sábado, 31 de marzo de 2018

‘La mano que te da de comer’, de A.J. Rich


Quizá, lo primero que llama la atención de ‘La mano que te da de comer’, de A.J. Rich (Maeva), es el primer capítulo, el que va a ser el motor de la historia. Siendo un psicothriller es necesario enganchar al lector desde las primeras páginas y, en este caso, se consigue. 
Lo siguiente que destacaría son los grandes ejes sobre los que gira la historia. De una parte el tema de la identidad y, de otro, el de la defensa legal de los animales en casos judiciales. Y lo comento porque en el caso de que haya lectores sensibles o aprehensivos con temas de mascotas y crímenes lo tengan en cuenta. Antes de detenerme en esos dos ejes, quisiera resaltar un hecho curioso sobre quien firma este thriller. Tras el nombre de A.J. Rich se encuentran, en realidad, dos mujeres y un guiño a una tercera. Las dos mujeres, las que aportan las iniciales, son Amy Hempel, una escritora neoyorquina de cierto reconocimiento en USA, y la también escritora Jill Ciment, actualmente ejerciendo como profesora en la Universidad de Florida. El guiño es a una amiga común, la también escritora, Katherine Sussell Rich (de ahí el apellido del seudónimo).
Si he incluido este detalle es porque a Katherine S. Rich, al parecer, le ocurrió un hecho parecido al que se narra en ‘La mano que te da de comer’. Aunque ella trató de poner la historia en papel no pudo y finalmente han sido Hempel y Climent quienes lo han hecho.
De vuelta al núcleo de la trama, la narración arranca con la protagonista regresando al piso en el que vive con sus tres mascotas (un gran pirineo y dos pitbulls) y, Bennett, su prometido de origen canadiense. La escena de cómo halla a Bennett es lo suficientemente poderosa como para enganchar a los lectores más morbosos y afines a la sangre y el género del thriller. Que la protagonista, Morgan, esté estudiando una tesis en victimología no es accesorio. No solo va a ser clave en la trama argumental, también permite al lector descubrir, gracias a ello, la hondura psicológica de los personajes, al punto de encontrarnos -en un punto climático- con que cada culpable tiene sus razones para el crimen. 
Que la trama fluya es importante, que los detalles estén bien dispuestos y trazados, también. Pero sobre todo están los ejes llamémosles sociales que comenté. El de la identidad, en tanto el prometido de Morgan es alguien a quien ella conoció por Internet. Y dado que tras avanzar en el argumento ella descubrirá que no existe nadie con ese nombre ni que su cuerpo lo reclama ningún familiar, una de las reflexiones que lanza la novela gira en torno a quién hay detrás del perfil de una red social; de que no sabemos realmente quién es, aún después de conocer en persona a ese perfil, cuestionándonos si realmente llegamos a conocerlo.
El tema de los sociópatas y los psicópatas, el de los maltratadores, no empaña al de la situación legal de las mascotas en ciertos procesos judiciales. Una cuestión que va adquiriendo relevancia a medida que Morgan va descubriendo aspectos de su prometido en un debate interno sobre si debe o no ayudar a sus perros. 
Sobre si el final es coherente, más que previsible, no haré ninguna indicación, pues creo que es cada lector quién ha de valorar los distintos matices que aporta un thriller más allá de la trama y sus personajes.
LA MANO QUE TE DA DE COMER, A.J. Rich. Ediciones Maeva. 978-84-16363-91-9

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