Me apasiona el género del relato más que la novela, lo confieso. Y dentro de éste, disfruto mucho con los microrrelatos, microficciones, o cuentos brevísimos, que como sabréis aceptan varios nombres. Así, y después de haber leído recientemente Cuentos chinos (Trama Editorial, 2009) esperaba con hambre literaria el segundo libro de Alejandra Díaz-Ortiz en esta editorial: Pizca de sal. Dos guisos en uno, en realidad, ya que el libro -con prólogo de Luis Alberto de Cuenca- incluye: Aceite & Vinagre y Pizca de sal. Un maridaje perfecto de poemas y cuentos cortos, algunos brevísimos, en los que se aliña el amor, el desamor, la rutina y la fantasía. Ironía y humor en la proporción precisa, como esa pizca de sal en una delicatesen. El juego del lenguaje haciendo cosquillas en el paladar; un plato delicado y sin espinas, puro manjar blanco. Sinfonía de sabores literarios para aquellos que saben apreciar lo exquisito y lo harán con doble gusto brindando hasta la última página por Alejandra con un tequila fuerte, limón y sal. Salud y letras.
Por Ginés Vera.
¡Salud!
ResponderEliminarY gracias...
No las merece Alejandra, aunque colmado y satisfecho, aguardo con relamer de labios el siguiente. Una delicia, insisto. Salud.
EliminarQué hambre me ha entrado leyéndote, Ginés. El libro del que hablas deberían haberlo hecho con hojas comestibles.
ResponderEliminarUn abrazo
La verdad, Ricardo, es que no sé si son comestibles, no las he probado...y no lo haré ya que me gustan demasiado los libros en general y éste en particular.
EliminarUna idea, no obstante, muy literaria más allá de la imagen que me evoca a un personaje de El nombre de la Rosa, ¿lo recuerdas?
Otro abrazo, amigo.