P.: La historia triste de un hombre justo es su primera novela; siendo así, me gustaría preguntarle por su origen, por la decisión de publicarla.
Nació de la desazón durante un periodo de mi vida arduo. Volví de la universidad en plena crisis, con una mochila llena de promesas caducadas sobre el mundo laboral. Autoempleado en el difícil mundo de la psicología clínica, rodeado de tanta alienación social, políticos corruptos, «compadreos» y nepotismos, uno termina por destilar bilis. Y esa bilis es la tinta.
P.: La música juega un papel casi protagonista en La historia triste de un hombre justo. Desde el rol del protagonista, un lutier armonista, a la voz narradora de este o a esa parte de la trama que además nos detalla en el anexo de la novela. Coméntenoslo desde su propia faceta personal como psicólogo y músico.
Toco la guitarra desde hace más de 15 años, por lo que unir la psicología y la música en un concepto tan maravillo como es el de «magia» fue para mí un juego muy divertido.
Los psicólogos analizamos el lenguaje para categorizarlo en lo que llamamos «distorsiones cognitivas», es decir, captamos los errores en el procesamiento de la información lógica, comunes a todos los seres humanos. Cuando tienes práctica eres capaz de captar estos matices con precisión, de ahí eso de que los psicólogos leemos la mente.
Yo quería mis personajes tuviesen estas capacidades, pero era difícil trasladar el concepto a una Edad Moderna fantástica, por lo que me permití licencias literarias a través de la música. La música es el lenguaje de la magia en mi novela, y los armonistas (magos) son capaces de escuchar cómo el tejido de la realidad y las personas transmiten su propia música. Es un algoritmo maravilloso que me permite describir la vida como si fuese una canción.
Eso siempre ocurrió en la historia y sigue ocurriendo. Lamentablemente, las personas que promueven el progreso no obtienen el respaldo económico ni político si sus proyectos no arrojan resultados económicos. Si además permitimos que la religión y la ideología meta sus narices en ciertos asuntos (como en el tema de la investigación de células madre), el resultado es el de siempre: mujeres y hombres buenos, socavados por la estupidez, el miedo o la conveniencia de gente sin escrúpulos.
P.: Vamos a encontrar al principio del libro un mapa de situación de Ísbar y, al final, un glosario de términos muy útiles, a mi parecer, para no perder el hilo de la historia. Coméntenos acerca del uso de esos vocablos que descubrimos en La historia triste de un hombre justo. Unos ya en desuso por ser de otra época, otros, en cambio, son inventados.
Cuando escribes fantasía, y no sólo cuando escribes histórica, es conveniente documentarse. Es cierto que puedes tomarte licencias, pero Canción de hielo y fuego no funcionaría igual si George R.R. Martin no supiera cómo funciona el sistema de castas de la Baja Edad Media. Con esto quiero decir que para mí fue necesario añadir el lenguaje de germanía, que además de mantener el tono de la atmósfera, es un interesantísimo crisol de voces y expresiones que se usaba en la época entre los estratos más humildes de la sociedad. Este ingenio de piruetas lingüísticas fue incorporado incluso en las mismas obras de Lope, Cervantes o Quevedo, y aunque la mayoría de la gente no lo sepa, muchos términos han llegado hasta nuestros días estilizando nuestra maravillosa lengua. Si hubiese escrito novela histórica lo hubiera dejado tal cual, pero es una novela de fantasía, y por ello me permití añadir algunos términos inventados.
P.: Una pregunta curiosa tiene que ver con el tema de las escalas musicales y la armonización, de vital importancia en la novela hasta el punto de incluir en el anexo una explicación acerca de ellas. Coméntenos este elemento y su relevancia sin dejar de lado el componente mágico que también fluye a lo largo de La historia triste de un hombre justo.
Aquí debo confesar que los juegos de rol han sido la influencia de mayor calado, dado que las reglas de los manuales suelen «parametrar» los usos de la magia. En La historia triste de un hombre justo, los sortilegios de los armonistas reciben el nombre de escalas, un conjunto de notas que, tocadas, provocan efectos en la realidad. Para la historia, este compendio de canciones fue clasificado en varios tipos de escalas, permitiéndome así construir un sistema de magia conocida en teoría literaria como «magia dura». Es decir, la magia tiene una consistencia, una lógica, un lenguaje, y ese lenguaje es la música. Definir bien todos los matices de la magia dentro de las leyes de la armonía no sólo permite que el lector se anticipe a la trama gracias a la comprensión de los conceptos musicales básicos, sino que además ponemos limitaciones, estableciendo qué se puede hacer o no. La religión, además, coarta la libertad de los armonistas, lo que me permite verter la crítica a la moralidad impuesta por los curas fanáticos.
La historia triste de un hombre justo Ángel González Olmedo. RedKey Books.
No es lo que suelo leer, pero me ha despertado curiosidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Eso es genial, Margari. Lo celebro. Un saludo.
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