Lea Vélez (Madrid,
1970) estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense, se
licenció en periodismo en 1994. Diplomada en guión en la ECAM (Escuela de cinematografía
y del Audiovisual de Madrid). En 1996 recibió el segundo premio Terra-Antena 3
al mejor guión de largometraje por Como las olas -su primer guión de cine. Con
más de seiscientas horas de ficción televisiva -sobre todo series diarias-
entre las que se encuentran los éxitos de audiencia: La verdad de Laura o Luna
Negra. En 2004 se editó su primera novela, El desván (Ed. Plaza y Janés),
escrita en colaboración con su amiga y co-guionista, Susana Prieto. En 2006
repitió la experiencia a cuatro manos con La esfera de Ababol (Ed. Planeta). En
2008 escribió, también con Susana Prieto la obra teatral Tiza, divertida sátira
de la educación, que fue galardonada en 2009 con el Premio de Teatro Agustín
González.
En esta novela se me antoja tan importante lo que se muestra como lo
que se esconde, lo que se nombra como lo que se silencia; tomo esa frase en la
que se dice ‘se puede
conocer a alguien durante toda la vida y sentir que no se ha cruzado con esa
persona una sola frase importante.’
Yo creo que
eso son los flechazos. Los flechazos de amistad, los de amor. Es mirarte en el
rostro de otra persona y saber que hay una conexión. Con otra gente, por más
que lo intentamos y hablamos, y nos esforzamos... no penetramos hasta el alma.
En mi novela se cuentan muchas cosas del interior de los personajes, sobre todo
en los diarios del desertor, pero hay algo que a más de uno le ha llamado la
atención y es la escasez de descripciones interiores, de monólogo interior, de
omnisciencia. Esto es lógico por dos motivos: el principal, que la novela la
cuenta el desertor, un narrador en primera persona que sabe muchas cosas pero
que no puede estar dentro del cerebro de los personajes. Por otra parte, yo
escojo voluntariamente contar cómo son mis personajes a través del diálogo y de
la acción. Se describen, y creo que muy bien, por lo que dicen y hacen, como
ocurre en la vida.
Es innegable la trabazón histórica que
recorre de una u otra forma la novela, desde la batalla de Chacabuco, al Perú colonial, o a las costumbres de la isla a
mediados del XIX.
Ha sido una
exhaustiva labor de investigación. He ido a las fuentes originales que están
todas digitalizadas en Google books. He leído con un inmenso placer los diarios
de los soldados de las colonias, de lenguaje moderno e irónico, he acudido a
los libros de viajes del XIX, a la prensa de la isla en esos años... Lo he
pasado genial encontrándome con aventuras increíbles de aquella época. Pero los
hechos históricos son un entorno, un paisaje. La documentación o la erudición
histórica no deben nunca ahogar la trama, porque principalmente La cirujana de
Palma es una novela de intriga, policíaca.
La cirujana de Palma es su primera novela en solitario, ¿qué es lo que le animó a ello tras sus dos novelas previas como
coautora?
Yo comencé
escribiendo en solitario. Escribo diarios y cartas, cartas muy largas a mis
amigos, pensamientos, interiores, lo que ahora se llaman blogs... desde muy
niña. Las pasiones por la escritura y por el cine me llevaron a escribir
guiones, los guiones se escriben a medias y por eso en un principio también
publiqué en coautoría. Ahora he vuelto a mis orígenes.
El personaje de Adelaida me ha fascinado, cuéntenos en quién o quienes se ha inspirado para darle vida literaria.
Yo
era muy pequeña, pero recuerdo bien el impacto y la sensación de injusticia
irreparable que me produjo la historia de la expulsión de los judíos. Siempre
me ha fascinado y dolido desde un punto de vista humanístico y cercano el odio
y la persecución que se ha hecho del pueblo judío desde que el mundo es mundo.
No es que lo haya estudiado, o haya leído sesudamente al respecto, pero
llamándome Lea, me siento identificada. Mi madrina es italiana judía y se llama
Lea Leví. Mi nombre es judío y me lo pusieron por ella. Además, cuando era pequeña,
mis padres tenían una enorme casa de fin de semana en la judería de Toledo, una
de aquellas mismas casas de las que fueron expulsados sus dueños. Comprenderás
que estoy destinada a interesarme por la historia de los judíos. Cuando me
encontré con los xuetas de Mallorca, los judíos de la isla, cuando leí los
autos de fe y su vida y sus muertes en la isla, tuve que introducir su historia
aunque fuese de forma tangencial... Y claro, surgió Adelaida, el ama de llaves
xueta.
Tana reflexiona en una ocasión sobre el hombre que vive en la torre del puerto de Palma izando
poleas y cambiando banderas; me resulta metafórico pues los escritores solemos imaginar sobre las motivaciones,
reflexiones y vidas ajenas, ¿le pasa
a menudo en su vida diaria, le hubiera gustado ser Tana de Ayuso en algún momento?
Eso de
imaginar otras vidas me pasa constantemente. Siempre me ha pasado. Y no es que
me apetezca ser Tana es que yo soy Tana, y soy el comisario de Palma, y también
soy Carlos, el comandante que más sabe de amor. Les he dado a cada uno un trozo
de mi alma y todos ellos escriben, y se quieren y tratan de investigar la
muerte y el amor. Por eso son felices cuando están juntos los tres... Aunque
tal vez son lo que yo quiero ser... O quizá son lo que me falta. El análisis
profundo se lo dejo a los psicólogos, pero creo que nunca unos personajes han
tenido tanto de mí.
Las vicisitudes de Tana de Ayuso en su intento por ser cirujana en la
Universidad de Bolonia darían de sí para otra novela, aunque le preguntaré por la protagonista como Tana Sanclaudio
esgrimiendo su particular sentido del humor como un bisturí.
Mi abuelo
paterno era cirujano, mi bisabuelo médico, en la otra rama de la familia
también había unos cuantos galenos (bisabuelo, tíos, tatarabuelo). La medicina
ha formado parte de mi familia desde siempre y por otra parte, ya te digo que
en esta novela creo que no hay nada que no tenga una base personal. Hasta el
apellido Nácar era de mi familia. Mi tatarabuela se apellidaba Morrondo Nácar
(y era hermana de un importante jefe médico destinado a Filipinas). Así que
tengo un interés, llamémosle innato, por la ciencia y los bisturíes.
Me
alegra que te gusten las aventuras de Tana en la facultad. Me gusta mucho la
idea de hacer una serie de estas novelas con Tana, la forense, Jaime, el
comisario y Carlos el hombre de armas, como protagonistas. En la siguiente,
prometo que volveré a sacar a relucir su pasado en la universidad de medicina.
Debió de ser realmente duro, pero intensamente divertido y enriquecedor. La
vida sólo merece la pena si hay sentido del humor, porque en la risa está la
democracia universal.
‘Las maldiciones maldicen por igual a creídos que a descreídos’, le dice el carbonero a Tana al poco de llegar a Palma. ¿Lo cree también así, o es tan pragmática como la protagonista?
Si,
maldicen, sí, porque los descreídos en el fondo, también creemos. Yo creo que
Tana descubre que no hay que tomar las maldiciones, o los rumores populares,
por simple superstición y que se debe escuchar al pueblo. Ya sabes, la famosa
frase de "donde hay humo, hay fuego". Otra cosa es que el pueblo tome
por maldición algo que tiene una inesperada explicación científica.
Muchas gracias y mucha suerte, Lea.
Por Ginés J. Vera.
Foto: au agenda urbana
Muchísimas gracias por esta entrevista. La cirujana de Palma es un libro que estoy viendo mucho por la blogosfera últimamente pero no terminaba de tentarme. Pero después de esta entrevista, creo que sí, que es un libro que disfrutaría mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari, la verdad es que el personaje de Tana es fascinante, diría que raya en una especie de heroína con matices, pues a veces me recordaba un poco al dr. House (salvando las distancias) y a Petra Delicado (idem). Creo que te gustará, pero como suelo decir los libros escogen a sus lectores aunque pensemos lo contrario. Feliz lectura.
EliminarYo ya lo he leído y me encantó!
ResponderEliminarGracias por la entrevista
Hola Charo, gracias por tu vista y comentario. La verdad es que es de lectura rápida y entretenida. La historia es adictiva, ya ves que le propuse veladamente a la autora que nos regalara una continuación o una precuela. Un saludo.
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