Última entrevista de este año 2013 a la
periodista y escritora Marta Rivera de la Cruz. Acaba de publicar "La boda de Kate" (Planeta). Rivera empezó su carrera literaria resultando finalista
del Premio JB de Novela Corta en 1996. En 1998 obtuvo el premio Ateneo Joven de
Novela de Sevilla por Que veinte años no
es nada y en 2006 su novela En tiempos de prodigios fue finalista del Premio Planeta. Ha trabajado como periodista y editora,
siendo autora además de tres libros de ensayo.
Esta entrevista la realizamos a medias
junto a un compañero de los medios, en la tercera y
tranquila planta del hotel de otras tantas entrevistas. Gracias Salvador.
¿Hacía tiempo que tenía pensada La boda de Kate? ¿Era una necesidad y ha surgido ahora el momento de que viera la luz?
¿Hacía tiempo que tenía pensada La boda de Kate? ¿Era una necesidad y ha surgido ahora el momento de que viera la luz?
No como una
necesidad, aunque la verdad es que sí surge como una historia que empieza a
formarse en la cabeza y sí que me parece interesante y merece ser contada.
La boda de Kate coincide estos días con el tema
de las bodas presente en algunas películas e incluso alguna obra de teatro de
éxito que tratan del amor en la tercera edad.
Fue todo
circunstancial, no lo pensé mientras la escribía. Aunque la protagonista es una
persona mayor también hay mucha gente joven que es importante en la novela.
Tal vez el interés era por las
circunstancias de esa llamada tercera edad, ¿es un nuevo consumidor?
Bueno, es que a
mí no me gusta llamarlo tercera edad, me parece horrible porque si no hay primera
edad ni segunda edad, ¿por qué hay tercera edad? Es gente cada vez más autónoma
que cada vez llega a la edad madura en mejor estado de salud, gente que
continua saliendo, produciendo y habrá que pensar en productos para ellos.
A partir de una determinada edad, de los
50, ¿las diferencias se notan menos, los problemas y las inquietudes son más comunes?
Yo creo que
antes de los 50. A medida que cumples años se van limando las diferencias.
Entre una persona de 50 y una de 70 no hay tanta diferencia como entre una
persona de 20 y una persona de 30.
Kate no es una persona normal en cuanto a que
es millonaria, ¿le interesó que fuera así para la novela? ¿La vida de las
personas normales es menos atractiva a la hora de escribir?
Más que
millonaria, Kate es una persona acomodada, que vive de los derechos de autor, y
todos sabemos que de los derechos de autor no se puede vivir a menos que seas
Stieg Larsson o la autora de Harry Potter. Aparte de las circunstancias de su buena
suerte, es una persona normal, no es una mujer muy guapa, ni muy inteligente, ni
con mucha vida social; es una persona normalita que acaba teniendo problemas
económicos.
Me llama la atención el sentido de la
gratitud y responsabilidad de Kate, por una parte por ese matrimonio a los 35
años, y luego cuando llega a Ribanoba y por gratitud a Julia del Amo decide
quedarse.
Sí, Kate es una
persona que quizá porque es muy responsable, muy recta; ella misma dice que se
ha pasado la vida haciendo lo que es correcto, piensa en todo momento si eso es
lo que hay que hacer. Cuando llega a Ribanova (en España) y se encuentra con
una familia que ha cuidado de su padre sin tener que hacerlo, se echa sobre los
hombros la responsabilidad de decir: ahora tengo yo que cuidar a esta familia,
si eso pasa por hacerme cargo del ‘muerto’ de una librería que ha dejado de ser
un negocio, pues adelante.
El tema de la literatura está muy presente;
no solamente por lo de los derechos de autor de Albert Solomon, también por la
librería El Unicornio, por el personaje de Vera Smith, y sobre todo por el personaje
real de Truman Capote.
Al final cada
uno acaba hablando de lo que conoce bien. Más que de la literatura, que sí que está
presente en la novela, lo está el negocio editorial: los libros que dan dinero,
los que no dan dinero, los que hay que publicar como sea, los que se publican
pero no arrancan, la librería como negocio. El negocio literario es otro
personaje de la novela.
Si en el negocio literario solo se busca la
comercialización habrá muchos autores que se queden en el camino.
Al final es
verdad que si un autor, aunque sea muy válido, no es capaz de vender un mínimo
de ejemplares de la novela para que esta sea rentable, yo entiendo que una
editorial no lo puede publicar. Hablando un día con un editor me decía: "ni
somos una ONG, ni hermanas de la caridad; es un negocio. Yo no puedo apostar
otra vez por un libro si no estoy convencido de unos rendimientos mínimos." Es
verdad que si un libro no consigue un mínimo, pues no se puede apostar por él.
Hay una cosa
que hay que empezar a asumir y es en que el negocio de los libros, la
literatura a gran escala, lo sostienen los no lectores. No hay en España
lectores suficientes para sostener la literatura con mayúsculas. Los best seller se convierte en best seller porque los compra gente que
no comprar libros. Lo mismo en España hay 15.000 lectores que están pendientes
de las novedades, que van a las librerías, que buscan…, solo estos no podrían
sostener la literatura, tendrían que estar comprando todos los días. Quien sostiene
el entramado es la gente que entra en la librería para comprar un libro de moda
o una novela que conoce de oído o para comprar un libro para regalar. Ojala no
existiera, pero tiene que existir.
¿Qué considera más importante en una novela: los personajes o la historia
en sí?
Para mí no hay
personajes secundarios, creo que todos los personajes sostienen la trama. Yo
cuando elaboro una historia no puede funcionar sin unos buenos personajes, pero
unos buenos personajes trabajando en una historia plana, pues tampoco tiene
mucho para donde desarrollarse.
Coménteme estas frases, para terminar, que
he leído en la novela: "Los recuerdos que dejan las personas se desvanecen con
los años (…) la memoria de cada uno de nosotros está destinada a deshacerse
suavemente hasta que no queda nada".
Es un poco
verdad; no hablo en las familias, hablo en el tiempo, en la Historia. Llega un
momento en el que las cosas pequeñas se desvanecen completamente. Ponía el ejemplo
de Napoleón, pregúntale a alguien de quince años quién era Napoleón. Te dirá: “era
francés, estuvo en una guerra…”, pero nadie se va a acordar de qué le gustaba
comer, de si le gustaba la música o si se levantaba de mal humor; son cosas que
existen cuando estamos nosotros, una vez que no estamos esas cosas se van.
Muchas gracias y mucha suerte Marta, felices fiestas.
Por Ginés J. Vera
Ginés, no dejo de sonrojarme. Dice que la protagonista es millonaria, luego que es una persona normal, luego que hay gente que no compra libros pero que los compra, luego que hay que replantearse el negocio editorial cuando se ha replanteado siempre, luego que puede que haya buenos personajes desarrollándose en una historia plana, luego que no tienen mucho donde desarrollarse (más obvio imposible), luego que si a Napoleón le gustaba la música o se levantaba de mal humor (irrelevante todo)... Se expresa la entrevistada como un libro cerrado. ¿O no? Me quedo de piedra con el nivel. Con el nivelazo de tercera división de aficionados del municipio de mi pueblo. ¡Madre mía! Si así vende su producto novelero, cómo será el susodicho tomo y lomo. ¿Finalista del Planeta? Ya te digo. Si tienes un rato, lee la crítica que le hizo el de El País en Babelia a la novela ganadora del año pasado (la de la pareja de guardias civiles escrita por el getafeño cuyo nombre no quiero recordar) Habla o escribe el crítico de todo menos de la novela. Ahora viene a mi memoria su nombre novelero: Lorenzo Silva. Pues eso, que como yo al principio. Se quedó el crítico criticante criticador (o cítrico amarguísimo) como yo al inicio. Ruborizado primero, petrificado después.
ResponderEliminarEl titular se lo has copiado a Gila o a Mingote o a Jardiel o a Mihura. Confiesa, pasamontillo. Ni Beckett ni Ionesco ni el Arrabal más cargado, serían capaces de perfilar algo tan sublime: "Los libros más vendidos (en castellano suena mejor) lo son porque los compra gente que no compra libros". Suena mejor así porque lo de "convertir" va por otras vías, la de la oración, la devoción y el recogimiento, o la de las ventanillas bancarias para el trueque de euros en libras o en rupias. Un libro no se convierte en nada, un libro siempre es un libro. Puede que se venda más o menos, pero eso no es convertir nada, eso es que lo compre más o menos gente para leerlo, para regalarlo o para sujetar patas más o menos cortas de mesas inestables. En fin, que absurdo hasta la risa floja o la carcajada restallante. Compra libros gente que no compra libros. ¡Disparate tal no leí en los últimos minutos! Ya te digo, de planeta, de estrella, de cometa o de asteroide pétreo que puede que nos caiga encima cualquier día. ¡Vive dios que me espanta que no venga un rayo que parta a los que no dejaban escribir a don Juan! Ése sí que era un buen escritor. ¿O era Zorrilla? Cualquiera sabe.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentarios, siempre tan puntual, siempre con el dardo en la palabra (título de otro libro, lo confieso). Los titulares de las entrevistas los 'saco' de frases que el entrevistado dice durante la pregunta o cuestionario. Estuve en la rueda de prensa de los premio Planeta 2012 y lo que puedo decir es que Lorenzo Silva me pareció sincero y con los pies en la tierra respecto a la repercusión de su novela recién galardonada.
EliminarComo escritor diletante me queda mucho, un largo abismo, para poder sacar el plumín y desenvainar esdrújulas y alrededores sobre lo que otros con más 'tablas' han escrito. No obstante, tú, al igual que cualquiera que lo haga dentro de un orden y educación podéis dejar vuestros comentarios sobre el autor y/o su obra, ya entrevistado/a, ya reseñado/a.
Agradecido siempre, bien lo sabes.
Un saludo de año nuevo.