De ahí que en las sinopsis hallemos sobre todo cómo arrancan estas historias. Del Río nos emplaza a la bella costa asturiana, concretamente al municipio de Ribadesella, un día de Nochebuena. El autor nos presentará a lo que en narrativa se denomina personaje poco fiable para esbozar el conflicto. Mercedes llega algo achispada a casa, cree ver en su salón a su sobrino Ricardo. Muerto junto al piano, además.
La posterior llegada de un agente de la Guardia Civil adereza más el conflicto, pues Ricardo ha desaparecido y a Mercedes no le dan esa credibilidad necesaria. Solo que Ricardo lleva días sin aparecer, algo que llevará a su mujer, Genoveva, a comenzar a sospechar primero y a lanzarse en su búsqueda después.
Del Río teje la historia con dos recursos muy atractivos. Uno, dando voz a cada uno de los personajes, en cada capítulo. Nos mete en sus acciones y en sus pensamientos y, como un puzzle, vamos uniendo las teselas. En otro es la narración en presente continuo, sabemos al tiempo que ellos, todo y que en algún momento haya contrapuntos temporales. No podía faltar otro “contrapunto”, uno muy socorrido y efectivo en una novela con buen pulso narrativo como Doce abuelas. Me refiero a la presencia de dos personajes tras la búsqueda de la verdad, de las respuestas a los interrogantes que plantea el fatal desenlace de Ricardo. Genoveva por un lado y Adolfo, un buen amigo del músico fallecido, querrán hacer averiguaciones entre los reservados vecinos de Ribadesella. Lugar pintoresco y con sus leyendas marineras para redondear esta adictiva trama.
Os puedo adelantar que la narración cobra vigor porque entramos en los pensamientos de los personajes, somos testigos de las conjeturas, de las preocupaciones y, lentamente, algunos hilos comienzan, muy poco a poco, a tensarse y desenredarse. La propia personalidad de Ricardo juega un indiscutible papel en esta historia. Como buen thriller el autor de Doce abuelas nos invitará a la reflexión, haciéndonos preguntarnos qué hubiésemos hecho en una tesitura parecida, quizá para obtener los mismos resultados que los protagonistas. Y una segunda reflexión de la mano de los pequeños detalles que centellean en una obra de este género, donde no solo hay acción y misterio, también esa parte veraz, social, si me permite, que la enriquece más allá de los estereotipos de la novela policial de entretenimiento.
Un último apunte, sobre todo si cometo la indiscreción de calificar a Doce abuelas de rural noire; leer esta novela me ha animado a viajar más allá de la ficción. Me llama cerrar las páginas y viajar desde mi Mediterráneo natal a las costas de Ribadesella para recorrer los escenarios en los que Del Río ha ubicado esta primera novela y, quién sabe, si otras en un futuro no lejano. Brindemos con una sidrina por ello.
Doce abuelas. Pablo del Río. Maeva.
Pablo del Río (Palencia, 1964) es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Antes de dedicarse al cine, fundando su propia cabecera, Cameraman, dedicada a la producción cinematográfica. trabajó como profesor de Filosofía y Ética en centros de Secundaria.
Tiene buena pinta. Es un género me gusta así que tomo buena nota.
ResponderEliminarBesotes!!
Más que agradecido, Margari. Nos leemos. Un saludo.
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