Entrevisté a Rubén Figueres en Valencia promocionando este libro de título tan original como lo
fue la experiencia que le llevó a escribir ‘De Gandía a la Casa Blanca’
(Plaza y Janés, 2015). Porque uno puede ir a los USA de muchas maneras
(p. ejem. de turista o a hacer las américas) y volver con un montón de
fotografías de su viaje o con la mochila llena de experiencias tan
enriquecedoras y tan motivadoras como las de Rubén Figueres y que tuvo a bien
comentarme admitiendo que no siempre se planifican las cosas buenas que a uno
le pasa pero que es importante ir sembrando semillas para que esa suerte
florezca.
¿Cuáles
fueron las motivaciones, las decisiones que tomó para llegar ‘de Gandía a la
Casa Blanca’ y en general hasta aquí?
No fue algo premeditado, en
cuanto a ‘tengo que hacer esto’, fue un proceso. Yo de Gandía salí pronto.
Gandía es una ciudad pequeña en la que la gente tiende a quedarse, se vive muy
bien allí, y yo a la hora de ir a la universidad me fui a Barcelona, no me fui
a Valencia que sería lo normal. Una vez estás en Barcelona empecé a descubrir
otras culturas, otros mundos y quería conocerlos, aparte de una inquietud que
tenía. Cuando terminé tenía la necesidad, quería vivir un año o dos años fuera
para poder absorber una cultura; además, la cultura americana me había gustado
mucho, ya había estado antes, y me fui con la idea de aprender inglés, de
aprender esa cultura, de tener una experiencia más, pero para volver. Lo que
pasa es que las circunstancias se dieron y encontré allí una segunda casa que
me gustado y que me permitió pues crear cosas de una manera diferente, algo de
lo que hablo en el libro, una marca personal; crear una marca personal superior
a la que había tenido en ese momento, crearla a mi gusto y eso me hizo estar
más a gusto allí y poder quedarme. Ahora llevo 17 años allí.
Según he leído además de la
exigencia, la entrega o la motivación, uno de los
pilares de su filosofía empresarial ha sido el deporte, con el que veo ciertos
paralelismos, pero ¿qué más paralelismos existen entre ambos ámbitos, entre el
deporte y el mundo empresarial?
Paralelismos…, pues que es un trabajo de constancia,
de esfuerzo y que los objetivos se cumplen si se hace el trabajo bien hecho. El
deporte me ha ayudado obviamente físicamente, socialmente y de trabajo, que es
un poco, profesionalmente que es la parte que resalta más en el libro, el cómo
se pueden utilizar esas pasiones, esos hobbies, para avanzar en el mundo
profesional.
En ‘De Gandía a la Casa Blanca’ también
encontramos renuncias personales o sacrificios, como al hablar de la familia o
de ese hobby suyo: tocar la batería, ¿qué hace uno en esos casos? ¿Cómo debemos
plantearnos esa disyuntiva para saber cuál es la decisión acertada?
Yo creo que lo principal es tener las prioridades
claras; escucho muchas veces que la gente me dice, “¿de dónde sacas tiempo para
hacer tanto?” El día tiene 24 horas, entonces, es una cuestión de prioridades
completamente. Si tú prefieres ver la tele por la noche, ver los programas del
corazón, por ejemplo, esa es una decisión que tú tomas, es una prioridad tuya
que puede que sea muy importante para ti, que puede que te ayude a relajarte
después del día, y es lo que quieres, pero prefieres hacer eso que irte a
correr; porque podías irte dormir a las diez y levantarte a las seis de la
mañana para ir a correr que es lo que hago yo. Entonces, tienes que tener
claras las prioridades, si uno le da al trabajo una prioridad tan infinita que
no le da tiempo a hacer lo demás, que trabaja 15 horas al día, pues te quedas
sin tiempo para lo demás. Es establecer las prioridades, y muchas veces, a lo
mejor, es pararse a analizar y decirse: si quiero hacer esto lo puedo hacer,
pero tengo que eliminar otra cosa; la otra cosa es tan importante para mí que no
me deja hacer esto…, te tienes que sacrificar.
A mí me gustaría tener más tiempo, me gustaría tener
cuarenta y ocho horas al día, haría muchas más cosas, pero bueno, establezco
mis prioridades y a eso es a lo que dedico el tiempo.
Ahora comparte su experiencia en forma de libro, si antes nos dijo que no
hubo premeditación en lo de llegar hasta la Casablanca, ¿en qué momento decidió
contar esta historia personal en forma de libro?
El que me dio el empujón definitivo
para esto fue Risto Mejide, que es un compañero mío de la carrera y buen
amigo. Había hecho unas conferencias y me dijo: “tío, tienes que escribir un
libro porque es muy interesante tu historia y cuando das la conferencia muere;
el que no va a la conferencia no lo va a oír y necesita un soporte físico”. Yo
no me lo había planteado hasta ese momento, pero me empezó a rondar la idea y
dije: ‘oye, no sería una mala idea’. Y a medida la fui madurando me empezó a
hacer ilusión el hecho de tener algo escrito, dejar algo, un legado para poder
pasarlo a mis hijos. Además, a medida que la escribía veía que podía ser muy
motivacional para otras personas, que podía ayudarles, y también el hecho de
pensar que alguien podía leerla y podía cambiarle la vida, ayudarle, eso es una
satisfacción increíble; entonces me animé con el libro y fuimos adelante.
Tampoco hubo entonces planificación con lo de escribir
el libro, me pregunto si ha habido un componente de suerte en
todo este trayecto desde Gandía a la Casablanca.
Sí, siempre he pensado que he tenido un componente de
suerte exponencial a lo largo de mi vida. Hace un par de años alguien me dijo: ‘ojo,
no creas que tiene tanta suerte, te buscas la suerte’. Y cuando me paré a
analizarlo sí que es verdad que yo me he pasado la vida sembrando semillitas, y
algunas de esas semillitas florecen y otras no, pero si no las plantas ninguna
va a florecer. Sí es suerte que entrara en la campaña de Leo Burnett; sí, es
muchísima suerte, porque hay consultores políticos que llevan intentando entrar
en una campaña así toda la vida y no entran, pero por otro lado, yo llevaba
desde que llegué a Chicago y le conocía nadando en la piscina, sembrando la
semillita que años más tarde dio fruto. Así que después, analizando ese
comentario, que muchas de las cosas que yo pensaba ‘qué suerte tengo’, era una
suerte buscada de alguna manera, no voy a negar que me siento muy afortunado.
Si esta es una historia para mostrar lo
que supone el camino de emprender, el vértigo de empezar desde abajo para
llegar alto, ¿podría darnos algunos consejos quienes queramos seguir sus pasos
y lanzarnos a emprender?
El libro lo que pretende no es dar una guía de
consejos de cuáles son los pasos a seguir, porque no existe; cada persona es
diferente, cada momento es diferente. Para mí lo que el libro sí que da es una
experiencia: la de que se pueden aprender cosas buenas, malas; cosas que se
pueden hacer cosas, que no; y un emprendedor se caracteriza por no seguir un
plano, no seguir un plan establecido. Cuantas más experiencias pueda tener
alguien más garantías de éxito, más fácil va a ser eliminar el riesgo de
fracaso. Es una historia que para mí tiene el valor de: ‘mira, este chico lo
hizo así, le funcionó; esto no lo había pensado, tiene su sentido, lo voy a
aplicar; esto a mí no me lo aplicaría porque no me interesa, porque mi sector
es diferente…’ Pero sobre todo que despierte una reflexión en la persona porque
para mí es importante.
Rubén Figueres es un consultor político experto en comunicación. Abandonó España a los 24
años con un MBA bajo el brazo. Durante meses se ganó la vida con todo tipo de
trabajos de subsistencia, complementaba su sueldo dando clases de tenis y como
entrenador personal. Gracias a su entusiasmo y a la popularidad de sus
entrenamientos, logró un puesto de trabajo en la prestigiosa agencia de
publicidad Leo Burnett, desde la que dirigió campañas para algunas de las
empresas más importantes del mundo También formó parte de los equipos de Price
Waterhouse Coopers o Telemundo-NBC. La experiencia adquirida le sirvió para
fundar su propia empresa, Alario Group, agencia de consultoría y comunicación
para el mercado hispano en Estados Unidos que no tardó en convertirse en una de
las agencias de referencia en el país.
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