Esta semana os dejaba la reseña de la última novela de esta escritora y hoy es la entrevista la que os dejo a continuación.
Leo en la contraportada del libro que ‘Lucía o la fragilidad de las fuertes’ habla de amistad, amor, sexo y ética (…)’ me gustaría añadir que también habla de la perspectiva del tiempo en nuestras vidas y, en efecto, del tránsito del inconformismo juvenil al escepticismo de la madurez. Me gustaría que nos comentaras algunas de las frases de la novela, si te parece.
Empecemos por la percepción del tiempo. Lucía, la protagonista, es consciente de que como le dice su padre: “el tiempo es lo único irrecuperable” ó “El tiempo cambia la perspectiva de los acontecimientos. No desperdicies las ocasiones para ser feliz.” Creo que éste es una de las grandes motivaciones de Lucia a lo largo de la novela.
El tiempo es una magnitud esencial en el relato. De hecho, éste comienza en julio de 1991, cuando Lucía regresa a Valencia, la ciudad de la que huyó diez años antes, provocándole la necesidad de analizar el pasado. Y la novela es una historia vista en retrospectiva porque abarca la vida de Lucía entre 1970 y se prolonga hasta 1994, aproximadamente, cuando ella tenía entre veinte y cuarenta y cuatro años. Los hechos los vivió de una manera, los recuerda desde otra perspectiva, la de la mujer adulta. A los veinte la ingenuidad es casi dominante. A los 40 su lugar lo ocupa el escepticismo.
También la soledad está muy presente en la novela. En el programa de televisión que Lucía hizo en Roma, Pietro le recuerda que habló de la soledad “como algo que habías aceptado y para lo que llevabas preparándote desde tiempo”. Haciéndole ver el contraste con la imagen que proyectaba: “Eres una mujer de éxito, con poco tiempo para la soledad”,”siempre rodeada de gente”, “una triunfadora moderna”.
Lucía y sus amigas pertenecen a la generación de mujeres que, en una porción significativa, decidieron no seguir haciendo, únicamente, lo que habían hecho sus madres y abuelas. Unas mujeres que han sabido ganarse la autonomía, tienen independencia económica, libertad sexual. Pero cada triunfo en esa lucha que en casa era extremadamente solitaria, suponía un desgaste interno y, también, errores. Ser consecuente, a veces, se lleva por delante la posibilidad de ser felices, y de esto habla la novela. Lucía arrastra un fracaso que la hace cauta e, incluso, estar a la defensiva.
Lucía llega a confesarse a sí misma: “Pietro representaba el futuro, otra etapa, otra ternura, un refugio. Mi existencia recuperaba el sentido.” Este refugio me recordó la parte en la que evocaba las raíces del magnolio en Benicàssim donde iba de pequeña.
Todos buscamos que nos quieran, Lucía también. El magnolio es un símbolo porque sus enorme raíces son huecos dónde escondernos, o cobijos para protegernos del exterior. De adultos, encontramos protección en el abrazo de la persona a la que queremos y nos quiere. Por eso, la traición de Pietro le resulta tan dolorosa.
Y sobre el escepticismo de la madurez que comentaba antes, Lucía medita: “Había germinado una actitud de desconfianza respecto a la condición humana que, con el tiempo, se ha ido adhiriendo como una segunda piel. (…) Ir así por la vida no predispone para la felicidad (…).”
Sin embargo, esa actitud escéptica la combina con sentido del humor y un talante esperanzador hacia el futuro. “Lo mejor y lo peor están por llegar”, dice en algún momento. Lucía se hace mayor, es más sabia y, con ello, más exigente y cauta. Sabe lo que quiere. Se ha visto obligada por las circunstancias a vivir sola y, ahora, conociendo las ventajas de la soledad, que también las tiene, pone a su pérdida un precio alto. Pero no es una solitaria, le encanta amar y tratará de compatibilizarlo todo. Tanto Lucía como Paloma y Lola representan tres modelos distintos de vida y de convivencia, de mujeres modernas que priman la libertad, con sus ventajas y vulnerabilidades.
El amor es también protagonista de ‘Lucía o la fragilidad de las fuertes’, he elegido esta reflexión de Paloma cuando le expone: “Le gusto, no veas cómo me ha perseguido, es fogoso, me quiere y ¿Dónde pones la frontera, en qué punto empieza el enamoramiento?, algo complejo.”
Efectivamente, el amor es subjetivo y cada cual sabe cuándo está o no enamorado. Paloma admite que un buen matrimonio no requiere, necesariamente, estar enamorada. Es su punto de vista. En esta novela se tratan temas como la separación entre amor y sexo, la diferencia entre fidelidad y lealtad, los celos, tan desprestigiados y tan autónomos, los intereses compartidos, sólidos en muchas parejas, temas polémicos que nos afectan de cerca.
Por último, dos frases que me han impactado por diferente motivo y que no quería dejar la oportunidad de comentar: “El heroísmo consiste en juzgar al otro con la misma tolerancia con la que te juzgas”.
Claro, es que, a veces, somos condescendientes con nosotros mismos e implacables con la pareja. La frase viene a cuento de Lucía al despedirse de Pietro y recordar su aventura con Antonio en Valencia, el amigo al que puede hablarle de Pietro y, sin embargo, a éste le ocultará la existencia de Antonio. El ser humano es complicado, y en nuestro interior anidan conflictos y contradicciones. Yo trato de escarbar en ese interior oculto y cuando escribo los hago aflorar. Es una manera de intentar comprendernos. Es lo mismo que hace Lucía cuando se anima a poner por escrito su historia y lo explica en el primer párrafo de la novela.
“La amistad debe preceder al sexo y, por supuesto, al amor.”
Éste es un principio que comparto con Lucía y me parece muy sano.
Muchas gracias y mucha suerte, María.
Lo dicho, cuanto más leo sobre ésta novela más ganas me dan de leerla.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues adelante y encantado cuando la termines de que nos dejes tu valoración. Un abrazo.
EliminarEstupenda entrevista. Enhorabuena a los dos, entrevistada y entrevistador. Saludos cordiales.
ResponderEliminarGracias Isabel, un saludo.
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