad e irrealidad. ¿A veces la ficción nos ayuda a
comprender la realidad y viceversa?
Yo creo que es lo que nos mas profundamente llega a la
imaginación del lector no es la realidad ni el realismo sino la verosimilitud;
la verosimilitud es una realidad convertida en ficción, una verdad que sabemos
que ha existido, que hemos vivido, pero que el autor convierte eso en una
materia literaria, en un vuelo literario, eso tiene mucha más repercusión en el
lector.
Un inicio contundente:
un ahorcado, en realidad, tres. ¿Llegará un momento en el que nos volvamos
insensibles al dolor y a la violencia en los medios de comunicación y en la
literatura?
Eso ya está, la violencia no es más que una costumbre. De
hecho ahora mismo, para que tú te fijes en una noticia, por ejemplo de Irak, ¿cuántos
muertos necesitas para fijar la atención?, cincuenta ya no te vale, cien
tampoco, tendrían que ser mil, a partir de mil, pero el año que viene tendrían
que ser cinco mil. ¿Tú qué sabes lo que está pasando en Libia? Nada, si no hay
cámaras no sabes que está pasando en Libia, ¿qué pasa en Siria?, si no sale en
el telediario no existe. La violencia es una costumbre.
Entre tanto sueño
derrotado la imagen, a modo de entrante, de la nariz rota del jugador Luis
Enrique en el Mundial de fútbol.
Es una metáfora, la nariz rota de una derrota, es una
metáfora, una nariz rota de un jugador que ahora está de moda, 20 años después,
está en los periódicos, es una forma de empezar. Es una metáfora de la derrota
y luego la victoria en el Mundial, una forma de escribir sobre lo que ha
pasado.
El lenguaje de esta
novela no deja indiferente, ‘la máquina de picar carne de la opinión pública’,
leo; ¿qué separa a Belén Esteban de la verdadera familia real, de los Borbones,
en el papel?
Para mí es que no se ni quién es, es una señora que es famosa
por salir en la tele y a la vez sale en la tele porque es famosa y es una
retroalimentación; un corral de gallinas que hay allí, de gallos y gallinas, a
mí no me interesa nada.
Sacó un libro.
Los libros son fáciles de sacar.
Muchas gracias y mucha suerte, Manuel.
Por Ginés J. Vera.