Andrés Isern Cirerol afirma de si mismo que tiene un carácter nervioso,
tímido e introvertido. Estuvo veinte años prepararndo su ‘El hipocondríaco de
la clínica Mare Nostrum’ antes de publicar esta novela en 2013. Parece que ha perdido ese pudor y me concede una
entrevista tras la publicación de su segunda novela ‘Antenas en el ático’
(Slooper, 2016).
Ubica ‘Antenas sobre el
ático’ en Palma, en su ciudad natal y de residencia, ¿la ha escogido por proximidad geográfica, por
rendirle un homenaje o porque el tema de fondo le toca especialmente la fibra?
Las dos novelas que he escrito, «Antenas sobre el ático» y
«El hipocondriaco de la clínica Mare Nostrum», están ubicadas en Palma, mi
ciudad, y en mi isla, Mallorca, y también lo está mi tercera novela que estoy
escribiendo. El motivo es debido a la necesidad de un territorio que, además de
tocarme especialmente la fibra, es un cierto homenaje a la isla en el sentido
geográfico de lo que una isla significa.
Aunque el personaje
protagonista es un hombre las mujeres están muy presentes en esta novela,
girando alrededor de Miguel Bonet, cada cual con su rol; ¿son la mirada de estas
mujeres las que van componiendo la personalidad de Miguel, entre inocente y
enamoradizo?
Las mujeres de la obra son como un puzle en el que el
protagonista lucha de algún modo contra la soledad y la vejez.
Hay cierto paralelismo
o metáfora en la visita a un lupanar y a una consulta de un psicoanalista, ¿lo
ha buscado así a la hora de mover a Miguel Bonet en ‘Antenas sobre el ático’.
Tanto el lupanar como la consulta de la psicoanalista son una
manera que tiene Miguel Bonet de luchar contra la soledad que le atenaza. El
motivo que busca al psicoanalizarse o al psicoanalizar no es más que la
necesidad que tiene de hablar, de no sentirse solo.
Me gustaría preguntarle
por las antenas, las del ático, pero no como título de su novela, sino sobre la
cuestión de fondo, ese ‘mal de las antenas’ que el doctor Danús niega y según
ciertos informes que ha leído Barahona solo excepcionalmente pueden provocar
‘una electro-sensibilidad sin importancia’.
Ese mal de las antenas es como un símbolo de los molinos de
viento que hay que destruir, al margen de si son ciertos estos temores, que,
para mí, lo son.
Volviendo a Miguel
Bonet, sí tiene algo de Quijote, de caballero andante, no solo por esa
inocencia que comentaba, también por su caballerosidad para con sus damas y ese
buen propósito de hacer el bien cuando viva de nuevo en el edificio con esa
sospechosa antena del ático.
Sí que Miguel Bonet tiene algo de un actual Quijote, luchando
con las antenas y viendo de una manera tal como un caballero andante.
Me ha llamado la atención
el juego de colores y las siete habitaciones en la casa donde duerme Miguel
Bonet, por un momento me ha recordado el simbolismo de cierto relato de Poe,
aunque prefiero preguntarle abiertamente.
Este juego de colores de las habitaciones es otra forma de
mostrar la soledad del protagonista y el enigma que su vida encierra.
Otro guiño, no sé si
buscado, es el hecho de que se mencione a Sabina, también a una sucursal del
Banco Hispano Americano y la acción transcurra en verano.
Sí, es un guiño a las canciones de Joaquín Sabina, al cual
admiro, tanto en los jos de gata como en la sucursal del Banco Hispano
Americano.
‘A partir de cierta
edad es más gratificante el sentido del humor que el sexo’, apostilla Miguel,
¿comparte esta idea?
Sin duda a partir de cierta edad es más gratificante el
sentido del humor que el sexo, aunque si se unen ambos pues mucho mejor.
Otro de los leitmotiv,
si no de la novela sí del protagonista, de sus visitas voluntarias a la
consulta de la doctora Roig, es encontrar respuestas, por eso me resulta
evocador cuando Miguel llega a confesar que desea amar con todas sus fuerzas y
no sentirse un viejo, ‘creo así haberle encontrado un porqué a la vida…’ ¿La
mejor terapia frente a la soledad, sobre todo a los sesenta, es el amor, el amor
verdadero?
Creo que la mejor
terapia tanto a los sesenta como a otra edad es el amor.
Muchas gracias y mucha
suerte, Andrés.
Por Ginés J. Vera.
Andrés Isern Cirerol (Palma,
1954), tiene varios cuentos escritos, debutó con la novela, ‘El hipocondríaco de la clínica Mare Nostrum’ en 2013, y acaba de publicar con el mismo sello su
segunda novela ‘Antenas en el ático’ (Slooper, 2016).
Foto: cortesía del autor.
Foto: cortesía del autor.
Esta semana de nuevo me presentas autor. Y me ha parecido muy interesante la entrevista y lo que cuenta de su novela. Pero por debilidad, si encuentro sus cuentos, empezaré con ellos.
ResponderEliminarBesotes!!!
GRacias Margari, te entiendo, también yo soy más de relatos. Esta novela me ha parecido muy entretenida, creo que te gustaria. Un saludo.
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