Entrevisto a Javier González (Madrid,
1958) al hilo de la publicación de su novela histórica ‘El viaje de los cuerpos
celestes’ (Ediciones B, 2016).
El anciano monje Gayarre, presintiendo su cercana muerte en el verano de 1619, comienza a dictar a su pupilo la crónica de su azarosa vida. Le había hecho una promesa a aquella mujer y él le había jurado por su honor que escribiría, «o haría escribir», una crónica de todo cuanto había acontecido en aquel viaje lleno de prodigios.
El narrador ‘El viaje de los cuerpos celestes’ de es un poco deslenguado, o me lo ha parecido a mí.
Sí, si hay que tener en cuenta que Gayarre era un veterano de los tercios de Flandes.
Es una novela basada en hechos reales, ¿cuál fue el germen a la hora de ficcionarlos para convertirlo en esta novela?
Pues mira, la verdad es que llegó por casualidad, es de esas historias que te encuentras por casualidad, sabes que muchas veces los autores estamos buscando historias y esta apareció por casualidad. Apareció porque yo no sé qué estaba buscando en internet que me apareció uno de los protagonistas de la novela, que es San Alberto. San Alberto es una de las reliquias que forma parte de ese viaje de los cuerpos celestes y acaba en una parroquia en Burgrain, Alemania. Un fotógrafo griego que se llama Paul Koudounaris, bueno el apellido nunca me acuerdo…
Vamos a llamarle Paul.
Entonces, nuestro amigo Paul que está de vacaciones se encuentra con, imagínate, un esqueleto absolutamente enjoyado en una urna con una postura como posando, el tío se queda un poco en tensión y, como está de vacaciones, le pica la curiosidad y empieza a tirar del hilo y lo que descubre nuestro amigo Paul es lo que yo ficciono, pero siempre con una base real. Básicamente es una sucesión de hechos azarosos que montan una historia tremenda. El primer hecho azaroso es que un carro en un viñedo se hunde y se mete dentro de una de las catacumbas, catacumbas que estaban perdidas hacía más de mil años. Bueno, las catacumbas dejaron de tener sentido cuando el cristianismo pasa a ser la religión oficial del imperio romano. Las familias recogen a todos los muertos que tenían allí y los entierran en superficie, pero allí se quedan trescientos desgraciados que habían perdido el hilo familiar y nadie los reclama. Y se quedan allí, se ciegan las entradas. Total, que las catacumbas desaparecen durante mil y pico años.
Hasta que un día, el joven Manuel va con el carro de su padre y el caballo mete la pata en un hoyo… allá por mayo de 1578, cuando el suelo de un viñedo junto a la Vía Salaria se hundió bajo el peso de un carro lleno de sarmientos secos. Se acababan de redescubrir las catacumbas de Roma, perdidas durante más de mil años. En la gigantesca necrópolis subterránea se encontraron los restos olvidados de cientos de los primeros cristianos.
Exacto. El hombre mata a la mula, un desastre y se descubren las catacumbas. Entonces, el segundo hecho azaroso es que nos encontramos con un papa muy imaginativo y muy marketiniano, podía haber sido otro papa y hubiera dicho: ‘Que lo tapen y au’…
¿Cómo algunos políticos cuando alguien se encuentra ‘cosas’ enterradas durante las obras?
Sí, sí, que se tape, que esto no va a interesar para nada… Pero el tipo, también acuciado por el entorno, estamos en plena Reforma y Contrareforma al Papa se le ocurre una solución imaginativa, lo que se le ocurre con estos restos es: voy a hacer mártires a demanda.
Hablamos del papa Gregorio XIII que quiso ver en aquel insospechado suceso una señal celestial y decidió convertir aquellos restos anónimos en «auténticas» reliquias de mártires, con el fin de repartirlos por catedrales y monasterios de Europa Central a fin de impulsar la «verdadera fe» y frenar así el avance de la Reforma protestante.
Hay una espectacular ceremonia en el Vaticano donde se sacan los restos y se les santifican. Se santifican a demanda de las parroquias, sobre todo de las de Suiza y Alemania que empiezan a demandar santos. Total, que montan un operativo industrial fantástico, una cadena de montaje con todos estos esqueletos.Al principio son muy rigurosos, van buscando mártires, hacen unos exámenes con los cuerpos para descubrir los que han sido martirizados. Dicen, por ejemplo: pues este señor tiene las piernas rotas, o este está quemado, o tiene dentelladas, habrá muerto con las fieras. Hacen una clasificación bastante rigurosa, creo que los clasifican en los del circo, que son los que tienen dentelladas de animales; en cremados, que son los que tienen huesos quemados; y en crucificados, porque tienen las señales, pero al final el número es escaso, no salen más de treinta los tipos que han sido martirizados. ‘Pero bueno, tampoco vamos a ponernos muy puntillosos’, debieron decir, ‘esto hay que aligerarlo’. Y entonces lo que hace el Papa es que coge los dieciocho primeros, los santifica y los vende, además. Porque también hay una parte de negocio en todo esto, y no están mal vendidos porque son verdaderos tesoros.
Te enseñaría ahora, a ver si puedo encontrar alguna foto, para que lo veas, porque es muy ilustrativo: eran esqueletos enjoyados, con gemas preciosas, con brillantes, con diamantes con corazas de plata los que les tocaban ser soldados; o sea, es la leche.Y ahí está el germen de la historia, es ese, y lo que yo narro es la primera expedición que hace el primer reparto de reliquias, que realmente es un grupo que sale a repartir por Europa sin saber muy bien qué va a ser de ellos. Sobre todo hay una parte del viaje que es a Alemania del norte, que es una zona protestante, que la cosa no va a estar muy amable. Y, bueno, hay una serie de tensiones en la historia, y ese es realmente el relato.
La novela tiene mucho casi de road movie, tiene algo de Western, pero yo creo que es un relato que a mí me ha apasionado. Me ha apasionado la historia porque me parecía que la historia era un verdadero caramelo para un escritor, es una de esas que dices: esto es para mí, de aquí saco una novela seguro.
El anciano monje Gayarre, presintiendo su cercana muerte en el verano de 1619, comienza a dictar a su pupilo la crónica de su azarosa vida. Le había hecho una promesa a aquella mujer y él le había jurado por su honor que escribiría, «o haría escribir», una crónica de todo cuanto había acontecido en aquel viaje lleno de prodigios.
El narrador ‘El viaje de los cuerpos celestes’ de es un poco deslenguado, o me lo ha parecido a mí.
Sí, si hay que tener en cuenta que Gayarre era un veterano de los tercios de Flandes.
Es una novela basada en hechos reales, ¿cuál fue el germen a la hora de ficcionarlos para convertirlo en esta novela?
Pues mira, la verdad es que llegó por casualidad, es de esas historias que te encuentras por casualidad, sabes que muchas veces los autores estamos buscando historias y esta apareció por casualidad. Apareció porque yo no sé qué estaba buscando en internet que me apareció uno de los protagonistas de la novela, que es San Alberto. San Alberto es una de las reliquias que forma parte de ese viaje de los cuerpos celestes y acaba en una parroquia en Burgrain, Alemania. Un fotógrafo griego que se llama Paul Koudounaris, bueno el apellido nunca me acuerdo…
Vamos a llamarle Paul.
Entonces, nuestro amigo Paul que está de vacaciones se encuentra con, imagínate, un esqueleto absolutamente enjoyado en una urna con una postura como posando, el tío se queda un poco en tensión y, como está de vacaciones, le pica la curiosidad y empieza a tirar del hilo y lo que descubre nuestro amigo Paul es lo que yo ficciono, pero siempre con una base real. Básicamente es una sucesión de hechos azarosos que montan una historia tremenda. El primer hecho azaroso es que un carro en un viñedo se hunde y se mete dentro de una de las catacumbas, catacumbas que estaban perdidas hacía más de mil años. Bueno, las catacumbas dejaron de tener sentido cuando el cristianismo pasa a ser la religión oficial del imperio romano. Las familias recogen a todos los muertos que tenían allí y los entierran en superficie, pero allí se quedan trescientos desgraciados que habían perdido el hilo familiar y nadie los reclama. Y se quedan allí, se ciegan las entradas. Total, que las catacumbas desaparecen durante mil y pico años.
Hasta que un día, el joven Manuel va con el carro de su padre y el caballo mete la pata en un hoyo… allá por mayo de 1578, cuando el suelo de un viñedo junto a la Vía Salaria se hundió bajo el peso de un carro lleno de sarmientos secos. Se acababan de redescubrir las catacumbas de Roma, perdidas durante más de mil años. En la gigantesca necrópolis subterránea se encontraron los restos olvidados de cientos de los primeros cristianos.
Exacto. El hombre mata a la mula, un desastre y se descubren las catacumbas. Entonces, el segundo hecho azaroso es que nos encontramos con un papa muy imaginativo y muy marketiniano, podía haber sido otro papa y hubiera dicho: ‘Que lo tapen y au’…
¿Cómo algunos políticos cuando alguien se encuentra ‘cosas’ enterradas durante las obras?
Sí, sí, que se tape, que esto no va a interesar para nada… Pero el tipo, también acuciado por el entorno, estamos en plena Reforma y Contrareforma al Papa se le ocurre una solución imaginativa, lo que se le ocurre con estos restos es: voy a hacer mártires a demanda.
Hablamos del papa Gregorio XIII que quiso ver en aquel insospechado suceso una señal celestial y decidió convertir aquellos restos anónimos en «auténticas» reliquias de mártires, con el fin de repartirlos por catedrales y monasterios de Europa Central a fin de impulsar la «verdadera fe» y frenar así el avance de la Reforma protestante.
Hay una espectacular ceremonia en el Vaticano donde se sacan los restos y se les santifican. Se santifican a demanda de las parroquias, sobre todo de las de Suiza y Alemania que empiezan a demandar santos. Total, que montan un operativo industrial fantástico, una cadena de montaje con todos estos esqueletos.Al principio son muy rigurosos, van buscando mártires, hacen unos exámenes con los cuerpos para descubrir los que han sido martirizados. Dicen, por ejemplo: pues este señor tiene las piernas rotas, o este está quemado, o tiene dentelladas, habrá muerto con las fieras. Hacen una clasificación bastante rigurosa, creo que los clasifican en los del circo, que son los que tienen dentelladas de animales; en cremados, que son los que tienen huesos quemados; y en crucificados, porque tienen las señales, pero al final el número es escaso, no salen más de treinta los tipos que han sido martirizados. ‘Pero bueno, tampoco vamos a ponernos muy puntillosos’, debieron decir, ‘esto hay que aligerarlo’. Y entonces lo que hace el Papa es que coge los dieciocho primeros, los santifica y los vende, además. Porque también hay una parte de negocio en todo esto, y no están mal vendidos porque son verdaderos tesoros.
Te enseñaría ahora, a ver si puedo encontrar alguna foto, para que lo veas, porque es muy ilustrativo: eran esqueletos enjoyados, con gemas preciosas, con brillantes, con diamantes con corazas de plata los que les tocaban ser soldados; o sea, es la leche.Y ahí está el germen de la historia, es ese, y lo que yo narro es la primera expedición que hace el primer reparto de reliquias, que realmente es un grupo que sale a repartir por Europa sin saber muy bien qué va a ser de ellos. Sobre todo hay una parte del viaje que es a Alemania del norte, que es una zona protestante, que la cosa no va a estar muy amable. Y, bueno, hay una serie de tensiones en la historia, y ese es realmente el relato.
La novela tiene mucho casi de road movie, tiene algo de Western, pero yo creo que es un relato que a mí me ha apasionado. Me ha apasionado la historia porque me parecía que la historia era un verdadero caramelo para un escritor, es una de esas que dices: esto es para mí, de aquí saco una novela seguro.
Javier González es licenciado en Derecho y ha desarrollado toda su
carrera profesional en el mundo del márquetin, trabajando en importantes
agencias y anunciantes. Él mismo se declara «un lector empedernido que escribe
los libros que le hubiera gustado leer». Ha publicado Un día de gloria (2001);
La quinta corona (2006); Navigatio (2009) y Cinco segundos (2013). ‘El viaje de
los cuerpos celestes’ es su quinta novela. Su obra ha sido traducida a varios
idiomas.
Ya me llamaba este libro la atención y con esta entrevista me confirmas que tengo que leerlo. Lo que no sé es cuándo, que con tantos pendientes...
ResponderEliminarBesotes!!!
Tienes razón en lo de las lecturas pendientes, en mi caso también se me amontonan a veces las entrevistas. Creo que esta novela te gustará, si la lees y reseñas compartimos opiniones. Un saludo Margari.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar