Me reúno con Juan Carlos Padilla.
Alicantino, médico neumólogo, director médico del Hospital Internacional
Medimar de Alicante y escritor; acaso por todo ello, por esa dualidad entre la
medicina y literatura, como comparto en cierto modo, encontramos rápidamente la
complicidad en esta entrevista al hilo de la publicación de la novela El siglo
de los indomables (Planeta, 2014).
La novela es un canto al amor, donde la
música cobra especial relevancia en el personaje de Jacobo, de su especial
sensibilidad.
La música es el
hilo conductor de una vida, como es la de Jacobo. Jacobo con 6 años es
arrancado de su casa, de su ambiente y tiene que sobrevivir aislado
prácticamente, al principio sobre todo en un circo, como fenómeno; Jacobo es albino, tiene unos ojos malignos y
lo utilizan como elemento de feria, después lo rapta un teatrito también para
algo parecido y ahí es donde empieza a desarrollar la música. Cuando emerge la
música de él se da cuenta que la música es su vida y que es la única forma de
que se exprese su alma y de que él encuentre consuelo. Con la música encuentra
consuelo, el va a otro ámbito.
El genio es
aquel que cualquier arte es capaz de sublimar, es capaz de vivir en eso; eso que surge de él le llena a su vez y lo
transporta a un mundo exclusivo, único, donde él reina, es su forma de evadirse
de todas las penurias.
‘El siglo de los indomables’ habla de la familia en tiempos difíciles
del siglo XX, ¿es importante dar valor a la familia también ahora, en la
actualidad?
Es una novela
de valores. Florentino es un personaje obviamente sublimado e idealizado, pero
es la representación de los valores que, en mi opinión no pasan de moda. Cuando
abras el libro, para cualquier lector sea hombre o mujer este personaje es
quien hubiera querido ser porque representa los valores de la nobleza, de la
fidelidad, de la honestidad, del sentido de la justicia. Y verdaderamente eso
se extiende a todo lo demás, el amor por sus hijos, al amor por su familia, al amor
por sus empleados, empatía con ellos. Es un catalogo de valores de una persona
que además la vida le golpea. Va sorteando los golpes del destino basándose en
sus valores –en ningún momento veras que se habla de religiosidad, hablamos de
valores de otro catalogo, del catalogo de la ética–; amparado en estos valores
el consigue resistir los embates del destino y sobrevivir, es un enorme
superviviente que tiene la mala suerte de que la vida le premia con algo que sería
la aspiración de cualquier persona –como es el progreso material–, pero que
evidentemente es una de las conclusiones de la novelas, eso tan manido de que
el dinero no da la felicidad.
Háblenos de los escenarios en los que ha situado
a los personajes, desde Villajoyosa, a la República Dominicana, donde
Florentino llega, próspera y nace su hijo Jacobo, para más tarde emplazarnos en
Alemania.
La historia, en
este caso, habrás visto que es un personaje más de la novela, es como en aquellos
teatrillos, como una de esas sábanas que colgaban con dibujos, esto es la
historia.
El primer
objetivo de la novela cuando la escribí era el de hacer un repaso por el siglo
del XX, un repaso didáctico, no un libro de historia –yo no soy historiador, ni
mucho menos–; la historia es un escenario, unos decorados sobre los que los
personajes tienen sus vivencias. El escenario ha ido evolucionando hasta llegar
a la categoría de personaje junto con la música que es otro personaje de la
novela. Con la historia vamos salpicando las aventuras de los personajes en
diferentes momentos, vamos a Alemania en el año 1934, y vivimos toda la
angustia de la persecución de los judíos, vivimos lo que es un campo de
concentración, vivimos la ansiedad de falta de libertad y de garantías
jurídicas, volvemos a España cuando la Guerra Civil y vivimos el enfrentamiento
entre las dos Españas, vivimos el dilema que se le plantea a este hombre:
apoyar a la sublevación o no, cómo le asaltan las decisiones y cómo se
arrepiente después, veremos muchas cosas, luego la posguerra y viviremos un
gran hito del siglo XX que es el nacimiento de la aviación, de la aviación como
símbolo del progreso humano.
‘Los libros son el antídoto de la pobreza’,
le decía a Florentino su abuelo Ricardo.
Sí, siempre. ‘Nadie
que lee muere pobre’, le dice. Efectivamente, estábamos en una época en la que
no ser analfabeto ya era un triunfo, el que sabía leer y escribir era un
triunfo. Ahí menciono a Fernán Caballero, a gente que se leía entonces; leer
era un signo de distinción, era como elevarte por encima de esa media, de ese
mundo que eran analfabetos funcionales, porque el que más sabía era firmar con
su nombre. Un hombre sabio como el abuelo de Florentino quiere que su nieto se aficione
a los libros, que era como dejar una herencia; preparar a tus nietos, a tus
hijos, aficionarlos a la lectura, a la escritura, era como dejarles una
herencia, un modo de vida y la posibilidad de progreso. Hablamos de gente
humilde que para salir de eso solo tenía un método que era la cultura, que era
saber cosas.
Yo estoy convencido
de ello, a mis hijos les sigo obsesionando con que lean, que lean de todo, lo
que quieran, pero que lean. Les compro comics, lo del Greg, Jeronimo Stilton,….
A todos mis pacientes no solo les digo que lean sino también que escriban. Para
mí la escritura es terapéutica y sirve para cualquier persona con un mínimo de
inquietudes, es terapéutico y valiosísimo.
No conocía al autor, así que gracias por esta presentación y por la estupenda entrevista. Y me gusta mucho su última respuesta. Sí, hay que leer, e inculcar el amor por la lectura.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Margari, con cada autor aprendemos algo, yo al menos. Me alegra mucho que te haya gustado la entrevista a Padilla, mérito sin duda de este neumólogo y escritor: ciencias y letras. Cuanto bueno. Un saludo.
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