Carmona cocina a la perfección este libro pues comienza con un apartado dedicado a los fundamentos fotográficos y otro al equipo necesario. El estilismo, la iluminación -reina indiscutible de una buena fotografía-, dan paso a la parte sustanciosa de la instantánea: la historia. Sí. Una fotografía no es solo imagen y color, en Foodie se aprecia casi en cada una de las fotografías que alborozan el texto.
Hallamos protagonistas, personajes, ingredientes o platos acabados que cuentan algo. Y ese algo puede conmover merced a los trucos, sugerencias y técnicas de Carmona. Solo hay que imaginarse ese chocolate caliente vertiéndose moroso en una taza o esa escena cenital con frutos rojos, verdes y fondo de madera.
¿Qué triunfa en Instagram? A veces un simple tomate cortado en dos. No es el tomate en sí, es el arte de quien capta su esencia. Hablando de Instagram, el prólogo corre a cargo de Phil González. Carmona nos hablará de cómo vender ese producto, de cómo se mima el escenario, la luz o los pequeños detalles invisibles (o casi) al ojo inexperto. El resultado salta a la vista desde la portada. Y como no solo de pan y fotografías (con o sin Photoshop -hay un capítulo dedicado a este, por cierto- vive el instagramer, Carmona acompaña a cada capítulo con una receta. Una forma sibilina o no tanto de lanzarnos al placer de hacer, no solo de la contemplación y la composición y estilismo fotográfico foodie.
El salmorejo, la pie de fresas, la tarta de chocolate, la tarta tatín son una excusa más para devorar este Foodie. Buenas fotos y buen provecho.
Se come con la vista!
ResponderEliminarBesotes!!!
Tienes razón!!! Un saludo Margari.
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