Entrevisté
antes del vacacional mes de agosto a la escritora extremeña Raquel Sánchez
Silva. Curiosamente en su ciudad natal, Plasencia, estuve años atrás, un
caluroso agosto. Pero no nos desviemos. A Sánchez Silva seguramente muchos la conozcáis
de la pequeña pantalla al haber sido presentadora de informativos en Televisión
Española y en Telemadrid y de concursos televisivos como: 'Pekín Express',
'Supervivientes: perdidos en Honduras', 'Acorralados', 'El cubo', 'Perdidos en
la tribu' o 'Deja sitio para el postre'. Periodista y escritora, ‘Mañana, a las
seis’ es su primera novela tras el éxito de su libro en 2008, 'Cambio príncipe
por lobo feroz’.
Cuando se planteó escribir ‘Mañana, a las
seis’ ¿lo hizo pensando más en entretener al lector que en hacerle reflexionar
o mitad y mitad?
Siempre
pretendí una reflexión tranquila que les llevara a saborear emociones muy puras
que hacen la vida más hermosa y eso, no sólo entretiene sino que se agradece.
No deseaba poner al lector en una encrucijada pero no quería que simplemente
pasara el rato. La implicación emocional era fundamental para disfrutar de las
historias completamente.
Dicen que las primeras novelas suelen ser
mayoritariamente las más autobiográficas, ¿cuánto de experiencia propia y ajena
hay en esta primera novela de Sánchez Silva?
No tengo intención
de trabajar lo autobiográfico más allá de los detalles. Esta primera novela
está especialmente alejada de la realidad porque necesitaba que así fuera. En
cualquier caso, a ratos veo a mi abuela, intuyo un recuerdo, una frase que
escuché, un sabor que me sorprendió, una linda vista, una mirada...pero nada lo
suficientemente rotundo como para considerarlo autobiográfico.
Leo en su novela: ‘Las buenas mujeres no
dejaban que la luz las traspasara. Las buenas mujeres no pueden ser tan
transparentes, son opacas.’
En ‘Mañana, a
las seis’, y este es un pensamiento del propio libro, las mujeres como Aurora
-y es mi personaje favorito- tampoco no son del todo transparentes. Ese
"ser opaca" tiene que ver con lo que te guardas por los demás, no con
el miedo a ser transparente. A veces ser demasiado transparente puede sonar muy
vistoso pero también puede ser muy egoísta.
A veces las historias tienen su momento, su
público, no sé si ha pensado en el tipo de lectora o lector que va a
encontrarse reflejado en esta aventura de Lucía y compañía.
Hace un par
de días, estuve hablando con dos hermanas que ya habían cruzado la barrera de
los cincuenta y habían leído la novela. Me encantó escucharlas, reír hablando
de los fragmentos más eróticos defendiendo que lo entendían todo y que no les
hubiera importado algo incluso más explícito. Mujeres muy jóvenes leen y
disfrutan mucho con Aurora y Lucía. Los hombres se divierten con el giro final.
No deseaba encerrar ‘Mañana, a las seis’ en un grupo social, un paréntesis
generacional... El mundo coral de la novela intenta llegar a todos, dar la
posibilidad a todos los lectores de encontrar su momento y su lugar dentro de
estas historias.
Hilvano con una frase sobre la adolescencia
en la que Cesar le dice a Lucía: ‘Te estás comportando como una chiquilla
idiota. Prefiero irme antes que tener que recordarte estos meses como una
quinceañera histérica’.
En ‘Mañana, a
las seis’ también hay espacio para las niñas histéricas. Incluso podemos intuir
que Aurora pudo serlo (risas).
Hay un interesante triángulo de miradas y
perspectivas, desde la de Lucía en su lucidez emocional; la de Cesar, tan
masculinamente racional; a la de León, con esa altivez e indiferencia que
incluso Lucía admite parte de un sistema de comunicación silencioso, intimo e
indescifrable.
Cada uno
observa la realidad desde su punto vital que es completamente diferente al de
las personas que les rodean. Todos viven momento que definirán lo que vendrá.
Bueno, el gato simplemente observa aunque siempre quise que León fuese la
representación de la propia curiosidad y los deseos del lector. Esta novela
habla por encima de todo lo distinta que puede ser la visión de una misma
realidad, la interpretación del ruido o los sonidos reales dependiendo de quién
sea quien observe, analice o escuche.
En ‘Mañana, a las seis’ también hay una
historia familiar, personajes que buscan y encuentran en la espera vital que
nos va transformando inexorablemente, ¿cree que el amor está más próximo a la
amistad como el odio lo está a la indiferencia?
Quiero creer
que el amor y la amistad son lo mismo y que el odio debe ser combatido con lo
único que realmente merece: la indiferencia.
¿Sería capaz de convencer a un/a lector/a
de que esta novela es una deliciosa cita a ciegas (al escogerla entre el resto
de novelas de la librería) con la que disfrutará al menos tanto como usted
mientras la escribió?
Quiero
convencerle cuando acabe la lectura. Antes, simplemente le diría que lo he
intentado, que he trabajado mucho y que la he escrito desde el corazón y las
tripas y que lo único que deseo es poder agarrarle el corazón y calentarlo un
poquito, que la vida sea más estimulante después de leer ‘Mañana, a las
seis’.
Muchas gracias y mucha suerte, Raquel.
Por Ginés J. Vera.
Foto: cortesía Editorial Grupo Planeta.
No es un libro que me tentara mucho, pero me ha gustado la entrevista. Y quizás si tropiezo con este libro, le dé una oportunidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Margari, puedo entender tu punto de vista. He tenido la oportunidad de entrevistar a varios periodistas que han sacado recientemente sus novelas, en algunos casos, sus primeras novelas. En este caso quise darle una oportunidad a esta historia, luego contacté con la autora. Los lectores somos los que creamos las modas con nuestros gustos. Espero que si lo lees vengas y nos dejes tu opinión, te lo agradeceré. Un saludo.
Eliminar