Desde
hace más de 20 años, el escritor murciano Gregorio León se gana la vida como
periodista de Onda Regional, la emisora autonómica de Murcia. Sus cuatro
novelas anteriores han merecido distintos galardones literarios, como el Premio
Valencia de novela por "Balada de Perros Muertos"; además de recibir el
Premio Alfonso Grosso de relatos, o el Miguel de Unamuno, entre otros. Presenta
estos días su última novela La emperatriz de Jade, un thriller a caballo entre la
novela negra y el género histórico. Disfruté mucho con la simpatía de Gregorio, os dejo aquí la entrevista.
¿Cómo
y cuándo surge la idea de escribir La emperatriz de Jade?
Verdaderamente empieza con una imagen cuando estaba en un hotel
de Berlín en el año 2008 y me encontré a una mujer de unos ochenta u ochenta y
cinco años que estaba llorando de forma desconsolada en la cafetería, junto a
una chica muy joven; me imagine cómo habría sido ella de joven y pensé qué
historia había habido hacia setenta años. Ese fue el momento desencadenante de
la novela, el punto de arranque.
Las
mujeres tienen un especial protagonismo en la novela, ya desde el titulo, y con
la protagonista Daniela Ackerman retomando además la acción de El ultimo
secreto de Frida K.
Si, en efecto; quería darle continuidad a la detective, no
solamente meterla en una peripecia, no solamente meterla en un laberinto, no
solo que tuviera que resolver un enigma, sino que quería enfrentarla a sus
miedos, a su pasado a sus zozobras, que tiene que ver con su pasado sentimental,
en definitiva. Y también con las personas, a las relaciones de pareja, a cómo
se vive el amor cuando no terminas de encontrar eso que estás buscando, lo
triste que es la vida cuando no recibes una caricia, y Daniela es una mujer muy
ambiciosa, de éxito laboral, pero sin embargo no termina de ver su vida porque
le falta lo más importante que es el amor, la caricia de la que te hablaba.
Tomo
una frase de la novela, sobre Daniela Ackerman: «Era fuerte, se sentía fuerte,
pero le dieron ganas de llorar». Es una mujer de contrastes, ¿una heroína
moderna? ¿La veremos en otras novelas?
En efecto, yo no quería hacer ni una superwoman ni una mujer atormentada, sino a lo mejor buscar una
combinación, que no fuera solamente un personaje de una pieza, sino que tuviera
incluso contradicciones, que tuviera muchos elementos y ángulos desde los que
mirarla. De esa forma la he buscado, no solamente como alguien que está
trabajando para conseguir el control sino que es alguien que reflexiona sobre
el amor, lamenta relaciones anteriores de las que ha salido maltrecha o
apaleada, relaciones satisfactorias que vivió con intensidad. Es curioso porque
las relaciones que ha mantenido tienen una constante que es que siente atraída
por hombres que parecen siempre dispuestos a engañarla, aunque cambien de
nombre, de altura, que físicamente sean distintos, pero tienen siempre ese
atributo, ese punto en común, que es que son mentirosos que la hacen bastante
desdichada en el amor.
Seguro que va a seguir apareciendo porque tengo curiosidad por
mi mismo de saber a quién se va a enfrentar y cuál va a ser el rumbo que tire
su vida.
«Santana,
un nombre fácil de conocer y difícil de olvidar».
La novela está llena de homenajes, no solamente a genios, ante
los que me descubro y con los que tengo contraída una deuda muy alta, como el
caso de Billy Wilder; el homenaje a Hitchcock es clarísimo como es el libro
encuadernado en piel; pero es que además del libro se trata de recuperar un
objeto como El halcón maltes. Ahondando en lo que te estaba comentando, es un
libro de homenajes, también a ciudades en las que he sido feliz, ciudades que
me han gustado, están Moscú, y sobre todo el caso de Alicante. Me parecía que
estando tan cerca de Murcia y, habiendo pasado tantas horas, de alguna forma quería
tributarle un homenaje a Alicante. Es en Alicante donde Daniela vive esa
historia de amor tan poderosa con Santana y que también le ha dejado un poso de
amabilidad.
Hablando
de ciudades, en la relación de escenarios del dosier promocional he visto que
falta Murcia, aunque sí que está presente en la novela.
A lo mejor lo he hecho porque con relaciona otras ciudades no
tiene tanto peso. Efectivamente, en Murcia es donde Daniela se entrevista un
par de veces con el fotógrafo, y es curioso porque la cafetería en la que se
celebran esas entrevistas es la cafetería en la que yo desayuno todos los días.
Creo que todavía no he tomado la decisión de dar el paso de hacerle el homenaje
que de verdad merece a mi ciudad. Solamente quería sacar a mi cafetería, si aparece el paseo Duques de Lugo, muy cerca de
donde vivo. De alguna forma he querido colocar en el escenario, a lo mejor,
ciudades que podían tener aparentemente más interés, ¿no? o que eran más
reconocibles, como el caso de Moscú de Londres o de Berlín, que son ciudades
muy potentes, que tienen una resonancia mayor, pero queda pendiente una deuda
que quiero saldar, dedicarle la gran novela que yo quiero escribir sobre Murcia.
No la gran novela sobre Murcia, pero al
menos la gran novela que yo quiero escribir sobre mi ciudad.
«Lo
más importante en esta vida no es lo que se tiene sino lo que no se tiene»,
dice Viktor Bronski.
Si te das cuenta estamos siempre ambicionando cosas; uno puede
sentirse a gusto con el coche que tiene, con la casa que tiene, hablo de
objetos materiales, y sin embargo ambicionas y deseas justamente lo que no
tienes, y no solamente objetos, también es un motivo de perversión. Yo no estoy casado, pero me sorprende la
cantidad de gente que está casada –me da igual que sean hombres o mujeres– y es
curioso, en algunos casos, me resulta muy llamativo que señores estupendos
están casadas con señoras estupendas y, sin embargo, desean a otras mujeres. Eso,
la verdad, es que me lleva a reflexionar sobre cuántas relaciones están basadas
en la impostura, en la falsedad, ¿no?, y que hay relaciones que efectivamente
que se dan autenticas y otras, por el contrario, no lo son. Por eso hablo en la
novela de que lo importante no es lo que se tiene, sino lo que no se tiene.
Me
recuerda de algún modo a una cita que dice más o menos, que el ser humano llega
más lejos para evitar lo que teme que para conseguir lo que quiere.
Si, vamos a ver… Pero yo creo que todos tenemos que pelear
tengamos la edad que tengamos, veinte años, cuarenta, ochenta, da igual;
tenemos que perseguir siempre un objetivo y un sueño y trabajar afanosamente
por él, aunque parezca que no tenemos herramientas ni recursos. Creo que a
veces no conseguimos los objetivos que nos marcamos por pereza, por pensar que
no estamos preparados para hacerlo. Yo soy bastante optimista, por muy grande
que sea la empresa uno no tiene que renunciar a ella, muchas veces somos
nosotros los que nos autolimitamos, tenemos que emprender cada objetivo con una
determinación clara y sabiendo que somos capaces de conseguirlo. A veces se nos
escapa aquella chica a la que creemos imposible porque la vemos demasiado
hermosa, o a lo mejor no nos atrevemos a escribir una novela porque pensamos
que no estamos preparados; por eso yo animo a la gente no solo a que se declare
su amor a la chica que le gusta, sino a que, si por ejemplo, quiere escribir
una novela y tiene una historia que la escriba, si tiene una idea que la plasme
en un lienzo. En definitiva, que nos atrevamos a aquello que nos parezca
inalcanzable.
«Internet
es el chico que todo lo sabe», bromea Freddy Ramírez; a la hora de documentarse
para esta novela habrá hecho falta algo más que Internet.
Si, a lo mejor excesivo. El problema que yo he tenido con la
novela era que la documentación no se notara, en definitiva, que no aguara la
historia, que era lo que yo temía, porque la bibliografía que existe sobre la segunda
guerra mundial es prácticamente inabarcable. Además llegas a un punto donde
debes poner el stop: no leo más sobre esto. Quería colocar a la segunda guerra mundial
como escenario, no es una novela sobre la segunda guerra mundial, es una novela
sobre pasiones, sobre rencores, sobre odios y sobre cicatrices que te dejan,
sobre el amor hacia a la persona equivocada, en este caso, el enemigo. Sobre la
segunda guerra mundial ya están los libros de historia perfectamente escritos,
ésta es una historia de ficción que tiene su estrato real, eso es lo que me
aportaba la documentación, lo que yo quería conseguir con la documentación leída
antes de ponerme a escribir la novela.
Sobre
esas cicatrices, en la novela hay una frase que destaca Jürgen Honecker: ‘En
esta fotografía se ven muchas cicatrices’, ¿tal vez es una novela de cicatrices
con ese trasfondo histórico?
Si, justamente, hay has dado en la clave. Realmente a mí, el personaje de Jürgen Honecker es de
los que más me gustan, uno de los pocos amables de esta novela. Es simpático y
aparte también de ser otro homenaje a tanta gente de la profesión, tantos
fotógrafos. Ahora que estoy de promoción con la novela, me parecen más
importantes que yo, hacen un trabajo tan importante como el mío cuando sacas
una novela, es autentico arte; tienen vocación, no solamente es hacer un
trabajo, son muy meticulosos. Y de lo de la cicatrices, sí; porque la novela es verdad que arranca en el
tiempo actual, pero vuelve a hechos ocurrido hace setenta años y obligatoriamente
en ese transcurso del tiempo hay cicatrices; y no hace falta que transcurra
tanto tiempo, todos llevamos alguna cicatriz dentro que solo mirarla nos
produce dolor, aunque la herida ya no esté, pero ver esa cicatriz nos produce
igualmente dolor aunque haya pasado mucho tiempo.
He
leído que su objetivo a encarar una novela es que sea: “una historia fácil de
leer pero difícil de olvidar”. ¿Cómo se consigue esto cuando, al final, se
llega a una novela con más de quinientas páginas?
No siempre se consigue, esta es una novela fácil de escribir,
eso lo sé, pero difícil de olvidar... Fácil de escribir sí, porque aunque me
haya llevado tres años lo he pasado muy bien con ella, no me ha dado sudores ni
malestar ni nada. Hay gente que sufre mucho escribiendo, yo creo que si se sufre
no se debe seguir escribir. Uno puede sufrir por pagar a Hacienda o por
soportar el ruido del vecino, no por escribir una novela. El único que puede emitir
un dictamen es el lector; una historia difícil de olvidar hasta el punto que
contamina la otra, que uno la lea y diga a alguien: me la he leído, me ha
gustado y te la recomiendo. Como objetivo está bien porque en cada palabra, en
cada página que escribía si tenía ese pensamiento en la cabeza: el hecho de
intentar que el lector, al final, termine convencido a acompañarme a otra
aventura.
Muchas gracias y mucha suerte, Gregorio.
Por Ginés J. Vera.
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