Entrevisto a Darío
Vilas (Vigo, 1979) al hilo de su última novela publicada ‘El hombre que nunca
sacrificaba las gallinas viejas’ (Tyrannosaurus Books, 2013) con la que ha
obtenido el Premio Nocte 2014 a la mejor Novela Nacional de Terror.
Vilas es un
escritor que cultiva el género fantástico y el realismo sucio, el cual combina
con la literatura de terror. Ha sido reconocido en España como uno de los
autores que cultiva el género terrorífico junto al género fantástico y el
realismo sucio con mayor originalidad y maestría. Posee diversos premios tanto
por sus relatos, como el Premio Nosferatu 2012 por "Orgullo de padre"
como el Pandemia 2013 a la mejor Antología de Relatos, como coordinador y
coautor del tomo Antología Z. Volumen 6, habiendo resultado finalista de los
Premios Scifiworld en 2012.
La primera pregunta es tan difícil que me
arriesgo a tropezar con los encasillamientos y etiquetas de su novela entre el terror psicológico, el género Z frente al
realismo sucio o bizarro.
Esta novela es
difícil de catalogar. Hay quien la ve
como novela negra o thriller, quien la ve como terror y hasta quien dice
que es realismo sucio con toques fantásticos. Lo del realismo bizarro fue una
especie de broma que nació a partir de esa dificultad, y como crítica a las
etiquetas delirantes que están tan en auge. Desde luego, lo que no es en ningún
caso es género Z, en absoluto. Mejor etiquetarla como novela corta.
La siguiente
pregunta, también con nuevo riesgo por mi parte, es sobre el lugar donde
transcurre la novela. La isla de Simetría, un lugar casi fetiche, ¿quizá haya
algo de fascinación por el paisaje como estado de ánimo, como marco argumental
para jugar con los personajes?
Desde luego. Si
observo en panorámica, desde el punto en que me encuentro ahora mismo, soy
consciente de que los paisajes en el conjunto de mi obra forman parte del
estado de ánimo, incluso llegando a ser un personaje más. En Gallinas Viejas es
tan protagonista Marquitos como la propia isla Simetría, por encima de otros
personajes que desfilan por sus páginas. La última novela que terminé la
ambienté por primera vez en mi ciudad, Vigo, y vuelve a tener un peso muy
específico como marco argumental.
Puestos a
rescatar, sigo en la línea, le pregunto por el protagonista, por Marquitos
Laguna. ¿Lo traes de regreso por una deuda contigo mismo, por placer…? ¿Vamos a
volver a saber de él en el futuro?
Marquitos
aparecía hasta en cuatro relatos previos a esta obra. Siempre había jugado con
la idea de dedicarle una novela, así que podría decirse que sí, que era una
deuda que tenía, pero más bien con el propio personaje y con los lectores, que
reclamaban saber más sobre él. En lugar de dar a conocer su pasado, lo que hice
fue contar su presente. Los hechos narrados en los relatos tenían lugar en el
año 2001. En la novela saltamos diez años, hasta 2011, para saber qué pasó con
Marquitos después de un punto de inflexión en su vida que lo llevó a aislarse,
a dejar atrás su vida tal y como se estaba desarrollando.
Te diría que no
sabremos más del personaje en el futuro, que es algo que se intuye en el final
de la novela, pero quizás me tuviera que retractar. De momento, aparece en un
microrrelato dentro de Absurdario, mi última
publicación, y también en un prólogo para una novela de un compañero. Nunca se
sabe.
A ‘El hombre
que nunca sacrificaba las gallinas viejas’ la avala el prestigioso premio
Nocte, te preguntaría por el éxito de esta novela entre el público, si crees
que está recayendo en el premio, en el boca oreja, en la labor editorial o en
tu carisma como escritor. Me permito un par de guiños, uno al haber leído que
defines al conjunto de tu obra como ‘bastante absurdo’, el otro a Bukowski.
Supongo que es
una mezcla de todo lo que has mencionado, salvo lo del carisma, que no sé si
tengo de eso. La novela tardó en empezar a funcionar, pese a los esfuerzos que
hicimos tanto editores como autor inicialmente. No arrancó hasta que el boca a
boca comenzó (lleva casi una treintena de reseñas y críticas, ni una sola
negativa, que es mi récord de largo). Luego, desde la editorial supieron
gestionar muy bien ese repunte, la redistribución llegó en el momento más
oportuno, cuando se acababa de anunciar que era finalista al Premio Nocte. Y
este galardón vino a culminar una trayectoria ascendente que nos está dando
muchas alegrías a todas las partes implicadas, con lo que costó llegar a este
punto.
Los guiños no
sólo a Bukowski (bien visto), sino a Carver, Miller, Fante o Palahniuk, entre
otros, son recurrentes en mi producción literaria y en mi discurso personal
como autor.
Imaginemos
que un lector aterriza desde del espacio o emerge del inframundo, no sabe quién
es Darío Vilas y tropieza en una librería con “El hombre que nunca sacrificaba
las gallinas viejas”, ¿qué argumentos le darías para que se embarque en esta
historia?
Pienso que el
título es un buen reclamo per se. Cuando se lo puse sabía que
despertaría la curiosidad, incluso siendo tan largo y difícil de retener (al
final se conoce la novela por Gallinas Viejas, a secas). Pero si necesitan
algún otro argumento, me quedo con la definición del lector que dijo que la
novela es “un puto rodillazo en las pelotas”.
¿Qué te
llevarías si Marcos Laguna te llamara pidiendo ayuda a la isla de Simetría?
Iría con lo
puesto y teniendo claro que no voy a volver. Menos mal que Marquitos jamás
pediría ayuda a nadie. No me gustaría verme en esa situación.
¿Quieres añadir
algo más, quizá algo que no te hayan preguntado en otra entrevista y quieras
contar a los lectores?
A veces me
quedo mirando al vacío, sin pensar en nada. Es lo mejor que se puede hacer en
la vida. Hay mil preguntas que no me han hecho, quizás no valga la pena que las
responda.
Muchas
gracias, Darío, y mucha suerte.
Por
Ginés J. Vera.
foto: dolmeneditorial.
El título de esta última novela es atractivo. De los que te producen curiosidad. Y por lo que cuenta el autor, parece tener muy buena pinta. Tendré que incluirlo en mi lista de lecturas del 2015.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari. Si te gusta pasar algo de miedo este libro seguro que formará parte de tu lista de 2015. Un saludo.
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