Esta
semana en Maleta de libros tengo el privilegio de entrevistar al psicólogo
Ferrán Salmurri. Con más de cuarenta años de experiencia estudiando las
emociones, sigue en activo en el Gabinet Col·lectiu Galton (el primero en
España dedicado a la psicología clínica y la psiquiatría). Defiende los beneficios
de la corriente de la psicología cognitivo-conductual hasta el punto de querer trasladarlos
hasta la cotidianidad de la gente de a pie. Para Salmurri la felicidad es una
conquista que depende en gran medida de lo que pensamos.
Tras
la publicación del libro “Libertad emocional. Estrategias para educar las
emociones”, le preguntamos por su último libro “Razón y emoción” (RBA, 2015) con
el que quiere enseñarnos a utilizar la razón para gestionar mejor nuestras
emociones.
En
‘Razón y emoción’ destaca la felicidad, el optimismo como motor para
esforzarnos y emplearnos más y mejor.
Si, aquí hay dos grandes objetivos:
uno, todos los seres humanos, lo que queremos, lo que buscamos, para lo que
vivimos, nuestro objetivo vital es ser felices, y esto hay que explicar lo que
es porque mucha gente piensa que es hedonismo. Es muy sencillo: somos más
felices cuando nos sentimos bien que cuando nos sentimos mal.
Los sentimientos, ¿cuándo queremos sentirlos?, en la vida. Y, ¿cuándo es la vida? hoy y aquí, ni ayer ni mañana, ni dentro de un
minuto, ahora. ¿De qué depende?, de
ti, y de lo que piensas. Y, en general, ¿qué pensamos?, pensamos muchas veces
estupideces, le seguimos dando cuerda a los mismos pensamientos y esto nos
lleva a seguir una actitud en la vida, nos repetimos, de ahí el ejemplo de las
zapatillas que aparece en el libro. No somos capaces de parar y pensar, no
somos capaces de ir a casa y decir ¿dónde estarán las zapatillas?
Debemos
aprender a establecer hábitos de esfuerzo ya he leído que estamos programados
para buscar el beneficio inmediato.
El ser humano tiene tendencia a evitar
el esfuerzo, a obtener el beneficio más inmediato, es una tendencia, una
satisfacción personal, yo te diría, que de los seres vivos. Hace unos años
salió una noticia en los medios que explicaba que unos expertos de la
universidad de Extremadura habían hecho un seguimiento de unas aves migratorias
y comprobaron que iban desde España a Suráfrica, se plantearon por dónde iban
ya que en medio estaba el Sáhara. Hicieron un seguimiento y comprobaron que
iban desde España a Brasil y de ahí a Suráfrica. Lo hacían aprovechando así las
corrientes de aire para ahorrarse esfuerzo.
Otro ejemplo en animales, cuando al
león le duele el estomago, cuando ha comido, se está cuatro días sin moverse
por no gastar, para no realizar ningún esfuerzo. La tendencia a evitar el
esfuerzo es consustancial con el género humano, y es evidente que todo esfuerzo
evitable es esfuerzo evitado.
El problema lo tienes cuando hay
esfuerzos evitables pero que son necesarios. Por ejemplo, si tú quieres
aprender tienes que estudiar y entre las muchas perversiones mentales que
enseñan, por ejemplo, no nos enseñan a sentirnos satisfechos del esfuerzo que
te conviene. Puedes elegir por ejemplo a un estudiante, de instituto o de
universidad, y le preguntas: ¿quieres
estudiar, tener cultura, conocimientos, titulación? Si, te dirá, pues ponte a estudiar. Pero a la hora de
estudiar, si es que hay una hora, ¿qué piensa el 90% de los estudiantes? Qué
palo…, qué rollo…, qué castigo. ¿No eras
tú el que querías estudiar, por qué no dices ‘qué bien que estoy esforzándome’?,
ni eso enseñamos a pensar.
Somos
resultadistas, entonces, no valoramos como positivo el esfuerzo, vamos al
resultado con el mínimo esfuerzo, porque se prima el resultado.
Eso es así, estoy totalmente de
acuerdo.
Háblenos
del concepto de resilencia y su importancia de esta para ser más felices
Sería un poco la capacidad de
resistencia, de reacción positiva ante los acontecimientos negativos; es decir,
hay personas que ante acontecimientos negativos se hunden, y hay otras que tienen
muchos más recursos, esta capacidad de reacción positiva ante los acontecimientos
no especialmente positivos es la que se llamaría la resilencia.
Hay un ejemplo muy claro de gente que
soportaba mucho mejor los campos de concentración nazis, quien lo resistían
mejor son los que eran más resilentes, los que tenían mayor capacidad de resistir
las situaciones; los que no, se hundían poco a poco.
Se puede enseñar a ser más resilente.
El factor genético o la predisposición tampoco es determinante. No hay ningún
gen que te de la felicidad, de la misma manera que no hay ninguno que te la
pueda quitar.
Otros
conceptos que también emergen de ‘Razón y emoción’ son: autoconcepto,
autoestima y pensamientos intrusos; los relaciona con el aprendizaje desde el
pensamiento asertivo.
Si, vamos por partes. Uno de los
primeros conceptos que tenemos que aprender es: ‘¿para qué vivimos? Para ser
felices, y ¿qué quiere decir eso, y de quién depende? De ti. Y, ¿de qué
depende? De lo que piensas. Y a partir de ahí sería bueno que, cada día o con
cierta frecuencia nos preguntáramos: ¿puedo ser feliz ahora?, y aprender y practicar. Y llegaría un momento en el que te
saldría solo, sabes que sí, y ¿por qué? Hay dos repuestos:
Por lo que eres, en términos de
suficiencia: suficientemente buena persona, suficientemente buen profesional, suficientemente
buen vecino, etc., tienes suficiencia como persona para sentirte bien sin
compararte con nadie, puedes darte cuenta de que puedo generar sentimientos de
satisfacción siendo quien soy.
Y segundo, de lo que hago. ¿Qué
estoy haciendo? Lo que me he propuesto hacer, yo dirijo mi vida y lo estoy
haciendo lo mejor que puedo; observarte es suficiente para que me genere
sentimientos de satisfacción. Estos sentimientos nos los generamos.
Uno de los muchos errores que tenemos
es cuando pensamos que los sentimientos se generan desde fuera, que dependen de
cómo te traten los demás, de cómo te trate la vida. Hay quien dice: es que me ha hecho enfadar…, y eso no es
así, hay que aprender a cuestionar esta respuesta. El primer punto seria aprender
a tener una práctica de pensamiento positivo, importante generarse una
buena autoestima; el segundo, aprender a gestionar los malos sentimientos
como el miedo, la ansiedad, los celos, la rabia, la cólera, el resentimiento,
la excesiva preocupación.., cómo gestionar estas emociones.
El tercero seria cómo aprender a
pensar ante el esfuerzo. La autoestima depende mucho de cómo nos va la
vida, si uno se hace propósitos, es muy difícil si uno dice: me siento estupendo de no haber hecho nada
de lo que me he propuesto. Hay que proponerse objetivos accesibles, nos
ayuda a tener pensamientos más adecuados, cumplir con aquellos esfuerzos que
debemos hacer y cómo pensar antes. Los esfuerzos serían también un elemento a
trabajar.
Otro elemento seria ante la empatía,
que es pensar en los sentimientos de los demás, a diferencia de la compasión
que es sentir lo mismo que los demás; no, no es cuestión de sentir lo mismo
sino de tener presente los sentimientos.
Hay dos grandes conceptos en el
aprendizaje emocional: uno, tener una buena autoestima, sentirnos bien
con nosotros mismos, y el otro, tener una buena empatía que nos ayude a
vivir con los demás, es la que nos ayuda a combatir el egoísmo, la agresividad,
lo que nos limita es nuestra autoestima. Autoestima sin empatía es narcisismo,
no existe un exceso de autoestima.
Hay un punto que quisiera tratar, lo
digo porque no sé si en el libro ha quedado suficientemente claro, hay dos conceptos
que necesitamos que nos la enseñen: uno es que, en la medida en la que queremos
ser más felices, esto es un trabajo personal, no va a venir nadie de
arriba que nos diga qué hacer, tenemos que aprenderlo cada día, es el objetivo
vital, aunque mucha gente no se lo haya planteado, que ese es otro tema. La
mayoría de la gente no se plantea para qué vive, ¿para qué vivimos? Para ser
felices.
Y el segundo apartado es que,
colectivamente, hoy tenemos que empezar a tener una conciencia colectiva más
acentuada. Lo que ha movido el mundo desde siempre ha sido el egoísmo, ya por
tener más seguridad, ya por acaparar más, ya por tener menos miedo…, y aún
vamos por la vida con esa mentalidad. Es un principio de vida aceptado en todo
el mundo, pero no es lo mismo cien millones de egoístas que han hecho mover el
mundo, el egoísmo, frente a siete mil millones de egoístas, esto no es
sostenible; porque cada uno sí, pero la colectividad no.
¿Cuál
es la importancia de la escucha activa para aprender a comunicarnos mejor no
solo con los demás, sino también con nosotros mismos?
Nuestra escucha es mejorable. No sé si
lo explico en el libro, me pasó una anécdota un día que iba a trabajar al
hospital, en el trayecto recuerdo que había una terraza de un bar en medio de
la calle en la que se sentaban un grupo de seres humanos, seis personas, que se
ponían a tomar su café de la mañana y siempre me sorprendía ver que de los seis,
tres o cuatro hablaban a la vez, pues llegó un día en el que estaban los seis
hablando a la vez. Me paré y me dije: ¿cómo es posible que hablen seis y no
escuche nadie?
En
lo que respecta a la gestión de nuestras emociones veo que seguimos siendo unos
primates.
Y tanto. Fíjate, hay montón de
estudios que demuestran que hoy nos domina tanto el miedo como hace mil años. Lo
que es un problema grave es que la vida evoluciona muchísimo, tanto en su
evolución tecnológica, económica, de formaciones sociales…, pero seguimos
sintiendo lo mismo ahora que antes, por lo cual, la preparación emocional ha de
ser más exigente y sigue siendo la misma, es un hecho irreversible, es así. La
gran ventaja es que podemos cambiar.
Muchas
gracias y mucha suerte Ferrán.
Por
Ginés J. Vera
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ResponderEliminarInteligente y sabio.
ResponderEliminarHola Yolanda, bienvenida a Maleta de libros, me alegro que te haya gustado la entrevista. Tienes las puertas abiertas a este blog. Estoy seguro que el libro de Salmurri te gustará si tiene oportunidad de leerlo, es ameno y reflexivo. Un saludo.
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