Entrevisté a Juan Soto Ivars, premio Ateneo
de Sevilla joven de novela 2013 con su novela Ajedrez para un detective novato hace unos meses, en la cafetería del
hotel céntrico de Valencia de costumbre, tras haber entrevistado a Lorenzo Luengo,
ambos de turné promocional por España. Soto Ivars es escritor y periodista,
autor de varias novelas y cofundador del movimiento literario Nuevo Drama. Su
primera obra, Siberia, ganó el premio Tormenta al mejor autor revelación de
2012.
Fue una entrevista muy divertida, aquí la
presento con mis felicitaciones.
¿Su novela es una obra satírica que invita
a pensar?
Invita a pensar
por qué compre esta novela. Es una novela satírica que es un reflejo de mi
forma de pensar, que es tomar una distancia y reírme de aquello no hace ni
puñetera gracia.
¿Nos hace falta más sátira en general y en
la literatura actual en particular? Con ironía –leo en Ajedrez para un detective novato- se piensa mejor que cabreado.
En la literatura,
por algún motivo, la ironía en esta época esta menos presente que en la tele;
los programas de televisión más exitosas son bastante irónicos: Padre de
familia, Los Simpson, que son eternos, en fin… ¿Por qué en la literatura no se
ha hecho todavía, no hay todavía una ola de novelas irónicas?, ¿porque creo que
en la crisis debería florecer la risa?, pues porque la literatura es más lenta
que la televisión, siempre va un paso por detrás; los escritores tardan más en
escribir las novelas, el sector editorial es un poco conservador, aún están los
vampiros. Yo espero que sea la primera, o una de las primeras, de muchas.
Eduardo Mendoza sigue haciéndolo, la última ya estaba hablando de temas
actuales, como los locales vacios, las ciudades que se desmantelan y yo quería que
ésta tirara por ahí. La escribí en un momento en el que no tenía apenas trabajo,
que no podía casi llegar a final de mes, me parecía una cosa de rey árabe, de
lujo persa. Entonces, ante esa situación, dije: o me río o hago un atentado
terrorista. Opté por la opción menos pragmática que es escribir la novela y reírme,
y esto es lo que salió, salió una novela.
Si la literatura es lenta, como dice, cuando
los brotes sean verdes de verdad, ¿vendrá entonces la literatura, cuando
salgamos de la crisis?
Hay autores que
piensan que si. Lo estuve hablando en el Getafe Negro, el tema era la crisis; si
se puede o no tratar ya desde la novela negra. Ellos decía que no y yo decía sí.
Ellos decían que no, y tiene razón, y es porque para la literatura hace falta
tomar distancia, tener información. Yo utilicé otra técnica, la deformación,
que es la misma que utilizó Valle-Inclán en aquella España oscura de Primo de Rivera,
de Alfonso XIII, corrupta, criminal, trapacera, que no sé a qué España me
recuerda. Yo he hecho exactamente lo mismo, he cogido, he deformado aquello que
veía; el humor surgió a consecuencia de la deformación. Te ríes después, cuando
ves la copia deformada. Es una novela satírica como consecuencia de la deformación
a la que he sometido el país, lo que está pasando en él.
Pregunta de ajedrez, háblenos del
protagonista sin enrocarse.
¡Qué buena! El
protagonista es un detective que no quería ser detective, quería escribir
novelas de detectives, pero un gran detective de la época descubre su talento
para husmear en los crímenes y decirle hacerle su ayudante. A través del
aprendizaje al que le somete su maestro, el más legendario de esta época,
descubre que los detectives tienen un código de honor al igual que los ajedrecistas:
que nunca pueden hacer trampas, que sólo pueden luchar con las armas que da el
tablero, y llega el momento en el que su maestro se enfrenta a un caso, un
estrangulador de prostitutas al que no puede hacer frente; en ese momento el
novato tiene la petulancia de pensar que es su maestro y decide echarle una
mano, momento en el que todo se vuelve loco, en el que la trama se convierte en
algo más negro que satírico.
Bien jugado. Algún lector o lectora podría tildar
su novela de masculina, ¿qué papel juegan María Juárez y el resto de mujeres en
esta partida de ajedrez?
Es una novela
en cierta manera masculina porque el narrador recuerda la época en la que se
convirtió en detective, y porque tanto él como su maestro son bastante mujeriegos,
son gente bastante misógina, en el sentido de depredador sexual. Es una novela
que no entiende de géneros, me refiero a sexo, no a negra; pero en la que las
mujeres tienen parte de la culpa de que sea divertida. La novia de este detective
novato es una chica de 16 años que se llama María, pero de virgen sólo tiene el
nombre; es una especie de ciclón sexual, y las prostitutas -que en esta novela
han conseguido convertirse en soviets después de una revolución años atrás-, se
han convertido en la reinas de los burdeles después de pasar a cuchillo a todos
los abusadores y chulos. Han vivido en comunas femeninas en paz hasta que ha
llegado este estrangulador. Tiene una especie de guerrilla paramilitar, pero
contra este estrangulador no pueden y tendrán que contar con los servicios del
gran detective Lapiedra. Las mujeres aquí están casi sacralizadas, son o diosas
o odiosas.
Lapiedra, creo, es una actriz porno, lo
digo por el apellido.
Sí, pero el
detective Lapiedra no te creas. Lapriedra es más bien por la dureza y por
pasarse por la piedra todo lo que pilla.
‘Si en aquellos tiempo hubiera leído a
Balzac hubiera sabido que el miedo vive en la anticipación’, leo en la novela.
A mí me daba
miedo hacer entrevistas porque es una novela de la que resulta difícil hablar,
es una novela que se lee mejor y se cuenta peor. Y lo que estaba haciendo ese
miedo era una anticipación a lo que iba a pasar; luego llegas tú, me haces unas
preguntas cojonudas y me lo paso genial. El miedo procede de la anticipación,
creo que ahora mismo el poder usa esta cita de Balzac para decirnos: estamos
mal, pero podríamos estar peor. En esta anticipación nosotros nos acojonamos y
decimos: por lo menos no me han despedido; me han bajado el sueldo, pero al
menos tengo trabajo. Y no tiene ningún sentido porque ya estamos bastante mal
como para anticiparnos a nada. La troica, por desgracia, ha leído a Balzac, ha
leído por lo menos esta frase, y la ha entendido muy bien. Esta frase la
conocen muy bien, si no tuviéramos miedo haría tiempo que habríamos dejado de
bailarles el agua.
Buena inspiración la de Valle-Inclán. Otra conexión que siento es la del ajedrez, donde efectivamente no hay trampas.
ResponderEliminarUn abrazo
Tengo que dedicar más tiempo a los clásicos, desde Valle-Inclán a Cervantes, pasando por... demasiados. Al ajedrez hace tanto que no juego que seguro que tras matar un peón se me ocurre contar veinte o sacar seis doble. Sentido del humor, como el de la novela de Soto Ivars, como el que compartimos, amigo Ricardo. Un saludo.
EliminarPues gracias por dejarme el enlace de esta entrevista, que este libro lleva tiempo pendiente en mi estantería y me has dado el empujoncito necesario para leerlo. Me ha agradado mucho su autor.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari, como ves, en la entrevistas trato un poco de hacer guiños a los entrevistados, de qué otro modo iba a sugerirle a este escritor que el apellido Lapiedra de uno de sus personajes coincide con una actriz porno. Lo dicho, gracias y si quieres, aquí nos vemos. Un saludo.
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