Entrevisto en el hotel valenciano de costumbre a la escritora
Mercedes de Vega. Nacida en Madrid es licenciada en Sociología y Ciencias Políticas.
Ha residido y trabajado en Nueva York y Barcelona. Ha cursado estudios
literarios en la Universidad Complutense de Madrid y participado en numerosos
talleres de escritura creativa. Ha colaborado en revistas literarias como Los
Papeles de Iria Flavia, y es miembro del jurado del Concurso Resonancias de
Cuento. Ha publicado la novela ‘El profesor de inglés’, el libro de relatos
‘Cuentos del sismógrafo’, y varias publicaciones colectivas. Ha sido
galardonada por dos años consecutivos (2013 y 2014) en los Premios del Tren
"Antonio Machado". La entrevisto por la reciente publicación de su segunda
novela ‘Cuando estábamos vivos’ (Plaza Janés, 2015).
Que la novela
transcurra en el periodo histórico de la Segunda República puede desanimar a
algunos lectores o al menos pensar que va a incluir tintes políticos, que quizá
sea ‘otra novela sobre la Guerra Civil’.
No, no es una novela política, es una novela de emociones. Es
una novela que está ambientada en la Segunda República. Va caminando por un
espacio temporal desde 1928 a 1936 que es justamente la Segunda República; es
un contexto tan poderoso que no podía obviarlo. La historia de amor que yo
planteo en la novela es una excusa para un recorrido mítico, mío personal como
novelista. Considero que el periodo es muy superior, nos remite a nuestra
historia, al final somos lo que somos por el pasado que arrastramos y no es un
pasado tan lejano. En este caso el periodo al que se circunscribe la novela es
casual en el sentido en el que para mí era importante hablar de unos personajes
y vivieron en esta época y no en otra. No es algo que yo haya elegido, yo
quería hacer mi novela, la novela de mis personajes y mis personajes estaban en
este momento histórico.
La novela se abre al
lector en 1995 con la confesión de Lucía, ya anciana, su necesidad de contar
una serie de secretos guardados con miedo durante demasiados años. Háblenos de
quién es Lucía sin desvelar, por descontado, esos secretos.
La narradora de mi historia, Lucia, es una mujer que a los 90
años, desde Roma, vive en el exilio del que no va a volver jamás. Nos va a
contar sus últimos años en España, del 28 al 36, donde ella mantiene una
relación adúltera. En la novela vemos la confesión de una mujer adúltera, de la
relación de adulterio, solo que ella no lo vive como una Madame Bovary, ella es una mujer del siglo XX que reivindica su
libertad, aunque dentro de una familia conservadora, muy monárquica; fíjate que
su padre, durante toda la novela, su máxima aspiración es que vuelva Alfonso XIII
y cargarse la República. Ahí lo que he hecho es jugar con la historia de dos
familias porque realmente es una saga familiar, son dos familias que se
complementan pero que son muy diferentes, una historia de saga familiar.
En las guardas el libro tiene una foto de Madrid de los años
20 tomada desde el Círculo de Bellas Artes, lo cual es muy curioso, porque la
novela empieza en el Círculo. También aparece un cuadro genealógico, el de las dos
familias que son las protagonistas de la historia, un poco para poner en
antecedentes a los lectores de lo que nos vamos a encontrar.
‘Cuando estábamos
vivos’ es una historia de amor, celos, venganzas que además está inspirada en
hechos reales, ¿no es cierto?
Sí, está basada en hechos reales; con dos hechos que
ocurrieron en mi familia he montado esta historia, pero además sin querer
haberla montado. Fue a través de un proyecto de investigación genealógica
cuando fue surgiendo con los años esta novela.
Una novela de
personajes pero también de escenarios, sobre todo del Madrid de la época que
hará la delicia de los lectores, con detalles aportando credibilidad como ese
toro paseándose por la Gran Vía o ese oso blanco que se escapó de la Casa de
Fieras.
Eso son dos anécdotas madrileñas que ocurrieron de verdad y
en ese momento temporal. Entonces, claro, da verosimilitud; además, da una
estampa social del momento histórico, de lo que está pasando en Madrid, de cómo
es la vida de la gente, completamente distinta a la de ahora: cómo es posible
que un oso se escape de la Casa de Fieras y ataque a un guarda. O ese toro que
se le escapa a un ganadero que los llevaba subiendo por el Manzanares y que fue
corneando a la gente por la Gran Vía. Y que curiosamente se encuentra en ese
momento allí un torero que lo lidia…
De película de Buñuel.
Totalmente surrealista. Un extranjero diría: pero qué país,
¿esto es real o ficción? Esto es un poco lo que me interesa en la
Literatura: en qué momento pones la línea que marca el límite entre la realidad
y la ficción; me pareció tan ilustrativo que no pude resistirme a incorporar en
la narración estos pasajes.
He tomado un dato que
aparece en el libro, el último auto de fe en Valencia a mediados del XIX, el
último condenado por herejía por la Inquisición, Cayetano Ripoll. Se lo comenta
el personaje de Francisco a Juliana donde además le dice: ‘Nadie quiere
desenterrar el pasado de este país, hecho de sangre y exilio’. ¿Aún nos queda
más historias por desenterrar de nuestro pasado reciente, de hace 70 u 80 años,
novelas que cuenten historias reales de sangre y exilio?
Sí, fue el último condenado… La novela precisamente va de
confesiones, y la novela va de memoria, sobre todo la memoria como relato que
es de las cosas que más me interesaba sacar en la novela y efectivamente es así.
La novela lo que hace es un recuerdo, sobre todo un tributo al pasado, yo lo he
querido desenterrar, sobre eso que me cuentas de la Inquisición, de ese auto de
fe. He querido hablar en esa época, no he podido resistirme al investigarlo, de
la comunidad judía madrileña y, por extensión, en toda España. Es uno de los temas
que me preocupa como autora y como novelista En mis novelas hay esa parte de
desenterramiento, los españoles tenemos un miembro amputado, como dice Muñoz
Molina, hay una serie de españoles a los que sacamos dramáticamente de nuestro
país, y a los que se quedaron o nos los cargamos a través de la Inquisición o les
hicimos que se olvidaran de su ideología, de su identidad. La novela va de
identidades, también de la mía como escritora, es una búsqueda identitaria. He
querido hablar de los conversos a través de una familia, en esta novela hay dos
familias, la familia Anglada es de judíos conversos y me ha servido de excusa
para hablar de la comunidad judía, por ejemplo madrileña, de cuando se inaugura
la primera sinagoga en Madrid, en la calle del Príncipe, y de esta comunidad,
de la política que se lleva a cabo con Alfonso XIII que luego continua con la
Republica. Es un tema que me interesa y me preocupa y he querido contar en ‘Cuando
estábamos vivos’.
Muchas gracias y mucha
suerte, Mercedes.
Por Ginés J. Vera.
No me importa leer otra novela ambientada en los años de la guerra civil. Hasta ahora casi siempre he disfrutado mucho con estas historias y he aprendido mucho con ellas. Y que además sea una novela más de emociones hace que me apetezca aún más. Habrá que hacerle hueco.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari. La verdad es que no está ambientada en la Guerra sino en el periodo previo, el de la República, precisamente se lo pregunté un poco por lo que dices. Creo que te gustaría esta novela por la parte de personajes, de traiciones e infidelidades pues es muy de esto, de conflictos personales y morales en una época y en el seno de una familia en la que estaba muy mal visto. Un saludo.
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