Puede parecer que se cae en un
tópico al decir o referir esa simpatía y amabilidad de los andaluces, de los
sevillanos para más señas. Lo sería decir que Sevilla tiene un color especial,
claro.
Si no ha mucho entrevistaba al escritor
onubense Hipólito G. Navarro y
afirmaba que tardamos poco en echarnos unas risas entre pregunta y pregunta,
qué no decir del entrevistado de esta semana. Más que risas, me encantó
descubrir que Manuel Sánchez-Sevilla
tiene esa facilidad de palabra de quien enseña, de quien cuenta y magnetiza;
seduce con sus historias. Me guardo para mí la anécdota de cómo un profesor,
siendo él siendo muy joven, le animó a convertirse en escritor a base de dejar
sobre una mesa un paquete de folios, un bolígrafo y una hora larga donde tocaba
escribir o nada.
Sevillano de nacimiento, más allá
de su apellido literario, la novela por la que me concede esta entrevista
también tiene a la capital hispalense como marco argumental. La novela ‘El tesoro del Alcázar’ está publicada
por la editorial sevillana Algaida.
Volviendo a la novela y a Manuel Sánchez-Sevilla, comienzo por
preguntarle si lo de ubicarla en su ciudad era una especie de deuda que tenía.
Dice que sí, «Yo soy sevillano, y mis
anteriores novelas una estaba ambientada en Roma y otra en Córdoba, yo trabajo
en Córdoba hace ya bastantes años, entonces llegó un momento en que dije,
incluso mis amigos de Sevilla y mi familia me decían: ‘Ambientas tus novelas en
todos lados menos en tu ciudad’. Y es cierto, tenía una pequeña deuda con ella,
y espero haberla saldado con ‘El tesoro del Alcázar’, o al menos haber empezado
a saldarla. Aparte que toco una etapa poco conocida de la ciudad y se juntó
todo».
Teniendo en cuenta que es una
deuda, me atrevo a preguntarle cómo se sabe si uno la ha saldado y de qué
depende, si acaso de los lectores, de si piden otra o no. Me dice que no, que «depende de ti mismo, si estás satisfecho,
si dices, bueno, ya tengo una novela ambientada en mi ciudad. El problema de
esto, es que uno normalmente suele escribir de lo que conoce, y evidentemente a
mí me costaría mucho más trabajo escribir sobre Santnder que sobre Sevilla o
Córdoba, claro, o Cádiz».
Santander es una ciudad que conozco, no tanto
como mi ciudad, Valencia, por lo que le digo que otro ejemplo, en su caso,
sería Valencia. «O Valencia, sí. Uno
intenta escribir sobre lo que conoce, es la lógica, ¿no?». Creo que tiene
razón, y retomo algo que ha mencionado hace poco, lo de la etapa ‘poco
conocida’. Le refiero así que hablar de Andalucía, en la época napoleónica, es
evocar Bailén o Cádiz como referentes de batallas y resistencias honorables. Pero
que su novela ‘El tesoro del Alcázar’ ocurre en Sevilla, ¿qué pasó, le pregunto,
en esta ciudad que no ocurrió en Bailén o Cádiz? Y asintiendo me cuenta con
mimo: «Pues verás, Sevilla estaba preparada para resistir como resistió
Zaragoza, por ejemplo, de ahí el inicio de El tesoro del Alcázar, la Junta General
de gobierno estaba en Sevilla, que era, digamos, el gobierno provisional de la
nación; estaba la población armada, estaban las piezas de artillería, las murallas
preparadas para resistir». Aquí me acuerdo de la novela de una amiga y le digo
que al contrario que lo sucedido en Madrid en 1808, que les pilló por sorpresa.
«Claro -dice-. ¿Qué es lo que ocurrió? Que una semana antes de que llegaran las
tropas francesas que habían salido de Córdoba en dirección Sevilla, la Junta
General desaparece, es decir, los que tienen que comandar esa resistencia se
van para Cádiz, la Junta General salieron a la altura de Carmona, que está a
unos 40 o 50 Km de la ciudad de Sevilla, y entregaron las llaves de la ciudad y
les dijeron que no atacaran Sevilla porque no iba a resistir. Así que todo lo
que estaba preparado para resistir se quedó en nada. Lo que pasa es que la
gente de Sevilla, después, estaba resistente, era un invasor, aunque decían que
iban a traer trabajo, la cosa estaba muy mala, como se dice ahora, y vienen los
franceses, hacen obras, pagan, que es importante, dan trabajo…, entonces hubo
una mezcla extraña entre animadversión al invasor y decir, ‘bueno, no los
quiero, pero, me están dando de comer’. Decía Napoleón: Los españoles, entre
ellos, se tiran los trastos a la cabeza, una región contra otra, los del norte
con los del sur, los del centro con los del este, pero son sus problemas, que
no venga nadie de fuera a arreglar sus problemas».
No sé si Napoleón tenía razón o
no, pero al oír a Manuel Sánchez-Sevilla
aquello, me suena demasiado cercano, coetáneo. En cualquier caso, confío en que
haya saldado su deuda con Sevilla y los lectores se animen a leer su novela y,
por descontado, a visitar la ciudad, como pude hacer en 2006 gracias a la
editorial Algaida.
Sevilla tuvo que ser.
Manuel Sánchez-Sevilla es el pseudónimo de José Manuel Sánchez
Rodríguez (Sevilla 1974), escritor sevillano caracterizado por narraciones
sencillas, capaz de transportarnos en el tiempo con sus novelas. Su debut
literario ocurrió con ‘Como la vida misma’, un compendio de relatos cortos
donde la humanidad caracteriza cada historia. ‘Gaia Augusta’ fue su primera
novela histórica y con la que ha cosechado éxito de críticas tanto en España
como en Sudamérica. En ‘El enigma de las Seis Copas’, su segunda novela, nos
traslada a la Al-Andalus profunda, donde misterio y ciencia se dan la mano. En
‘El tesoro del alcázar’ continúa apostando por el género histórico, un
territorio que le atrae particularmente.
Una novela muy interessante, sobre todo por ser histórica.
ResponderEliminarGracias José Ramón. Te la recomiendo, un saludo.
EliminarNo conocía al autor, así que muchas gracias por dármelo a conocer con esta entrevista. Me apunto bien su novela, que me gusta el género y también la época en que se desarrolla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margarí, la verdad es que tenemos ambos, desde nuestras trincheras literarias, la posibilidad de conocer a autores 'nuevos' y disfrutar de pequeñas joyas narrativas. Brindo por eso en este inicio de año contigo y con los lectores de nuestros respectivos blogs. Feliz 2017.
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