Vieja madera para arder, viejo vino para beber,
viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer.
Francis Bacon.
Octubre es un mes otoñal que
parece invitar desde su meteorología al recogimiento y, por qué no, a tardes de
lectura. También es otoño el mes elegido por la editorial Algaida y el grupo Solar
de Samaniego para poner el broche de su Premio Internacional de Novela Solar de
Samaniego. En esta ocasión, en su segunda edición, la cita con los medios de
comunicación fue el pasado 6 de octubre. Esa noche tuvo lugar en el municipio
alavés de Laguardia la gala de entrega en un ambiente bien maridado por los
caldos riojanos y los libros. Durante el acto se dio a conocer la obra
premiada, ‘La maldición de los Montpensier’ del escritor y periodista sevillano Francisco Robles. Entre los
miembros del jurado, además de grandes personalidades de la cultura se encontraba
el ganador de la I edición de este premio, Luis del Val, cuya entrevista podéis
leer al final de esta reseña.
En el caso de Francisco Robles,
es filólogo y profesor de literatura, además de autor de una veintena de
títulos literarios, destacando entre las novelas de corte histórico ‘El aguador de
Sevilla’, una novela de intriga histórica sobre la figura del genial Velázquez.
No es casualidad que este premio
se libre en Laguardia pues es allí donde el grupo Solar de Samaniego enraíza y
marida la cultura del vino y la literaria con proyectos como el Beber entre
líneas. Tampoco lo es que la editorial sevillana Algaida patrocine este premio
literario pues dentro de su catálogo y compromiso con la literatura la
encontramos en premios de novela tan prestigiosos como el Ateneo de Sevilla, el Ateneo de
Valladolid o el Ciudad de Logroño.
Como decía, acompaño esta entrada
con la entrevista que me concedió Luis del Val el año pasado, a la espera de
que Francisco Robles me conceda también una este otoño en su gira promocional por
Valencia con su novela ‘La maldición de los Montpensier’ (Algaida, 2016) que ya
puede adquirirse en las librerías, quizá para estas tardes otoñales, quizá para
leerla con una copa de vino cerca.
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