Hablar de ‘El lobo estepario’ es hablar de nosotros mismos. Tan actual en este momento como en el que fue escrito. Del hombre y sus contradicciones, del hombre y sus anhelos, del hombre y el desequilibrio. Del hombre y de una sociedad que avanza tan rápidamente que lo deja atrás.
Retomando creo que sobre todo se basa en la descompensación del ser humano en solitario frente a los cambios.
Cuando empiezas a leer la novela, te encuentras con la historia de Harry Haller, casi cincuentón, enfermo de gota, con dolores frecuentes, bebedor, lector voraz y reflexivo, estudia a los filósofos y lo llama su trabajo, poeta, amante de la música, de cierta música que cree que puede llevarle a un plano superior donde puede ver a Dios. Completamente aislado de sus iguales, de los que se ha ido alejando o ha mantenido alejados. Sumido en la confusión de un mundo desequilibrado, cambiante y feroz. Debatiéndose siempre entre su soledad buscada, que le permite una independencia y libertad total y el deseo de huir de esa soledad, de encontrar a alguien a quien entender y que le entienda. En cierta forma fascinado por el mundo del orden, de la limpieza, de la honradez que para él representa la burguesía y creo yo también la vuelta a una infancia inocente, maternal, uterina, donde todo, incluso él mismo es aceptable y seguro. Sabemos por una reunión bastante accidentada con un profesor, amigo o conocido, de su vida anterior que ha sido rechazado por sus pares al expresar su opinión sobre la guerra que se avecina, no hay que olvidar que este libro fue publicado en 1927, en una Europa entreguerras. En esta reunión de carácter social nos muestra la lucha interior entre el lobo que está convencido que lleva dentro y su parte humana. Trata de seguir unas normas de cortesía burguesa que le son extrañas para acabar siendo el lobo el que toma el mando, haciéndole huir de ese encuentro, después de hacer llorar a su anfitriona. Es el lobo el que le conduce a lo que quiere hacer: estar solo, no tener que fingir.
Hesse se adentra en el estudio del individuo (probablemente su propio estudio), de la relación del hombre con todo lo que le rodea, del hombre animal y del hombre espiritual. Del desequilibrio entre lo que uno siente y lo que uno hace. De la falta de compensación entre la creatividad del hombre, de los avances del hombre en el plano técnico y social y la espiritual.
Cierto, empiezas leyendo esta novela, que no es muy larga, un total de 246 páginas convencido de que lees la historia de otro y acabas encontrándote a ti mismo en alguno de sus pasajes. ¿Quién no ha sentido alguna vez que en su fondo hay una bestia salvaje que ha de ocultar a los ojos de los demás? ¿Quién no ha sentido, como dice Harry: “Una rabia de esta vida degradada, superficial, esterilizada y sujeta a normas, un deseo frenético de hacer polvo alaguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral o a mí mismo; de cometer temerarias idioteces, de arrancar la peluca a un par de ídolos generalmente respetados…”?
Es llamado una novela de iniciación en la adolescencia. No es extraño. A pesar de la edad del protagonista que le aleja de estos, busca y no acaba de encontrar nunca su lugar en el mundo. Vive siempre al margen. Al margen de la burguesía, o más bien, en las afueras de esta burguesía, merodeando como un lobo solitario al que le gustaría ser gregario con sus congéneres pero que a la vez desprecia. Vive en un mundo de culpas propias, incapaz de quererse y por eso mismo incapaz de querer a los demás. Vive destrozándose. La idea del suicidio le atrae, pero le frena el miedo a la muerte. Y la curiosidad. La curiosidad de que pasará después. Aislado del mundo, pero no por completo.
Me fascinó la novela, como Bajo las ruedas, Damian, Narciso y Golmundo, y Siddhartha, cuando tuve la suerte de encontrar a Hermann Hesse en mi adolescencia. Me fascina ahora ‘El lobo estepario’ por la similitud con lo que estamos viviendo ahora. Un mundo en crisis que busca respuestas. Quizá un mundo tan falto de equilibrio, tan descompensado, tan lejano a la búsqueda de la espiritualidad, de los valores del ser humano como aquél o más.
Hay que recordar que Hermann Hesse fue una de las figuras de referencia del movimiento hippie de los años sesenta y setenta, sobre todo con ‘El lobo estepario’ y Siddhartha. Y sus obras, prohibidas en la Alemania del 37, por su postura antinacionalista y antibelicista.
Por May.
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