Cuando vi en el catálogo de Ediciones Maeva la inminente aparición de la novela gráfica Ana de las Tejas Verdes, de Mariah Marsden y Brenna Thummler, no me lo pensé mucho.
Todavía guardo un emotivo recuerdo de la serie de televisión basada en el libro original. Me emocioné viendo al personaje principal, a Anne Shirley (aunque a ella le gustaba que le llamasen Ana, con a) a lo largo de los nueve episodios.
La emoción llegó primero por correo a mi casa, en forma de libro. Lo que no esperaba que ocurriera a continuación es que me emocionase al leerlo.
Basada en la novela de 1908 de Lucy Maud Montgomery titulada Ana de las Tejas Verdes, la novela gráfica homónima acaba de editarse como un libro gráfico traducido por Ediciones Maeva dentro de su colección Maeva Young.
La emoción llegó primero por correo a mi casa, en forma de libro. Lo que no esperaba que ocurriera a continuación es que me emocionase al leerlo.
Basada en la novela de 1908 de Lucy Maud Montgomery titulada Ana de las Tejas Verdes, la novela gráfica homónima acaba de editarse como un libro gráfico traducido por Ediciones Maeva dentro de su colección Maeva Young.
Hablar de Ana de las Tejas Verdes es evocar a Ana Shirley, una niña pelirroja de once años, que por un azar llegará a las vidas de dos hermanos solteros: Marilla y Matthew Cuthbert. Estos viven en una granja, en una casa de tejas verdes, en el pequeño pueblo de Avonlea. Ambientada a principios del siglo XX, en Prince Edward Island, en Canadá, leyendo la biografía de la escritora Lucy Maud Montgomery se intuyen ciertos paralelismos con su protagonista.
La novela gráfica editada por Maeva Young logra transmitir, en mi opinión, esa magia que el personaje de Ana y su entorno le confieren a las aventuras de la joven huérfana. Los colores de las viñetas, los silencios, los gestos y, sobre todo, la transición de las escenas alternando los diálogos con los paisajes o las ilustraciones a toda página.
Leer Ana de las Tejas Verdes nos sumerge en una suerte de aureola nostálgica que emociona, al menos a mí me ha emocionado. Quizás porque mi referente sigue siendo el recuerdo de la serie televisiva durante mi adolescencia, aquel éxito en 1988 y 1989, al emitirse en España. Entre los múltiples y merecidos galardones, la serie Ana de las Tejas Verdes ganó un premio Emmy en 1986 al mejor programa infantil.
Ana de las Tejas Verdes (Ediciones Maeva) como novela gráfica creo que llegará a muchas y muchos lectores no solo de mi generación, también calará hondo entre los más jóvenes porque con las ilustraciones y viñetas sigue tocándonos el corazón. Ana, esa Anne Shirley, la de la casa de las Tejas Verdes, a quien le hubiera gustado llamarse Cordelia, representa con su singularísima vivacidad, sentido del humor y, sobre todo, su alegría e imaginación, una manera de entender el mundo, de ser diferente, de ver la vida desde su lado más positivo y estimulante. Cómo me encantaría haber conocido a una Ana de las Tejas Verdes y regalarle este libro.
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Mariah Marsden pasó parte de su vida buscando hadas en medio de las viejas colinas de los Ozarks de Missouri. Comenzó a contar historias para pasar el tiempo en la granja de su familia, y no se ha detenido. Anteriormente fue bibliotecaria de libros infantiles, obtuvo su Maestría de Bellas Artes en Escritura Creativa en la Universidad de Missouri-Kansas City. Escribe sobre los sueños y las dificultades de la infancia, el folclore de su región y las complejidades de la vida rural. Ella todavía busca hadas.
Brenna Thummler creció en el noroeste de Pennsylvania, donde desarrolló un gran amor por los senderos naturales, la mantequilla de cacahuete y, sobre todo, por la ilustración. Graduada en el Ringling College of Art and Design, fue miembro de la Society of Illustrators Zankel Scholar durante su penúltimo año. Desde su graduación, ha realizado trabajos editoriales y publicitarios para clientes como el New York Times o el Washington Post. Ana de las tejas verdes es su primera novela gráfica.
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