Marta Robles, sorprendente y flamante ganadora del último premio de
Novela Fernando Lara con su obra 'Luisa y los espejos', ha novelado las
relaciones amorosas, escabrosas, escandalosas y absolutamente desconocidas del
controvertido escritor italiano Gabrielle D’Annunzio con la marquesa Luisa
Casati. En esta entrevista nos desvela algunos de los secretos de este libro y
nos cuenta cómo son sus relaciones con la literatura. Unas relaciones que, como
les ocurrió a los protagonistas de su novela, prometen ser largas y
satisfactorias.
Además del reconocimiento que supone este
premio, ¿también es de algún modo una responsabilidad frente a los lectores?
Por supuesto
que supone una responsabilidad, aunque de momento es una responsabilidad ya
compartida con los miembros del jurado.
Luisa Aldazábal, la coprotagonista –junto a
la Marchesa Luisa Casati–, ¿representa de alguna manera a muchas mujeres
actuales atrapadas entre el cariño y la costumbre de un matrimonio desgastado?
Puede ser,
aunque no todas las mujeres que viven en un matrimonio desgastado (o a lo mejor
excesivamente convencional, o un matrimonio con altibajos, o matrimonios
moderadamente felices) llevan dentro una pasión artística o una pasión por
vivir la vida, y la vida es una ley de compensaciones. Hay gente que lleva toda
su vida y un matrimonio en estas características y no quiere otra cosa, y hay
gente que, sin embargo, necesita salir de ese escondite y buscar otras
respuestas, como es el caso de Luisa Aldazábal que lo hace justo después de un
coma.
Leo en la novela que siendo estudiante de
Bellas Artes, Luisa Aldazábal ya soñaba con trascender en el arte, pero también
en el sexo, convertir su manera de amar en leyenda; me ha parecido cuanto menos
curioso.
Es un cierto
paralelismo que tiene con Luisa Casati; son dos mujeres que lo que quieren es
trascender y son los momentos en los que se parecen más; porque cuando Luisa
Aldazábal recuerda a la Luisa de antaño es cuando se da cuenta de que hay
cierto paralelismo entre ella y alguno de los aspectos más curiosos de la otra.
Ambas mezclan tanto la parte de sentimiento y de pasión por la vida, sensual y
amorosa, con la pasión artística.
Tal vez la infancia tenga que ver con el
desarrollo artístico particular, como en la otra coprotagonista, la Marchesa
Casati, su excéntrica madre y los cuentos que esta le contaba de pequeña y que
tomó aquella como inspiración.
Desde luego,
todo en la vida es un aprendizaje, porque es muy difícil –salvo gente muy
concreta– que una persona llegue al
mundo del arte sin haber tenido ninguna relación con él. En el caso de Luisa
Casati su madre le contaba una cantidad de historias impresionantes, le contaba
historias no solamente de arte sino de magia, por eso ella además del arte
tenía otra pasión que la subyugaba: todo lo sobrenatural exotérico, que la
acompañó a lo largo de su vida y le hizo también tan feliz como el arte.
«El aburrimiento solo se da en almas
vacías», le dice Luisa Casati a su prima Bice, ¿está de acuerdo?
Bueno, es lo
que yo creo hubiera dicho; me lo he inventado, por supuesto. Creo que es lo que
hubiera dicho la Marchesa Luisa Casati, pero verdaderamente es muy difícil que
el aburrimiento se dé en almas que están entregadas a tantas cosas como hay en
la vida, ¿no? Yo sí que creo, de alguna manera, que las personas que tienen un
mundo interior rico es difícil que se aburran.
A Gabriele d´Annunzio, «perfecto conocedor
de la psique femenina», no parecía restarle atractivo ante las mujeres ni su baja
estatura ni su calvicie.
Nada, nada;
fíjate que esta era una pareja bastante curiosa porque Luisa Casati media 1´82
metros y Gabriele d´Annunzio medía 1’64; había una diferencia de estatura
brutal, no hagamos el chiste fácil. Lo que sí es cierto es que D’Annunzio,
supuestamente, tenía las mujeres de tres en tres, incluso hubo mujeres que
pagaron por ser amantes suyas durante años. Yo creo que era un enorme seductor,
pero fundamentalmente por lo creativo que era, por su verbo, y por su prosa y
su poesía extraordinaria, y porque era capaz también de descubrir a una artista
de su edad donde estuviese. Desde luego debió de ser un personaje fascinante,
incluso no sé si más o menos extravagante que Luisa Casati. Lo curioso es que
Luisa Casati no dejó de sorprenderle. Fue una relación muy compensada.
De nuevo retomo a Luisa Aldazábal, leo eso
del «pavor hacia los cambios derivado de la transformación de su carácter»,
¿sería este uno de los indicios de la crisis de mediana edad?
Yo creo que no,
yo creo que en el caso de Luisa Aldazábal ella se fue acomodando a su vida y
entonces se construyó también un personaje para vivir en esa vida tan tranquila
y eso le hizo que cambiara radicalmente de forma, respecto a la mujer que había
sido de joven, y que se adaptara a las cosas que no se mueven. Cuando uno se
queda muy quieto durante mucho tiempo le da mucho miedo moverse; cuando uno
está en continuo movimiento lo que le da miedo es quedarse quieto.
¿La infidelidad de la época era aceptada
ante tanto matrimonio de conveniencia como en la actualidad se toleran y sufren
en silencio otras hipocresías y abusos?
Creo que en los
amantes había aceptación con respecto a esa doble vida, a esa doble moral,
había mucho matrimonio de conveniencia que se pactaba. Lo que se llevaba poco en
realidad era casi casi los matrimonios por amor.
Al menos en la burguesía.
Al menos en la
alta burguesía, sí. Por muchas circunstancias. Lo que está claro es que si no
te casabas por amor, al final, establecías pactos, y normalmente eran pactos
que se sostenían en el respeto y unos límites que Luisa Casati no aceptaba, le
daban igual de alguna manera.
«Tendré que pintar tanto para saber qué
cuadros deben permanecer y cuáles desaparecer», le dice Luisa Aldazábal a
Raimundo, ¿ocurre también entre los escritores que empiezan?, ¿debería ocurrir
así?
Sí, yo creo que
es fundamental la prueba-error, prueba-error; o sea, no te vale la primera cosa
que haces. Decía de las novelas Gabriel García Márquez que tienen que
abandonarte, que si no, tú nunca las abandonarías. Si yo cogiera ahora mismo el
libro de ‘Luisa y los espejos’ le volvería a dar una vueltecita más, nunca nos
cansamos de corregir, y lo cierto es que hay que corregir, y mucho.
De hecho, la madre de Luisa le advierte que
«las tres cuartas partes de un trabajo bien hecho consiste en rechazar». ¿Qué
se ha quedado fuera de esta novela, qué ha rechazado antes de llegar a los
lectores?
Pues una de las
cosas fundamentales al hacer una novela que tiene una parte histórica cuando
buceas en lo que es la documentación, de Luisa Casati en mi caso, y de toda la
gente que vive a su alrededor es que te encuentras con muchísima documentación.
Obviamente, yo no quiero reflejar todos los aspectos de Luisa Casati. He
tratado de guiarme por la biografía mas fiable de todas, he seguido un poco el
orden cronológico de los hechos, he descartado muchísimas de las cosas, y he
puesto un poco un velo de misterio y de ficción que es lo que yo quería ofrecer
a los lectores. He dejado fuera muchísimos datos y muchísimos personajes, la
vida de Luisa Casati fue incluso muchísimo más extraordinaria que lo que yo
relato en mi novela.
¿Admitiría muchas más novelas?
Admitiría
novelas de otro tipo. De hecho, Luisa Casati, la percepción que tengo, es que
la gente que se la encuentra en el camino se queda un poco atrapada y quiere
contar su propia historia, su propio paralelismo con ella; a mí no me ha
pasado, yo he querido construir un mundo paralelo con un personaje de ficción que hacía crecer a
los dos personajes.
Y
dentro de esa documentación histórica, además de los datos y los hechos, ¿qué
hay de esa parte mucho más íntima, de esos encuentros…?
Eso es
totalmente inventado, quiero decir, todo a lo que te refieres, a las
situaciones eróticas, sensuales y tal es totalmente inventado, basado en todo
lo que he leído de esta mujer, de la relación entre Luisa Casati y Gabriele
d´Annunzio; me imaginado cómo podrían ser sus encuentros amorosos impregnados
de esa sensualidad.
«Mientras nosotros hacemos planes –dice
Luisa–, la realidad escribe nuestra historia».
Eso es un poco
una reinterpretación de la frase de Lennon.
Era algo así como: ‘La vida es lo que te
pasa mientras estás ocupado en otros planes.
Exacto, es la
reinterpretación de la frase de Lennon porque es verdad; lo que pasa es que la
reinterpreté pensando más en lo que era una mirada de alguien que está metida
dentro del mundo del arte, una persona que está tapada en lo que sería la
convención y hacer otras cosas y se enfrenta a la persona que es tan distinta a
ella como su compañero Raimundo; es un poco esa reinterpretación.
¿Y cuáles son los planes de Marta Robles en
literatura?
Quiero seguir por el camino de la ficción, porque la verdad es que estoy
enormemente satisfecha con este trabajo y me han gustado mucho mis Luisas y
espero que os guste también a todos vosotros.
Muchas gracias y mucha suerte, Marta.
Por Ginés J. Vera
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